Economía digitalizada y relaciones de trabajo

AutorFrancisco Trillo Párraga
CargoProfesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social UCLM
Páginas59-82

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1. Introducción

El trabajo que ahora se introduce aborda un tema complejo y etéreo como es el de las relaciones de trabajo en la era de la Cuarta Revolución Industrial1, así como las dinámicas que se establecen con las actuales relaciones de producción. Argumento éste que ha despertado un intenso debate -también jurídico- en la cultura anglosajona2, y que, a nuestro juicio, se debería enmarcar en un ámbito más amplio como es el de las transformaciones del modo capitalista de producción a propósito de la actual crisis económica, comportando una alteración en las relaciones de producción y, muy especialmente, en la regulación y ordenación de las relaciones de trabajo3. Es por ello, probablemente, que dicha literatura plantea grandes debates con conceptos, denominaciones y expectativas de gran calado que en última instancia traen a colación temas de estudio clásicos, por tanto vigentes, como el papel de la evolución de la tecnología en el modo de producción, la teórica necesidad de la adaptación constante de la normativa laboral a las demandas empresariales en unos mercados altamente volátiles o, por mencionar algún tema de estudio más, la función política, económica y social del trabajo en nuestras sociedades así como su representación.

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Todo ello nos obliga a presentar, siquiera brevemente, los debates más generales sobre la denominada Cuarta Revolución Industrial, el papel de la tecnología en esta nueva era y los principios que califican esta economía, que parece erigirse en el nuevo maná que cambiará las relaciones sociales, incluidas las relaciones laborales. En un momento posterior se analizará el estado de la cuestión en un caso concreto como es el del Uber que, a nuestro juicio, ejemplifica de forma nítida algunos de los aspectos más polémicos de este fenómeno económicoproductivo cada vez más presente en las relaciones de producción y consumo.

Cabe advertir, sin embargo, que hablar de materias como la tecnología y las revoluciones que ella comporta en los modos de producción capitalista escapa del análisis más concreto que caracteriza a los juristas del trabajo4. Por ello, con la intención de no incurrir en una cierta banalización o, peor aún, determinismo sobre la relación entre tecnología, economía y trabajo, se advierte al lector del carácter provisorio de este estudio que necesariamente deberá retomarse en momentos posteriores. Además, suele ocurrir, que adentrarse en cuestiones como las implicaciones de la Cuarta Revolución Industrial en materia de relaciones producción plantea un modo de narración que en ocasiones olvida la coexistencia de varios modelos. Esto es, se ha de llamar la atención sobre la importancia de la Cuarta Revolución Industrial y sus efectos en la economía y las relaciones laborales, sin que ello evite una mirada omnicomprensiva de la coexistencia de los distintos modos de producción vigentes. De otro modo, se corre el riesgo de no entender de forma global cuál es la evolución, en nuestro caso, de los conflictos que se desarrollan en torno a las relaciones de producción y la progresiva conformación de las reglas que ordenan las relaciones laborales.

En último lugar, se ha de tener en cuenta que existen situaciones generales que afectan de forma transversal a las relaciones de producción y que inciden intensamente en su ordenación tales como la creación de burbujas económicas, alentadas desde el fenómeno de la financiarización de la economía, que implicarían ahondar aún más en un modelo productivo basado en la especulación. En algún caso, como sucede de forma ostensible en el caso Uber, se asiste a una situación que recuerda mucho a la denominada crisis de las punto.com, pese a que la empresa en cuestión no cotiza en Bolsa por el momento.

En suma, se quiere poner de manifiesto en este apartado introductorio que el estudio de las relaciones de producción en el la Cuarta Revolución Industrial se enmarcan en un contexto del que no se puede prescindir si se aspira a tener una idea global de cuál pueda ser el impacto de la innovación tecnológica en el modo de producción capitalista en el siglo XXI.

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2. Cuarta revolución industrial y relaciones de producción

No se aporta nada nuevo cuando se afirma que la digitalización es un hecho que está transformando en su conjunto las relaciones sociales, económicas y políticas. La conectividad, el acceso a mucha mayor cantidad de información y la inmediatez en las comunicaciones, junto a un redimensionamiento del espacio y el tiempo han generado una revolución en las relaciones sociales capaz de desmaterializar procesos sociales así como desdoblar personalidades, según se trate del entorno físico o de aquel virtual. Así mismo, la digitalización de la vida social ha ocasionado una nueva manera de entender las relaciones entre individual y colectivo. Existe una tendencia bastante marcada hacia una situación en la cual la socialización, lo colectivo, tiene lugar preferentemente en lo virtual, produciéndose una individualización de las relaciones sociales que tienen lugar en el mundo físico. No nos corresponde introducir valoraciones sobre este proceso, pero sí destacar que la tecnología y su uso forman parte de un proceso sociocultural dinámico que participa de los principios y valores imperantes en las sociedades donde aquélla se desarrolla, y que albergan la potencialidad de conformar una identidad común a través del fenómeno conocido como tecnologización de la vida cotidiana5.

En el ámbito de las relaciones de producción, la narración de este relato, descrito en extrema síntesis, se presenta como una oportunidad de cambio, donde las tecnologías de la información y la comunicación se comportarían de forma unívoca e inequívoca para mejorar la sociedad actual. No solo se relaciona un determinado uso de la tecnología como acicate para descubrir nuevos espacios de negocio, sino que además se pretende conceder a ésta un efecto benéfico sobre la sociedad salarial capaz de enmendar determinadas situaciones ampliamente criticadas en el mundo del trabajo. Por ello, no resulta extraño, por ejemplo, los intentos de asociar el uso de la tecnología con determinados cambios como el destierro de una de las ideas-fuerza más dramáticas para las sociedades ordenadas en torno al trabajo como es la transferencia del riesgo empresarial a las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores a través de la exclusiva consideración de éstas como un mero factor de producción con el que asegurar un determinado nivel de beneficios. O lo que es lo mismo, la recuperación de un equilibrio entre intereses económicos y sociales que encontraría en la tecnología su piedra de toque, sin la cual las relaciones de producción no podrán superar el momento de degradación y banalización en el que se encuentran sumidas.

La Cuarta Revolución Industrial parece querer aportar, entonces, nuevas expectativas en las relaciones de producción de la mano de la digitalización del conjunto de la economía. De esta forma, se ponen en valor determinadas características de los cambios introducidos de la mano de las tecnologías de la

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información y la comunicación que toman como objetivos aspectos conflictivos que están causando una ruptura en la vida social y laboral de los sujetos. Así, no resulta extraño a este relato relacionar un determinado uso de las tecnologías como requisito sine qua non para alcanzar una eficiencia económica que consienta un crecimiento económico sostenible que se nutra de un empleo de calidad. Del mismo modo, se anuda a la producción de base tecnológica una serie de efectos sobre los consumidores-trabajadores de igual bondad, cuyos argumentos se centran en la mayor satisfacción de las necesidades a través de una atención más personalizada con precios asequibles.

No obstante, como ha sido indicado con acierto, planea sobre la producción en la era de la Cuarta Revolución Industrial una fuerte incertidumbre en el tipo de empleo y las condiciones de trabajo y de vida de las actividades económicas digitalizadas6. Así, en el último Foro Mundial Económico de Davos7se presentó con cierto tono apocalíptico, e igualmente inquietante, un estudio donde se anunciaban ciertas consecuencias de la denominada Cuarta Revolución Industrial en el ámbito del empleo. Concretamente, la eliminación de cinco millones de puestos de trabajos en los quince países más industrializados. Es decir, la interacción entre tecnología y economía actuaría en modo tal de hacer desaparecer esta cantidad de puestos de trabajos, aunque fiando a un medio o largo plazo la creación de un número indeterminado de puestos de trabajo siempre inferior a los previamente destruidos. De este modo, se reitera una relación entre evolución de la tecnología y empleo donde este último se ve seriamente amenazado en un sentido ya anunciado desde el siglo pasado8, aunque concediendo gran importancia a la formación que permitiría afrontar dicho cambio de era evitando las consecuencias dramáticas del desempleo. Es decir, pese a las esperanzas depositadas en ese conjunto desigual que conforma hoy en día la economía digitalizada a nivel de la Unión Europea, los...

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