¿Tres años decisivos? un chequeo a la abogacía portuguesa

AutorJosé Miguel Júdice
CargoBastonario da Ordem dos Advogados de Portugal
Páginas11-18

La situación actual y el futuro del ejercicio de la abogacía en Portugal en estos comienzos del siglo XXI es un tema que me interesa y preocupa con particular intensidad. Como primer Bastonário elegido en este siglo en Portugal, cuando presenté mi candidatura tenía en mente un claro objetivo estratégico: preparar a la abogacía portuguesa para los desafíos del siglo XXI, con la finalidad de posibilitar su supervivencia en el estricto respeto a sus valores esenciales y en condiciones que permitan compatibilizar su dignidad con su desarrollo profesional.

Este desafío es especialmente interesante si consideramos algunos factores de gran importancia: Portugal es el país más atrasado de la Unión Europea. No obstante, el proceso de globalización y de internacionalización afecta a nuestro país como a cualquier otro país más desarrollado. La abogacía portuguesa ha sido, en su conjunto, incapaz de adaptarse gradualmente a la nueva realidad de la profesión y a las nuevas técnicas de gestión profesional y, sin embargo, Portugal ha transpuesto en tiempo, y contando con el acuerdo favorable de la Ordem dos Advogados, la Directiva 98/5/CE tendente a facilitar el ejercicio de la profesión en un Estado diferente a aquel en que se adquirió la condición de abogado (mientras otros países más desarrollados, como Francia, todavía no lo habían hecho llegado el final del 2003). En consecuencia, cualquier profesional europeo podrá ejercer su actividad en Portugal sin otras limitaciones que las comúnmente aplicables en toda la Unión Europea.

Portugal tiene, por otro lado, uno de los ratios más elevados de abogados en relación a su PIB, su población o cualquier otro indicador significativo, manteniendo, a la vez, uno de los sistemas judiciales más arcaicos, lentos e ineficaces.

El período de formación de los abogados portugueses con anterioridad al comienzo de su ejercicio profesional continúa siendo —a pesar de los esfuerzos realizados por la Ordem dos Advogados en los últimos quince años— muy inferior al de los países más desarrollados de Europa, como Alemania, mientras que los niveles de responsabilidad profesional y de exigencia de los destinatarios de los servicios jurídicos son similares a los existentes en esos otros países.

Podríamos continuar enumerando ejemplos similares, pero no vale la pena. Muchos de los referidos problemas de la profesión de la abogacía en Portugal serán fácilmente comprensibles por el lector español de este artículo por ser, la mayoría, problemas compartidos con nuestro país vecino.

Es cierto que existen casos de dignidad, superación y éxito entre la abogacía portuguesa y que existen núcleos de indudable excelencia, comparable con los más altos estándares internacionales. La realidad es, no obstante, muy compleja y, en consecuencia, considero de enorme interés analizar los resultados de la encuesta («Inquérito aos Advogados Portugueses») realizada en el 2003 por la Ordem dos Advogados y que fue respondida por un número de abogados muy superior a las expectativas iniciales. De hecho, a la fecha en que se comenzó este estudio, figuraban registrados 20.064 abogados en ejercicio en Portugal (excluyendo abogados estagiários, abogados no ejercientes por incompatibilidad o por causas similares y abogados jubilados, no habilitados para el ejercicio de la profesión), habiendo respondido a la encuesta 9.169 abogados, lo que equivale a un 45,7% del total. Esta cifra fue cerca de tres veces superior a la mínima que, según el equipo de sociólogos que elaboraron la encuesta1, se consideraba necesaria para que dicha encuesta fuera fiable, y superó en más del 100% el número de respuestas inicialmente estimadas, convirtiéndose en la encuesta sociológica en Portugal con mayor número de respuestas de la historia.

Esta encuesta es una herramienta esencial de la planificación estratégica encaminada a adaptar la abogacía portuguesa a los desafíos del siglo XXI ya que ofrece una imagen científicamente rigurosa de la situación, características, valores, preocupaciones y organización de la profesión. Partiendo del conocimiento de lo que somos, de cómo somos y de lo que queremos y tememos, aumenta la probabilidad de que los indispensables procesos de reforma sean más adecuados y eficaces.

Paso a continuación a extraer algunas de las conclusiones más relevantes2 de la referida encuesta, que expongo de manera sintética para no extenderme en excesivas consideraciones:

  1. La profesión de abogado en Portugal es mayoritariamente masculina (54%), 34,9% de los abogados portugueses tiene menos de 35 años y el 54% menos de 45 años. La mayoría está concentrada en el área del Consejo de Distrito de Lisboa (49,6%), estando en el resto del área metropolitana de Lisboa un porcentaje adicional superior al 3%.

  2. Los profesionales portugueses de la abogacía están bien equipados tecnológicamente: el 96,8% dispone de ordenador, un 92,6% tiene fax, 87% fotocopiadora, el 70% tiene acceso a bases de datos de jurisprudencia y de legislación, un 86% tiene conexión a Internet, 80% tiene dirección de correo electrónico y el 50% usa el correo electrónico para comunicarse con los clientes de un modo regular. Finalmente, el 80% utiliza el ordenador habitualmente en el ejercicio de su actividad profesional.

  3. En cuanto a su organización profesional, sólo el 43% dedica el 100% de su actividad profesional al ejercicio de la abogacía. De ellos, más de la mitad —26% del total— trabaja de manera individual, 9% en grupos de abogados que solo comparte gastos y tan solo el 10% trabaja como socios o abogados colaboradores en sociedades de abogados, las cuales son en su inmensa mayoría de base familiar y cuentan con menos de 5 abogados. El 15% de los abogados portugueses trabaja como empleados de empresas o de entidades públicas.

  4. La mayoría de los abogados portugueses considera que el desarrollo profesional no pasa necesariamente por trabajar en una sociedad de abogados y que el no optar por esa vía no implica necesariamente falta de visión de futuro. Por otra parte, la mayoría de los abogados entiende que el auténtico abogado no trabaja como empleado por cuenta ajena, de lo que se deduce una clara preferencia por el ejercicio individual de la profesión o en grupos de abogados que comparten gastos.

  5. Una abrumadora mayoría de los abogados se considera generalista (75%) y dedica más tiempo a sus actividades en juzgados o tribunales o a visitas a notarías, registros u organismos similares que el tiempo...

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