Defensa de la universalidad de los derechos humanos y protección de las diferencias

AutorMaría Jorqui Azofra
Cargo del AutorUniversidad Nacional de Educación a Distancia

1. Introducción

Quizá no resulte demasiado ocioso reflexionar sobre el grado de racionalidad que es deseable observar en las normas jurídicas que tengan como propósito regular, en nombre de la justicia, la presencia de los inmigrantes en la sociedad de acogida. En el foro de debate precedente conquistan nuestro convencimiento los argumentos que exaltan la justificación moral de la noción de integración. Sin embargo, no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que tal fundamentación, ubicada en un plano axiológico, no se corresponde, en el terreno fáctico, con las razones que avalan las medidas jurídicas adoptadas. A vueltas con la hipocresía. Intentamos explicar, en base a un conjunto de valores humanos, por qué los inmigrantes deberían vivir en condiciones de igualdad con los autóctonos y nuestro obrar parece obcecarse en un exagerado pragmatismo utilitarista1.

Mi intención va encaminada a poner de manifiesto lo aparentemente obvio: defender la universalidad de los derechos humanos sin que ello suponga despreciar las diferencias. Desde esa trinchera, construida sobre la base de la idea de dignidad humana, no se exige a la persona que acredite nada para ser considerada como tal y, por serlo, como titular de dichos derechos, (tampoco a los inmigrantes que llegan y quieren quedarse, mediante el ejercicio de su derecho a inmigrar, en la sociedad de destino): ni es necesario superar un test de afinidad cultural o ideológica, ni poseer algún tipo de capacitación de la que carezca el mercado de trabajo receptor, ni probar determinadas conexiones con familiares que ya se encuentren allí, ni... Subyace a este tipo de afirmaciones otra obviedad: que no es en virtud de su procedencia la razón por la cual la persona merece ser considerada y respetada como tal, su simple condición humana ya es de por sí valiosa para determinar tal miramiento2. Ahora bien, como la cultura, en la que ella ha desarrollado parte de su vida, ofrece significados a través de los cuales ejerce su libertad, dándole así expresión a su propio modo-de-ser, no apreciarla podría conllevar a cometer una grave falta de respeto y de consideración hacia la misma3.

Ni la condición de persona, ni, obviamente, la dignidad humana, se pierden en el cauce de los flujos migratorios, tampoco, por tanto, el derecho a tener derechos4. Es insostenible una asimetría en este sentido. Por ello, trataremos de señalar, en líneas generales, cuál puede ser el hilo conductor que guíe a nuestro intento de defender la universalidad de los derechos humanos como marco en el que encuadrar el derecho a la diferencia. Será interesante que nos preguntaremos, a este respecto, qué noción de integración se ajusta mejor al mencionado propósito.

2. La integración como proceso de adaptación mutua

Partiremos de la idea de que la diversidad cultural hay que apreciarla conociéndola. En este sentido, no podemos dejar de sentirnos comprometidos hacia la misma mediante la adopción de una actitud abierta, solidaria..., guiada por la pretensión de interactuar con lo ajeno, intercambiar puntos de vista... Todo ello nos exige un esfuerzo dinámico de adaptación. El paradigma de gestión o de tratamiento de la multiculturalidad que parece más adecuado, para ubicar la noción de integración que se defiende, es el interculturalismo. Ya que, al proponer un mutuo reconocimiento de las dos o más culturas en copresencia y al exigir la voluntad de conocimiento mutuo de todas ellas, y no la sustitución de la realidad de aquellas más débiles por los prejuicios que de ellas tenga la dominante, es el que se muestra más respetuoso con la diversidad5.

Precisamente, el primer punto que cabe destacar de la noción de integración que se propone consiste en considerarla como un proceso que, basándose en el respeto de la identidad cultural de "unos" (los inmigrantes) y "otros" (los autóctonos), exige, de todas las partes que intervienen, un uso enérgico del ánimo para acomodarse entre sí. No se trata de conseguir que sólo "los que llegan" se ajusten a "los que están". Convivir en la diversidad implica, entre otras muchas cosas, que quienes "provienen de cualquier parte" puedan desarrollar su propio modo de ser en compañía de quienes "ya se encuentran en la sociedad de acogida". El proceso de integración ha de ser concebido como un proceso de adaptación mutua6. Para ello ha de existir una predisposición a entablar un diálogo entre iguales sin eludir las inevitables diferencias7. Y, con el fin de facilitar la aproximación, la cultura mayoritaria no deberá verse tentada a pecar de vanidad etnocéntrica mediante la imposición de sus valores o de su forma de vida. Dudo que llegue a justa "sentencia" un proceso de integración encauzado por la vía de la indiferencia o, por la de la uniformización intolerante con las minorías. Hay que seguir la vía que conduzca al encuentro intercultural. Sin poner todo nuestro ímpetu en la propia cultura e identidad, podemos mantener esa actitud de apertura que nos inste a ver, además de lo que nos diferencia a "unos" y "otros", lo que nos emparenta. Así, perderemos el miedo o el prejuicio a la interrelación y al diálogo intercultural. A través del mismo, mitigaremos, a su vez, la sensación de extrañeza que siente uno al venir a un mundo que le precede.

El fundamento sobre el que se erige dicho proceso, como ya hemos puesto de manifiesto, consiste en el recíproco respeto de la identidad cultural. Por tanto, a ninguna de las partes que intervienen se le exige renunciar a aquello que le hace ser diferente desde ese punto de vista, ya que la cultura es un bien primario8. Ahora bien, como tampoco nos olvidamos de la irrenunciable humanidad a la que todos pertenecemos por igual, consideramos que anima la causa del proceso conseguir la equiparación en lo que respecta al reconocimiento y garantía de derechos, incluso más allá de los derechos humanos.

Es necesario reflexionar sobre las razones que tengan la capacidad de hacer surgir en la generalidad de los hombres el convencimiento de la actual necesidad ineludible de reconocer y garantizar el disfrute de los derechos, no sólo de los civiles, sino también de los políticos, económicos sociales y culturales, a los inmigrantes9. Y la condición de tales no es una buena razón para justificar discriminación alguna10.

En la actualidad es habitual sobrentender que los principios o valores en que se sustentan los derechos humanos son la dignidad, la libertad y la igualdad de los hombres. También es frecuente pensar que estos valores son exigencias o condiciones primarias de la existencia humana11. En consecuencia, no resultaría racional que la proclamación y garantía de unos derechos fundamentales correlativos equivaliera al reconocimiento, por parte de la sociedad receptora, de algunos derechos humanos, los que protegen la esfera más íntima en la que se mueve su personalidad, pero no otros, los que suponen una intervención en la vida pública y un acceso, en igualdad de condiciones, a unos programas de vivienda social, a un sistema educativo, sanitario...12

Luego, el proceso de adaptación mutua es entre personas culturalmente distintas, pero que deben ser tratadas como iguales en cuanto al reconocimiento de derechos y, también, de obligaciones. Recordemos que animaba la causa de dicho proceso conseguir el reconocimiento de la igualdad en la diferencia. Sin embargo, sabemos que no todos se hallan en igualdad de condiciones13. Por ello, creemos que, en virtud de razones morales, políticas y socioeconómicas, hemos de encaminarnos hacia un nuevo modelo de ciudadanía, guiado por la equiparación y no por la discriminación del extranjero14.

La conceptualización de la noción de integración que se propone debe partir de una perspectiva dinámica, en el sentido de que supone un proceso de cambio. Y quienes lo padecen no son sólo los inmigrantes que llegan a la sociedad receptora, sino también ésta, ya que en ella se suceden toda una serie de alteraciones económicas, sociales, culturales... las cuales no pueden quedar sin respuesta civil e institucional. Tanto "unos" como "otros" deben responder ante las exigencias que imponen las nuevas circunstancias. En la actitud que adopten -en el modo de responder-reflejarán su madurez, racionalidad, responsabilidad...

El inmigrante, en un proceso de asimilación, si quiere acomodarse, deberá dejar para el ámbito privado la expresión de sus propios valores. Es decir, seguir tal proceso podría significar que se mantuviera inalterable la estructura básica institucional de la sociedad de acogida. No se hablaría de bilateralidad en el cambio, sino de unilateralidad15. Sin embargo, en el proceso de integración propuesto, sí será necesario modificar algunos aspectos de dicha estructura para que puedan incorporarse los nuevos valores que aportan los inmigrantes, los cuales son importantes para su libre desarrollo personal16.

En lo que se refiere a la "integración cultural", hoy, ya no resulta sostenible, desde el punto de vista de las exigencias del pluralismo y de la universalidad de los derechos, la tesis de la neutralidad cultural del Estado y del Derecho propuesta por cierta tradición liberal17. A quienes abogan por dicha tesis se les critica su incapacidad para apreciar las distintas culturas particulares, están ciegos ante las diferencias18. Sabemos que, en nombre de unas versiones pretendidamente "universalistas" de los principios de igualdad y no-discriminación, se ha marginado a unas minorías culturales y se ha actuado de una forma muy parcial a favor de las características particulares de los grupos culturalmente hegemónicos o mayoritarios dentro del Estado19. Efectivamente, ante el fenómeno del multiculturalismo, se debe legislar de acuerdo con las diferencias20. Ahora bien, lo difícil será fundamentar racionalmente cuándo la impetuosa persistencia en la diferencia puede llegar a erosionar la importancia que tiene la defensa de la universalidad de los derechos humanos y, cuándo la impulsiva insistencia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR