Crimen de agresión: el rat ón sin castigo

AutorJorge Cardona Llorens
Páginas331-338

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1. Prefacio
  1. Permítame el lector empezar agradeciendo a los organizadores de esta obra el privilegio de poder manifestar públicamente mi admiración y reconocimiento por mi amigo y maestro Antonio Remiro.

  2. No voy a hablar de cuestiones personales y, por tanto, no voy a extenderme para expresar mi profundo agradecimiento y estima personal por una persona que, como Antonio Remiro, ha sabido demostrarme a lo largo del tiempo valores y sentimientos que han marcado mi actitud ante la vida y mi relación con él y con mis semejantes.

  3. Pero sí deseo decir algo públicamente sobre Antonio Remiro como internacionalista. Durante trece años dirigí los Cursos Euromediterráneos Bancaja de Derecho Internacional. Aunque la estructura de los cursos era pare-cida a los conocidos Cursos de Derecho Internacional Público de La Haya, quisimos desde el principio tener señas de identidad propias que nos diferenciaran. una de ellas era la figura del denominado Curso General o, como le denominamos en nuestros Cursos, "Curso sobre problemas fundamentales". Nuestra intención, desde el principio, fue que dicho curso no estuviera dado por un profesor o profesora de edad elevada, sino por inter-nacionalistas que manifestaran una visión propia, original, novedosa, de las cuestiones fundamentales del derecho internacional, abordadas desde perspectivas personales y multiculturales. Así fueron invitados, para dar dicho curso, profesores como Alain Pellet, Ahmed Mahiou, Slim Laghmani, Martti Koskeniemi o Jean Salmon. A la hora de elegir internacionalistas españoles para dictar dicho curso, uno de los primeros nombres que surgió fue el de

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    Antonio Remiro. Nadie puede negar que su concepción personal del derecho internacional, su aproximación a través de los principios, su sabia combinación de los aspectos jurídicos y políticos, su afirmación y compromiso con los valores y su defensa del débil frente al fuerte, supuso un revulsivo para la doctrina española, en primer lugar, e internacional (especialmente de América Latina) más tarde. Así, tuvimos el privilegio de tenerle como invitado en los Cursos en un año especialmente problemático, el año 2001. Los cursos se impartían las dos primeras semanas de septiembre y ese año fueron entre el 3 y el 14 de septiembre. Ello supuso que los acontecimientos del 11 de septiembre se produjeron durante su estancia en Benicassim. Reconozco que fue un verdadero placer poder conversar, discutir, oír sus reflexiones, durante esos días. Sus ideas fueron claras desde el primer momento y anunció todos los riesgos que, desgraciadamente, se convirtieron más tarde en peligros, vinculados a una visión de la seguridad manifiestamente imperialista. Su Curso sobre "Desvertebración del Derecho Internacional en la sociedad globalizada" 1 es, en mi opinión, una clara muestra de esa visión y anuncio, cuya lectura, a pesar del paso de los años, sigue siendo actual y enriquecedora para entender el derecho internacional actual.

  4. En humilde homenaje al amigo y maestro me he atrevido a escribir esta breve contribución alrededor de un tema trabajado de forma recurrente por él: el crimen de agresión.

2. Introduccion
  1. Antonio Remiro subtitula un trabajo titulado "El crimen de agresión en el Estatuto de la Corte Penal Internacional" 2, con una expresión de la Epístola de los Pisones escrita por Quinto Horacio Flaco el siglo primero antes de Cristo. En esta Epístola se crean expresiones que han quedado para siempre en nuestro lenguaje. Es el caso de la expresión "beatus ille", como elogio a una vida retirada, o "carpe diem" como invitación a gozar de la juventud. Junto a esas expresiones, en esa Epístola se recoge también una referencia a una Fábula de Esopo (s. IV a.c.), titulada "El parto de los montes", con la expresión "parturient montes, nascetur ridiculus mus". Y ésta es precisamente la expresión escogida por Antonio Remiro para referirse a la tipificación del crimen de agresión en la conferencia de Kampala. Con esta expresión ("parieron los montes y nació un ridículo ratón") Quinto Horacio

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    Flaco se refería a los escritores que escriben con estilos rimbombantes o prometen más de lo que realmente son capaces de ofrecer. Imagino que Antonio Remiro se quería referir a algo parecido, pero no respecto de los escritores, sino de los Estados, en relación con la tipificación del crimen de agresión.

  2. Como señaló el Tribunal de Nuremberg, la agresión "no es sólo un crimen internacional; es el crimen internacional supremo, que difiere de los demás crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulado de todos ellos" 3. Ello debería llevarnos a pensar que éste debía ser el primero y principal de los delitos tipificados en el estatuto de una Corte que, como la CPI, tiene encomendado juzgar "los crímenes más graves de trascendencia internacional en su conjunto" (art. 5.1).

  3. Pero lo cierto es que, en primer lugar, el Estatuto aprobado en Roma dejó sin definir este crimen por falta de consenso, reenviando su aprobación a una conferencia de revisión posterior y, en segundo lugar, cuando 10 años más tarde se consiguió llegar a un consenso, el parto del mismo fue un parto de los montes, es decir, parió un ridículo ratón. Veamos por qué.

3. Los elementos del crimen de agresión
  1. Como hemos señalado, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, establecido en 1998 y en vigor desde el año 2002, tipificó cuatro delitos para la...

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