La medición del cambio tecnológico en la moderna teoría del crecimiento económico: la contabilidad del crecimiento y la productividad total de los factores (PTF). El efecto tasa de la PTF en las Comunidades Autónomas (CC.AA.) españolas (excepto Ceuta y Melilla) expresado por índices de Malmquist (1987-2004)

AutorTomás Gutiérrez Barbarrusa
Páginas265-323

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1. Introducción: el cambio tecnológico en la moderna teoría del crecimiento económico

Desde un principio, en la teoría económica, existe una división claramente apreciable entre la descripción del crecimiento de las dotaciones de factores en una economía, por un lado; y, por el otro, la determinación de la configuración de equilibrio estático asociada con una dotación dada de factores en un determinado momento. Una descripción completa de una economía en evolución exige claramente la especificación e integración total de ambos hechos, sin embargo, en diferentes momentos de la historia de la doctrina, uno u otro tema han podido dominar la discusión.

De la misma manera en que la macroeconomía ofrece una forma de condensar y resumir lo más notable de un modelo completo de equilibrio general, la teoría del crecimiento describe la forma en que este modelo condensado cambia a lo largo del tiempo. La teoría y los modelos de crecimiento - las ecuaciones del movimiento de un sistema económico - son una derivación natural de las estructuras corrientes del equilibrio general. Gyfalson (1999), desde un enfoque neoclásico, apunta que la teoría del crecimiento económico pasa por tres revoluciones señaladas179: la primera se inició con Adam Smith y se extiende hasta la incorporación de los modelos matemáticos de Harrod (1939) y Domar (1946), que es cuando con rigor puede decirse que se inicia la llamada «moderna teoría del crecimiento económico»; la segunda corresponde a la aparición del modelo neoclásico de Solow (1956) y Swan (1956); y la tercera coincide con el surgimiento de los modelos de crecimiento endógeno a partir de los trabajos de Romer (1986) y Lucas (1988).

La descripción del proceso por el que la riqueza se acumula y la población crece dominaron, en gran parte, los primeros estudios del desarrollo económico de las naciones, como puede observarse en los trabajos de Smith, Ricardo, Malthus y Marx (lo que Baumol denomina «magnífica dinámica»180). Posteriormente, la elaboración del equilibrio estático general con dotaciones de factores dadas, vino a ser el tema central de la teoría económica que culmina, a finales del siglo XIX, en los modelos de equilibrio general de Walras y en los Principios de Marshall. Tras la

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solución de algunos de los problemas teóricos relacionados con la naturaleza del equilibrio momentáneo, la atención se volvió hacia los modelos agregados en los que se trataron explícitamente el dinero y los activos financieros y en los que la obtención de la clarificación de los mercados de productos o de mano de obra resultaba difícil o imposible. En este punto, la Teoría General de Keynes es una referencia obligada en la literatura.

Aunque, como se ha señalado, los inicios de la hoy conocida como «moderna teoría del crecimiento» se encuentran en los trabajos de Harrod (1934a, 1934b y 1939) y Domar (1946) (en el conocido modelo HarrodDomar), existe, no obstante, unanimidad, por parte de las tendencias teóricas más importantes, en situar al primero como principal referente y punto de partida, ya que fue quien, por primera vez, planteó expresamente la cuestión de la teoría macrodinámica en 1934 y la aplicó específicamente a un modelo de crecimiento en 1939181. Harrod buscaba una aplicación de los principios keynesianos a los problemas del largo plazo. De esta línea surgió un renovado interés por el crecimiento, así como algunas controversias muy agudas debido a las diferentes apreciaciones económicas y sociales de las distintas tendencias, que se extendieron prácticamente hasta los años 1970 y cuyos contenidos se hallan fuera del alcance de esta tesis182.

La finalidad principal del modelo Harrod-Domar era definir una tasa de crecimiento que mantuviera la senda del crecimiento continuo teniendo en cuenta, además, las variaciones que se producían en las variables dadas de una forma exógena a través de la relación técnica entre consumo-ahorro, inversión y output. Su preocupación se centraba en identificar las posibles sendas y las relaciones entre variables que garantizaran la estabilidad del crecimiento. Sin embargo, la conclusión a la que se llegó con el modelo respecto al capitalismo y al crecimiento continuo no era optimista, ya que no se encontró ninguna razón económica que asegurara la estabilidad del sistema y, aunque se alcanzara una tasa de crecimiento estable, no había

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nada, inherente al funcionamiento de un sistema capitalista cerrado, que mantuviera tal tasa continua o que obligara al sistema a regresar a la senda del crecimiento continuo si llegaba a extraviarse de ella. Esto constituía el problema de la inestabilidad.

Cuestión aparte era el problema de la singularidad de las sendas de crecimiento continuo, conocido más comúnmente como el problema del filo del cuchillo («knife-edge»). Este problema no se refería al grado de estabilidad de la senda de crecimiento, sino a la singularidad de la misma, es decir, a la existencia de un único valor que diera lugar al crecimiento continuo justificado y natural. El filo del cuchillo implicaba, por tanto, que existía una sola senda, mientras que la inestabilidad se refería a la capacidad del sistema para mantenerse en la senda una vez la hubiera alcanzado. El problema de la singularidad de la senda de crecimiento continuo se ha revelado como la parte de la teoría de Harrod que mayor interés y crítica ha despertado en las teorías subsecuentes.

Cabe afirmar, por tanto, que los modelos de desarrollo postkeynesianos183han nacido de los problemas planteados por el análisis dinámico de Harrod, de la reconsideración de sus supuestos y pueden ordenarse en función de las respuestas ofrecidas a dichos problemas184. A partir de ellos, el tratamiento del cambio tecnológico ha cobrado una especial relevancia. Pues, si bien, los elementos básicos de la «teoría moderna del crecimiento» ya estaban presentes en las obras de los economistas clásicos – y así, desde el princicipio, Adam Smith observó en la «división del trabajo» la importancia del progreso técnico, la trascendencia de la invención e introducción de la maquinaria y su capacidad creadora en la formación y ampliación del capital -, no es hasta los años 1950, con el inicio de la edad dorada del capitalismo, cuando se aborda de forma sistemática el progreso técnico como variable necesaria para explicar el crecimiento económico, la distribución de sus resultados y las diferencias crecientes entre la acumulación de capital y el aumento de los costes, entre los que destaca la parte variable más vulnerable, esto es, el salario de los trabajadores.

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Las teorías del crecimiento que han seguido la línea neoclásica se denominan «nuevas teorías neoclásicas» o «neo-neoclásicas»185. Descienden directamente del enfoque marginal, como la teoría del equilibrio general de Walras. El problema de la valoración y de la determinación de la tasa de beneficio ha sido ampliamente ignorado en estos modelos, los cuales intentan dinamizar el modelo estático neoclásico diferenciando, con respecto al tiempo, las variables dadas.

La segunda tendencia básica reposa principalmente en las obras de Keynes y Kalecki (1939, 1954 y 1966)186. Este enfoque postkeynesiano intenta adaptar la Teoría General a los problemas del crecimiento a largo plazo. Harrod es, obviamente, la cabeza cronológica de esta línea. Las «teorías postkeynesianas»187se distinguen de las neoclásicas por emplear la distinción básica entre costes de producción y output. Además, admiten y reconocen las dificultades que presenta la valoración, y algunas intentan suministrar una teoría de la distribución basada en una determinación independiente de la tasa de beneficio. Su genealogía puede referirse a la tradición clásica, a Ricardo y a Marx en particular. Así, la tendencia postkeynesiana ha recibido gran ayuda de la elegante solución de Piero Sraffa (1975)188al problema clásico de la valoración, en el sentido de que resulta imposible hablar de los valores del capital si no se dispone de una determinación independiente de la tasa de beneficio.

Tanto la corriente neo-neoclásica como la postkeynesiana abordaron el problema del cambio técnico en sus modelos. Los modelos neoclásicos tradicionales de crecimiento tienen su origen en los trabajos de Solow (1956) y Swan (1956). Estos modelos, siguiendo una orientación harrodiana en sentido truístico, consideran que la acumulación de capital, que es el principal motor de crecimiento, está financiada casi en su totalidad por el ahorro interno, por lo que el nivel de esta variable juega un papel fundamental en el desarrollo económico. Los países que más ahorran, aunque temporalmente puedan endeudarse en el extranjero, tienen mayor

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capacidad de invertir y, por tanto, de crecer más rápido. Parten, asimismo, del supuesto de que los...

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