Los rituales de la ideología y su develamiento en Los rituales del caos de Carlos Monsiváis

AutorLuis Tomás Marmolejo Cruz
Páginas145-165
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Los rituales de la ideología y su develamiento
en
Los rituales del caos
de Carlos Monsiváis
LUIS TOMÁS MARMOLEJO CRUZ
Uno de los escasos escritores mexicanos que, continuando la tradición martiana,
se ha encargado de politizar el enunciado literario es Carlos Monsiváis, quien al
igual que Martí ve en la crónica «un trabajo de taller, experimental, donde la lite-
ratura va explorando —configurando— la representación, nunca inocente, de los
discursos que conforman la exterioridad de sus límites... en la crónica la literatura
enuncia, denuncia, los discursos que forman sus exteriores» (Ramos 314), discur-
sos entendidos como rituales iterativos operados por los aparatos ideológicos del
Estado,1 donde se visualiza de forma más o menos nítida un disciplinamiento2 de
los individuos a un poder invisible que los mantiene en un permanente estado de
sometimiento. Dichos rituales están de alguna manera dibujados en la antología
de crónicas Los rituales del caos de 1995, de las cuales, hemos seleccionado tres
crónicas en las que hemos identificado una crítica3 al modelo de mundo emana-
do de la ideología nacionalista mexicana.
1. Cuando hablamos de Aparatos Ideológicos de Estado (AIE) nos referimos al concepto que nos ofrece Louis
Althusser al respecto: «Designamos con el nombre de aparatos ideol ógicos de Estad o cierto número de re a-
lidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas.
Proponemos una lista empírica de ellas, que exigirá naturalmente que sea examinada en detalle, puesta a
prueba, rectificada y ordenada. Con todas las reservas que implica esta exigencia podemos por el momento
considerar como aparatos ideológicos de Estado las instituciones siguientes: AIE religiosos (el sistema de las
distintas Iglesias), AIE escolar (el sistemas de las distintas «Escuelas», públicas y privadas), AIE familiar, AIE
jurídico, AIE político (el sistema político del cual forman parte los distintos partidos), AIE sindical, AIE de
información (prensa, radio, T.V., etc.), AIE cultural (literatura, artes, deportes, etc.) (Althusser 24, 25).
2. Sobre los mecanismos de control disciplinario a través de una «Microfísica del poder» en la sociedad
Michel Foucault lleva a cabo un detallado análisis en Vigilar y castigar, del cual mencionamos un fragmen-
to: «Indudablemente, esta tecnología [La “Microfísica del poder”] es difusa, rara vez reformulada en dis-
cursos continuos y sistemáticos; a menudo está compuesto por elementos y fragmentos, y utiliza herra-
mientas o procedimientos inconexos. A pesar de la coherencia de sus resultados, no suele ser sino una
instrumentación multiforme... Se trata en cierto modo de una microfísica del poder que los aparatos y las ins-
tituciones ponen en juego, aunque su campo de validez se sitúa en cierto modo entre esos grandes funcio-
namientos y los propios cuerpos con su materialidad y sus fuerzas» (36).
3. Cuando hablamos de crítica en nuestra exposición nos referimos al concepto de crítica ofrecido por Ma-
nuel Asensi Pérez desprendido a su vez de diversos pensadores: «Crítica como desacuerdo y disidencia, con
esa virtud que co nsiste, según Foucault, en “el arte de no ser gobernado o incluso el arte de no ser gobernado
de esa forma y a ese precio” (M. Foucault, “¿Qué es la crítica? (Crítica y Aufklärung)”, en Sobre la ilustración,
Madrid, Tecnos, 2006, p. 8). Tal concepto surge, en efecto, de una desconfianza, recusación, limitación y deseo
de transformación en relación con una determinada manera de gobierno y se ubica en la línea de nociones de
“crítica” postulados por Horkheimer, Derrida, Hall, Williams, Foucault, Said o Butler, entre otros» (Asensi 10).
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Este cuestionamiento a dicho modelo de mundo, es ofrecido al lector no «en
una sencilla relación de causa-efecto» (Asensi 36), dado que el silogismo que po-
see la maquinaria textual se encuentra en muchas ocasiones enmascarado y se
ubica en la dirección de una re-politización, a través del texto literario, de la esfera
cultural y social en general, con el objetivo de replantear nuestra praxis cotidiana
en relación a los modelos de gobierno imperantes. Es decir, las crónicas monsi-
vaisianas que proponemos, conducen a un tipo de incomodidad entre ideología y
realidad, en el sentido de desacuerdo que ha apuntado Slavoj 6i7ek: «Una ideolo-
gía «se apodera de nosotros» realmente solo cuando no sentimos ninguna oposi-
ción entre ella y la realidad —a saber, cuando la ideología consigue determinar el
modo de nuestra experiencia cotidiana» (Sublime 80).
Dicha incomodidad es el resultado de la interpelación hacia los sujetos, por
parte del discurso vertido en las crónicas a tratar, que siguiendo a Manuel Asensi,
funcionan de acuerdo a sus distintas maneras de «amalgamar lo conceptual y lo
afectivo... [y de acuerdo al] silogismo [que] posee una función referencial que
tiene lugar en medio del registro lingüístico y semiótico... resultado de una opera-
ción lingüístico-semiótica» (43 y 46), ya sea para reforzar los controles que esta-
blece el discurso hegemónico (la ideología dominante), o ya sea para sabotear
dichos controles trasgrediendo dicho discurso hegemónico. En este caso, inter-
pretamos que el tipo de crítica que operan las crónicas monsivaisianas empiezan,
siguiendo a Ranajit Guha, «examinando los componentes del discurso, vehículo
de toda ideología, en cuanto a la manera en que se combinan para describir una
particular figura del pasado» (Asensi 315), y a partir de ello, podemos dar cuenta
de la manera en que la «car tografía» de dichos textos está funcionando como una
trasgresión a la ideología dominante y a su imposición de «modelo de mundo», a
través del tipo de crítica de la cual Asensi nos ofrece una definición:
La «crítica» en la acepción que la empleo aquí, es el ejercicio de un sabotaje de aque-
llas máquinas textuales lineales o no lineales (literarias, filosóficas, políticas, éticas,
fílmicas, arquitectónicas, discursivas en general) que presentan una composición
silogística entimemática como algo natural, transparente o mimética. O bien, la prác-
tica de una cartografía de aquellos textos que funcionan como un sabotaje de un
determinado modelo de mundo. Esta distinción es importante porque subraya que
la crítica como sabotaje presupone que existen dos clases generales de textos: los
textos téticos cuya estrategia fundamental es la de ocultar su carácter entimemático
o sus fisuras, y los textos atéticos que en su disposición dan a ver su composición
silogística y ponen en crisis la posibilidad de esta composición [52, 53].
Proponemos que los textos propuestos se ubican en la línea de aquellos que
Asensi nombra como atéticos, es decir, «que en su disposición dan a ver su com-
posición silogística», contrariamente a hacer «desaparecer o esconder su carácter
ideológico» (Asensi 16), trasgrediendo, de esta forma, la ideología dominante del
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