Naturaleza, cultura, ideología y amor

AutorEmilio López-Barajas Zayas
Cargo del AutorUniversidad Nacional de Educación a Distancia
Páginas219-238
NATURALEZA, CULTURA,
IDEOLOGÍA Y AMOR
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Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)
S U M A R I O
1. Introducción
2. Inmanencia y trascendencia
3. Contradicción
4. Cultura
5. Naturaleza
6. Ideología
7. Sexo
8. Género
9. Amor
10. Conclusiones y perspectivas
Bibliografía
Biografía
1. INTRODUCCIÓN
El santuario helénico de Delfos situado en la falda del Parnaso estaba pre-
sidido por el aforismo: “Conócete a ti mismo” (“gnothi seauton”), atribuido a
varios sabios griegos. Pero sin duda, lo primero que debemos conocer es que
podemos saber.
Hemos entrado, desde hace décadas en una época de escepticismo, de in-
seguridad sobre el alcance y valor real de lo que sabemos o podemos saber. El
historicismo, el subjetivismo, son ya maneras habituales de proceder intelec-
tualmente ante las cuestiones más ordinarias. Además el mismo conocimiento
científico y filosófico, el mismo conocimiento natural, han sido arrastrados a
la duda sobre aquellos contenidos de los que podemos realmente estar segu-
ros (Borobía, 1998). Tal vez por ello el sentido de lo humano y el valor de la
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educación han quedado en cierta penumbra. Hemos de reflexionar de nuevo
acerca de la identidad humana para reconocer de nuevo el camino cierto.
El término “identidad” viene del latín identtas. La identidad significa el
conjunto de los rasgos propios de una especie, un individuo o de una comuni-
dad. La reflexión acerca de la identidad requiere diferenciar diversos niveles
de análisis, dada la riqueza semántica de dicho término y el dinamismo natural
que le es propio.
En el campo semántico de relación con el término “identidad”, si realiza-
mos un análisis de contenido, encontramos al menos los siguientes: inmanen-
cia, trascendencia, contradicción, cultura, naturaleza, sexo, género y amor.
La identidad humana, considerada en su nivel esencial, se caracteriza por
la propiedad de la racionalidad que le permite ser libre. La persona humana
desea conocer y sentir, desea comprender y amar. La identidad personal y psi-
cológica, por otra parte, es la conciencia que la persona tiene de sí. La identi-
dad biológica, en otro de sus niveles, que es un hecho de tal magnitud que es
una tortura para aquellas personas que no conocen su paternidad biológica ya
que la identidad biológica humana no sólo identifica a nuestra especie elegida
como parte de un proceso de evolución sino la genealogía propia. La identidad
cultural, finalmente, es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, folclo-
re, formas de diversión, creencias, arte, y modos de comportamiento, etc., que
funcionan como elementos dentro de un grupo social, lo que caracteriza con el
paso del tiempo a la etnia. Ésta cristaliza en redes de amistad y confidencia, por
lo que la persona se vincula al grupo no solo con el conocimiento sino con el
corazón, con un sentimiento de pertenencia.
En suma, aunque profundizar en la reflexión acerca de la identidad se pue-
de hacer desde estos diferentes niveles, una cosa parece clara: muchos de los
rasgos que forman la identidad son hereditarios o innatos, y otros son conse-
cuencia del entorno que ha ejercido influencia en la conformación de la especi-
ficidad biográfica de cada persona, que es racional y libre.
La identidad esencial humana no entra en confrontación con los diversos
niveles de la diversidad biológica, psicológica o cultural, antes al contrario es
necesaria para establecer bases solidas, armónicas, en la vida personal y social.
Ni por tanto se confronta con la diversidad sexual que se manifiesta entre las
mujeres y los hombres, ni en el hecho de que podamos razonar a veces de forma
distinta. La unidad esencial de la persona es donde se enraiza la igualdad de
derechos y deberes, y este nivel de identidad no anula las diferencias psico-
biológicas o étnicas, antes al contario facilita una vinculación mayor que nos
facilita el conocer y un sentir respeto profundo por la diversidad humana y las
libertades de las conciencias.
La identidad no debe ser leída pues como uniformidad estática sino como
diversidad dinámica. Lo que la supervivencia de la especie evidencia, o al

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