Prólogo de la autora

AutorRosa Mª Satorras Fioretti
Cargo del AutorProfesora titular de Derecho eclesiástico del Estado. Universidad de Barcelona

PRÓLOGO

Hasta ahora siempre había pensado que los investigadores eligen sus objetos de estudio en función de diversos factores de su interés, sea por preferencias temáticas, sea por la conveniencia de los grupos a los que pertenecen, sea por sus propias inclinaciones vitales o por las necesidades de su ejercicio profesional; pero esta verdad no es absoluta, pues puedo asegurar al lector que el tema que aquí presento me ha escogido a mí y no yo a él, porque ni me considero especialmente escatológica, ni me gusta el tema de la muerte como tal, ni ha resultado siempre agradable realizar la presente incursión en el complejo mundo de los tanatorios.

Hace algunos años, tras asistir al funeral de un conocido, celebrado en un tanatorio, y a la vista de la extraordinaria profesionalidad del ministro católico oficiante, comencé a preguntarme acerca de la estabilidad de su función o del tipo de vinculación contractual que tendría con dicho centro funerario, entonces municipal.

A partir de ese momento surgió en mí una gran curiosidad —como mero ejercicio intelectual teórico, al principio— sobre todo este asunto de los funerales religiosos. Poco a poco, las preguntas fueron tomando carta de naturaleza: comencé a reflexionar sobre qué ocurriría en las exequias de las religiones minoritarias, en el sentido de ver si estaban previstas, o no, en esos centros mortuorios, o sobre las despedidas laicas, que en las grandes ciudades cada vez tienen mayor acogida, o acerca de si sería el muerto el titular del derecho de asistencia religiosa, si es que se podía calificar como tal la actividad. Intuía algunas de las respuestas, pero la mayoría quedaban todavía sin contestación.

Me resistí al tema todo lo que pude, porque, qué duda cabe que se trata de una materia poco atractiva a los ojos de cualquiera, pero cada vez que me planteaba comenzar un nuevo trabajo volvía a resurgir con renovado vigor; llegó un momento en el que sentí la necesidad de liberarme de una vez por todas de él: fue cuando decidí imbuirme de lleno en su estudio.

Para poder preparar el texto que el lector tiene entre sus manos he tenido, en primer lugar, que pasar por encima de mis propios recelos y tabúes sobre la muerte y sus consecuencias, introduciéndome en un terreno inexplorado por parte de la ciencia eclesiasticista que a muchos podría parecer, cuando menos, escabroso.

Durante esta etapa, debo reconocer que ha habido experiencias gratificantes, como lo ha sido poder conocer a diversas...

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