Dos secuencias poéticas comprometidas en la generación del 50: Costafreda y Goytisolo

AutorÁngel Luis Luján Atienza
Páginas61-77
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Dos secuencias poéticas comprometidas
en la generación del 50: Costafreda y Goytisolo
ÁNGEL LUIS LUJÁN ATIENZA
UNIVERSIDAD DE CASTILLA-LA MANCHA
En un trabajo anterior me he encargado de estudiar las principales secuencias
poéticas de la generación del 50: Don de la ebriedad, de Claudio Rodríguez; Las
brasas, de Francisco Brines; «Las afueras», de Jaime Gil de Biedma; Las aguas
reiteradas y Metropolitano, de Carlos Barral; y las secciones de libros que forman
secuencia, según mi opinión, de Ángel González (Luján Atienza, en prensa). Que-
daba pendiente el estudio de dos de las secuencias más destacadas de la época:
Nuestra elegía, d e Alfonso Cost af reda, y El retorno, de Jos é Ag ustín Goytisolo.
Merecen estudio aparte porque tienen caracteres que las singularizan frente a las
que acabo de citar. En primer lugar, se trata en ambos casos de elegías funerales y
además en la esfera de la poesía social. Esta conjunción las hace fenómenos sin-
gulares en su contexto, pues de las anteriores citadas solo la de Brines puede con-
siderarse plenamente elegiaca, pero desde luego no es funeral, como tampoco lo
son los «poemas elegiacos» de Ángel González; y de carácter social y comprome-
tido las únicas que vemos en la lista anterior son las restantes de Ángel González
que no tienen carácter elegiaco, sino paródico o irónico.
El estudio de estas dos secuencias nos llevará a matizar y completar las con-
clusiones alcanzadas hasta ahora. En primer lugar, el hecho de que las anteriores
secuencias eran por regla general (excepto en el caso de González) las primeras
obras de los autores y se adscribían sistemáticamente a la estética simbolista. Ahora
veremos que tanto C ostafreda como Goytisolo inician su carrera poética con sen-
das secuencias de carácter comprometido, aunque bajo la forma elegiaca, que
parece más propia de la estética simbolista.
Corroborará este estudio, sin embargo, otra de las conclusiones alcanzadas
antes como es el hecho de que la elección de la secuencia, en lugar del poema
largo continuo, permite articular un discurso poético extenso de forma fragmen-
taria y sin obviar el conflicto, favoreciendo una lectura abierta y, en el caso que
nos ocupa, hasta ambigua. Aportaré aquí, además, un elemento de análisis más: la
presencia de estas secuencias en antologías, pues una de las preguntas que cabe
hacerse es cómo un poema que alcanza todo su sentido leído en continuidad
puede antologarse. La relativa autonomía de los fragmentos que constituyen una
secuencia, característica fundamental del género (Rosenthal y Gall, 1983), permi-
te que aparezcan como poemas sueltos (lo hizo Gil de Biedma con «Las afueras»).
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A LA ÉTICA POR LA ESTÉTICA. CANON, COMPROMISO POÉTICO Y ANTOLOGÍAS EN ESPAÑA
Veremos, en los dos textos que nos ocupan, qué fragmentos se seleccionan y con
qué sentido, y como eso contribuye a manifestar o desactivar su carga crítica.
Para finalizar, quiero comparar estas secuencias que usan el cauce de la elegía
funeral como vehículo de la denuncia social con otros poemas que pueden po-
nerse en su órbita: el libro de José Luis Hidalgo, Los muertos, que no constit uye
una secuencia, y dos elegías funerales que son a la vez poemas largos, pero de
signo muy distinto: Elegía a un amigo mue rto, primera entrega poética de Vicente
Núñez , y Las cosas como son, de Gabriel Celaya.
La elegía colectiva de Alfonso Costafreda
Nuestra elegía (1949) gana el Premio Boscán en su primera convocatoria. Costa-
freda consideraba su obra como un solo poema dividido en seis cantos, según
declaró en una entrevista aparecida en Estilo en ese mismo año:
He terminado recientemente un poema de gran magnitud, de más de 600 versos,
que titulo Nuestra elegía y que considero la obra definitiva de mi juventud, pues se
ajusta exactamente a mi concepto dualista de poesía paradisíaca y poesía épico-so-
cial. En Nuestra elegía se cantan la alegría de la vida y la angustia. Es una cósmica
visión con el amor y la muerte por fondo [apud Saldaña, 1996, 180].
Carme Riera coincide en esta caracterización del libro como un solo «largo
poema dividido en seis cantos», en el que detecta claras influencias de Aleixandre
y Rimbaud (1988, 55). Precisamente a Vicente Aleixandre está dedicada la obra.
Tenemos aquí, pues, brevemente indicados los principales elementos que
nos interesa analizar: la conciencia de que el libro forma un poema único y su
carácter entre lo existencial y lo épico-social. La categorización del poemario
como secuencia queda clara al no presentarse en la forma de poema continuo
sino dividido en secciones y fragmentos, lo que otorga cierto grado de autono-
mía a los componentes de la serie. De hecho, el propio Costafreda desligará
algunos de estos poemas de su conjunto para incluirlos en un libro posterior,
Compañera de hoy:
Publico de nuevo esos poemas para establecer un nexo entre mi primer libro y éste
que aparece ahora al cabo de quince años de silencio. A este efecto he elegido aque-
llos poemas que prefiguraban en cierto modo mi obra posterior. Se trata de «Ha
muerto mi padre...», «Hombre elemental», «Oh muchacha, tú, la más blanca...» y
«En este instante existes...», titulados en Compañera de hoy, «Yo pregunto», el prime-
ro, el tercero «Primer poema de amor» y el cuarto, «Tan sólo tú existes» [apud Jové y
Rovira, 1990, 24].
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