Ballester Giner, E.: Derechos reales (De los bienes a la hipoteca). Diciembre 1986

AutorJosé María Chico y Ortiz
Páginas958-962

    BALLESTER GINER, E.: Derechos reales (De los bienes a la hipoteca). Diciembre 1986.

En segunda edición aparece la obra que traemos a recensión y que constituye el material didáctico que el autor utiliza para la explicación de la materia del curso, que imparte en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia. El anuncio de la obra se hace bajo esta frase: una nueva forma original y sencilla de explicar el Derecho. Entiendo que así es, pues a través de su estudio, tengo por compañeros de profesión a unos cuantos que el autor me cita, pero que presumo que serán algunos más.

Page 959Aunque yo no soy muy aficionado a los coches, me he fijado que, aparte de las cuatro ruedas y la de repuesto, tienen un espejo retrovisor y,' con el permiso del autor, quiero mirar por él y retroceder en el tiempo para establecer diferencias universitarias. Las explicaciones de cátedra había que tomarlas a taquigrafía y servirse de ellas a base de multicopistas borrosas. Más que estudiar, se intuía, y no digo nada de la transcripción de nombres de autores, sobre todo si eran extranjeros. Yo creo que desde aquellos tiempos se empezó a entender que Pérez y Alguer eran un solo autor y que Clemente de Diego era nombre en vez de apellido. Y es que el sentido familiar con que los autores, catedráticos, escritores y expertos tratan a los que militan en sus filas es muy semejante al que se utiliza en los pueblos españoles en los que, por ser conocidos todos, designan como Pedro al Boticario o como Juan al Médico. Costumbre esta que ha trascendido a la política, que en este sentido cobra la dimensión tangencial de lo pueblerino: al Presidente se le llama Felipe y al Jefe de la Oposición Manolo. ¡Dile a Felipe que mañana voy a verle!

Esa generación que paseaba su juventud por las aulas universitarias,, con el complejo de no haber podido participar en la guerra civil española, se nutría jurídicamente de esos apuntes, aunque afortunadamente siempre tuvo diversos Tratados a su disposición y, singularmente, el de don José María Castán, maestro y pedagogo de muchas generaciones de juristas, que permitían «traducir» lo que aquellos apuntes decían. De ahí que todos hayamos tenido que tributar la gratitud a ese gran jurista que supo ordenar un Derecho y explicarlo con claridad.

Las antorchas de las generaciones se fueron sucediendo y a la angustia que la nuestra transmitió a las siguientes le sustituyó el firme propósito de suministrar a los universitarios elementos de...

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