Prólogo

AutorAna María Marcos - Javier de la Torre
Páginas11-13
PRÓLOGO
Ya hace casi cinco siglos, nuestros grandes teólogos de la Escuela de Sala-
manca (Vitoria, Soto, Báñez), con esa integración de occamismo, humanismo
y tomismo renovado, señalaron con gran lucidez y hondura que era lícito, en
algunas ocasiones, no llevar a cabo aquellos medios que suponían mucho es-
fuerzo y medios bastante duros (como un largo viaje a tierras más cálidas, una
operación peligrosa), aquellos medios que implicaban muchos tormentos y
enorme dolor (una amputación –estaban en una época preanestésica), un cos-
to extraordinario o medios valiosos y exquisitos que podían dejar al enfermo
y su familia en la precariedad (por tener que vender los pocos bienes que se
poseían) o aquellos medios que producían en el enfermo un horror severo, un
intenso miedo o repugnancia.
Durante estos siglos un consenso amplio ha impregnado nuestra cultura
occidental aceptando que, en determinados momentos, hay que aceptar de-
jar morir en paz, rechazar tratamientos desproporcionados y fútiles, limitar y
adecuar el esfuerzo terapéutico, usar calmantes aunque se acorte la vida, etc.
En el siglo XX se produce un profundo cambio en el final de la vida y en la
cultura occidental. Se alarga la esperanza de vida y los procesos de muerte,
cambian las actitudes culturales ante la muerte, las actitudes de los médicos,
la concepción de los mayores en la sociedad, la asistencia médica, las técnicas
de soporte vital y aumenta la conciencia democrática y de libertad en la ges-
tión privada de la vida. La consecuencia es una mayor carga general de la en-
fermedad y mayor duración de los cuidados, una mayor necesidad de asisten-
cia médica, una mayor frecuencia de situaciones de dependencia y demencia y
un mayor coste de los cuidados al final de la vida.
A pesar de estos cambios, no será hasta finales del s. XX cuando unos pocos
países (Holanda, Bélgica, Estado de Oregón) den pasos decididos, con distin-
tos modelos jurídicos, para despenalizar la eutanasia, en el caso de los dos pri-
meros y el suicidio asistido en ciertas circunstancias, en el terero. Posterior-
mente varios estados norteamericanos, Colombia, Luxemburgo y Canadá se
añadirán a esta limitada lista de países.
En España no se planteó seriamente el tema hasta finales del siglo XX. El
código penal y el código de Deontología Médica eran claros en su sanción. Una
De nuevo la eutanasia.indd 11 04/01/2019 22:07:55

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