La Aparcería (Variaciones sobre derecho agrario)

AutorRafael Gómez Pavón
CargoRegistrador de la Propiedad de Mahón
Páginas27-31

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Las preocupaciones del legislador, que acuciado por la opinión pública, culminaron en la Ley de Arrendamientos de 15 de marzo de 1936 para regular las relaciones de propietarios agrícolas con sus arrendatarios y colonos, ha entrado en una nueva fase con el nombramiento de la Comisión ministerial que ha de redactar las nuevas normas en la materia, de acuerdo con las nuevas ideas del Estado.

Adolecían todas aquellas disposiciones, que pretendían cerrar la larga polémica de las inquietudes nacionales, más bien de un sentido político estrecho de partido oportunista que de una serena solución a los problemas y necesidades angustiosas que, cada vez con mayor apremio, surgían del fondo de los campos. Por ello mismo, y porque, además, no se abordaron resueltamente sus innegables concomitancias con otros aspectos sociales y económicos, sin los cuales vanamente se pretenderá llegar a soluciones estables y definitivas, los periódicos oficiales se llenaron una vez más de líneas estériles y fracasadas. Ya decíamos en un trabajo publicado en el número 136 de esta REVISTA, que, al lado de las relaciones jurídicas de propietarios y cultivadores habría, ineludiblemente, que atender a las variadas facetas de la actividad agrícola, la más importante en el pasado, en el presente y en el porvenir de España.

El tiempo nos ha dado la razón, pues no sólo las leyes de arriendo han ido cayendo lentamente en el desuso y mixtificación, sino que la producción misma ha disminuido de manera alarmante en cantidad y especies indispensables. Nos atrevemos a afirmar que el déficit de las mismas, necesarias al mantenimiento de la población, se debe tanto a la falta de fertilizantes, condiciones climáticas adversas, destrozos de guerra, acaparamiento, ocultación y agio, como a la misma reducciónPage 27de terreno a cereales. No es raro oír a los campesinos, de aguda sensibilidad económica, que "cuanto más siembren más pierden"; y aunque ello supone una lamentable manifestación de egoísmo, forzoso es confesar la falta de relación entre gastos de cultivo, jornales, animales, aperos, abonos y coste de la vida, con los precios de productos agrícolas, singularmente cereales, forzosamente sujetos a tasa en evitación prudente de un desequilibrio que podría llegar a ser fatal. Este problema económico está en primer plano, y ante él cede indudablemente en importancia y urgencia el que se refiere a las relaciones entre los que poseen tierras y los que las cultivan.

De las...

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