Prólogo

AutorÁlvaro Vidal Herrero
Páginas15-18
PRÓLOGO
1. Es difícil que el lector encuentre entre la literatura jurídica un
prólogo similar a este.
No es su finalidad, sino el ánimo de quien lo escribe lo que lo hace
diferente.
En efecto, como tantos otros, también este prólogo se destina a en-
salzar las bondades de la obra. Tengo para mí, sin embargo, que nunca
antes ningún prologuista se ha enfrentado a esta tarea con el temor con
que ahora la acometo yo.
Mi temor es este: no saber honrar adecuadamente a quien me ha
destacado con el honor de presentar este libro sobre la apelación «ad-
hesiva» penal. Quien conozca a Álvaro VIDAL HERRERO coincidirá
conmigo en que se trata de un temor fundado y también en que el te-
mor, el miedo insuperable, no juega en este caso como eximente de la
responsabilidad.
2. «Todo abogado vive en su patrocinio ciertos momentos durante
los cuales, olvidando las sutilezas de los Códigos, los artificios de la elo-
cuencia, la sagacidad del debate, no siente ya la toga que lleva puesta ni
ve que los jueces están envueltos en sus pliegues; y se dirige a ellos mi-
rándoles de igual a igual, con las palabras sencillas con que la concien-
cia del hombre se dirige fraternalmente a la conciencia de su semejante
para convencerlo de la verdad. En estos momentos la palabra «justicia»
vuelve a ser fresca y nueva como si se pronunciase entonces por primera
vez; y quien la pronuncia siente en la voz un temblor discreto y suplican-
te como el que se siente en las palabras del creyente que reza».

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