Conclusión: los factores del cambio de 1933
| Autor | Roberto Villa García |
| Páginas | 169-178 |
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Si repasamos la abundante bibliografía dedicada a la Segunda República, cuando se abordan las causas fundamentales del vuelco de la opinión pública en las elecciones generales de 1933 hacia las candidaturas del republicanismo lerrouxista o, directamente, del conservadurismo en sus versiones accidentalista o monárquico suelen aducirse cinco principales: la abstención de la CNT, la intervención "partidista" de la Iglesia, el sufragio femenino, la desunión de las izquierdas frente a la unión de las derechas y la "presión caciquil" en el medio rural a través de diversas formas (compra de votos, amenazas a los equipos de interventores y apoderados izquierdistas, complicidad con las autoridades locales para hacerse con la documentación electoral, etcétera). Un sexto factor que suele señalarse es el de la parcialidad de los gobernadores civiles en algunas provincias a favor de los radicales y de las derechas.
De todas estas posibles causas, ¿cuál de ellas influyó decisivamente en Navarra y en las provincias vascas? Existe una que es específica de aquella región y que tuvo un peso indudable a la hora de conceder unos resultados tan buenos al Partido Nacionalista Vasco: el fenómeno que los profesores De Pablo, Mees y Rodríguez Ranz denominaron con tanto acierto el hechizo del "paraíso estatutario". Esto es, la construcción de un entramado institucional específicamente vasco que, a la vez que salvaguardaba y reexpandía por todo el territorio euskaldún valores, intereses y modos de vida que el PNV consideraba casi sagrados, sirviese cada vez más como barrera frente a los principios que una España laica y muy escorada a la izquierda, estaba introduciendo en el ordenamiento jurídico general. Ni que decir que esta visión era compartida por muchos electores conservadores que, aún rechazando el separatismo, se consideraban fervientes católicos y rechazaban no a España sino a un régimen republicano que patrocinaba un laicismo y una política social tan sectarios. Por ello insistimos en que todos los votos que recibió el Partido Nacionalista Vasco, aunque sí la mayor parte, no eran sufragios de electores nacionalistas sino que buena parte provenían de ese sector de "católicos independientes" partidarios del Estatuto y procedentes de un tradicionalismo al que consideraban ya como cosa del pasado. En otras provincias, esos sectores nutrieron electoralmente a la CEDA. Y, en 1936, cuando tuvieren la oportunidad de votar las candidaturas de Acción Popular, lo acabarían haciendo provocando, subsiguientemente, un fuerte descenso del apoyo a los jelkides.
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De los condicionantes nacionales, el que menos pareció influir fue la campaña abstencionista del sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo. Ciertamente, su implantación en el País Vasco y Navarra era mínima pues contaba con la fortísima competencia de la UGT tanto en el mundo industrializado y la organización agraria del sindicato socialista, la FNTT, tenía cierta fuerza en algunas comarcas como la Ribera navarra237. En cuanto a los trabajadores sindicados no socialistas, éstos sentían más atracción hacia las organizaciones del nacionalismo, tales como Solidaridad de Trabajadores Vascos o Eusko Nekazarien Bazkunen (ENB), o hacia el sindicalismo católico afín a la derecha católica gilroblista o tradicionalista. Las altas cifras de participación en estas provincias no significaron sino la demostración palmaria de la debilidad de los efectos de la propaganda cenetista en el electorado. Aún así debemos señalar cierta eficacia de estas consignas en algunas zonas como la Rioja alavesa o las localidades portuarias cercanas a San Sebastián en las que poseían alguna presencia y en las que la participación fue relativamente más baja. Por otra parte, tampoco debió ser ajena una causalidad vinculada al mundo del trabajo: la crisis económica de 1933 y, sobre todo, la tremenda conflictividad social que se vivió en ese año y que expusimos al principio de este trabajo. Este relativo desorden pudo orientar no ya a los operarios sindicados sino a las clases medias y, concretamente, a los sectores de la mediana y pequeña industria y comercio y a los de las tradicionales "profesiones liberales" a agruparse en torno a las derechas en la región vasco - navarra.
Mucha más importancia tuvo la Iglesia como factor de consolidación del conservadurismo en estas provincias. Los testimonios sobre su implicación en la campaña para las elecciones de 1933 son innumerables y denotaron un "partidismo" mucho más agudo que dos años antes. Las causas de esta actitud eran más que conocidas. Las numerosísimas medidas tomadas por socialistas y republicanos de izquierda contra la Iglesia crearon una sensación de persecución en numerosos sectores del catolicismo español que trajo consecuencias en la orientación del voto el 19 de noviembre. El famoso artículo 26 de la Constitución, el matrimonio civil, el divorcio, la secularización de cementerios, la prohibición de las demostraciones religiosas de carácter público, la extinción de los haberes del clero, la ley de Congregaciones Religiosas que excluía a la Iglesia de la industria, el comercio y la enseñanza, y el impunismo gubernamental hacia los autores de atentados contra personas y bienes eclesiásticos encrespó crecientemente el ánimo de los católicos españoles, como ha explicado pormenorizadamente el profesor Álvarez Tardío238.
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En este contexto no podía sorprender a nadie la intervención de los sacerdotes en la campaña para influir en el ánimo de sus feligreses, sobre todo después de publicada el 4 de junio de ese mismo año la muy combativa y ultramontanta encíclica Dilectissima Nobis. Es más, a la altura de 1933, los republicanos de izquierda y los socialistas ya contaban expresamente con ello como factor fundamental que habría de incrementar la representación de la derecha en las primeras Cortes ordinarias. Lo que no supieron prever era el gran volumen que finalmente tendría aquella movilización conservadora...
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