Testigos pese a todo
| Autor | Emmanuel Alloa |
| Páginas | 78-85 |
246
Testigos pese a todo
EMMANUEL ALLOA
UNIVERSIDAD DE ST. GALLEN (SUIZA)
En Moisés y la religión monoteísta, la última obra que publicó en vida, Sigmund
Freud repasa las evidentes contradicciones del relato bíblico y concluye afirman-
do: «Con la desfiguración de un texto pasa algo parecido a lo que ocurre con un
asesinato: la dificultad no reside en perpetrar el hecho, sino en eliminar sus hue-
llas».1 En Imáge nes pe se a tod o, en donde la detenida y paciente ética de la mirada
desplegada al hilo de los textos encuentra quizás su forma más desgarradora,
Georges Didi-Huberman recuerda que la estructura de la aniquilación totalitaria
implica un acto doble: por una parte la ejecución de la desaparición —la máqui-
na que borra a los seres—, pero también por otra parte (y es igualmente decisivo)
la eliminación de las huellas de la eliminación. El acto sólo culminará —el crimen
perfecto— cuando no quede nada que pueda recordar al acontecimiento. Es así
como la dimensión totalitaria de las realidades en cuestión atañe menos a su
amplitud (a su cantidad) que a su carácter total, exhaustivo: el proyecto de aniqui-
lación no tiene que ver sólo con la exhaución de los cuerpos, sino también con la
desaparición total de su ejecución. Esto es, hacer desaparecer no sólo a los desti-
natarios de la exterminación, sino también a todo lo que podría hacer recordar al
acontecimiento de su desaparición.
En Los hundidos y los salvados Primo Levi recuerda las cínicas palabras con
las que se recibía a los detenidos que llegaban a las rampas de acceso a Auschwitz:
Ninguno de vosotros quedará para contarlo, pero incluso si alguno lograra escapar
el mundo no lo creería. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los
historiadores, pero no podrá haber ninguna certidumbre, porque con vosotros se-
rán destruidas las pruebas.2
Así pues, el propósito geno cida quedará incompleto y el proyecto extermina-
dor será imperfecto en tanto en cuanto la desaparición no se vea acompañada de
una desaparición «de las herramientas para la desaparición».3 Se trata, por tanto,
de actuar de tal modo que no quede ningún vestigio, ningún resto que demostra-
ra que, pese a su afán totalitario, su realización queda pendiente. En el caso del
universo de los campos de concentración nazi, la doble articulación del aniquila-
miento se traduce, más allá de la extenuación sistemática, en una severa prohibi-
ción de toda representación. A la prohibición de documentar las vejaciones de los
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