El arte de la escribanía

AutorPedro Ávila Navarro
Páginas107-111

COLABORACIÓN ENTRE LAS NOTARÍAS Y LOS REGISTROS PARA LA SEGURIDAD...; UNA JUGARRETA DEL FAX

Poco se puede decir aquí, que no esté ya dicho y con mejor pluma, sobre los numerosos decretos, órdenes, circulares, instrucciones, resoluciones, recursos, quejas, autos, y sus correspondientes rectificaciones de errores, que han tratado en los últimos años el tema de la «colaboración entre las Notarías y los Registros de la Propiedad para la seguridad del tráfico jurídico inmobiliario», con el loable propósito de evitar el problema de la doble venta y otros fraudes por el estilo; esa doble venta que estudiamos todos en el art. 1.473 Ce, Derecho de obligaciones, en aquel lejano tercer curso de la carrera (los más jóvenes, en el primer trimestre del segundo curso del primer ciclo ¿o quizá como optativa?).

Pero sí es interesante añadir unas palabras sobre cómo se cumple la «presentación por fax» del art. 249 del Reglamento Notarial. Adviértase previamente que la palabra fax está recogida en la última edición del Diccionario de la Academia, aunque es preferida la más larga, telefax, y se refiere tanto al «sistema telefónico que permite reproducir a distancia escritos, gráficos o impresos» como al «documento recibido por telefax». Los diccionarios de uso del español (véase el interesantísimo y económico «Clave» -no paga comisión-) añaden la acepción de «aparato que permite esa transmisión». El autor de estas líneas reconoce de antemano que el tema no es apasionante, y que quizá ahuyente a algún lector; de manera que el que quiera ir al grano puede saltar el párrafo siguiente; pero si algún desocupado quiere profundizar, observará además que telefax es palabra invariable en número (un fax, dos fax, tres telefax; .no existen «faxes» ni «telefaxes»); y de género masculino, en el que concuerdan todos los hablantes, aunque no se aprecien atributos visibles de esa masculinidad; finalmente, no existe tampoco el verbo «faxear», con el que algunos tratan de traducir el «to fax» del inglés; el carácter perifrástico del español obliga a la circunlocución «enviar un fax».

Pues bien, en el reino del fax, como el de los cielos, los últimos serán los primeros; un poco de meditación sobre esta frase, en ambos sentidos, puede redundar a la vez en beneficio del alma y en el de las cosas de este dulce reino de la tierra; para lo primero, véase cualquier devocionario (siempre que tenga el preceptivo «nihil obstat»); para lo segundo, las líneas siguientes.

Quiere decirse...

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