Prologo

AutorJosé Luis Lacruz Berdejo
Cargo del AutorCatedrático de Derecho Civil

No creo incurrir en exageración retórica al iniciar este Prólogo a los Estudios de Derecho Privado Común y Foral del Profesor José Luis Lacruz Berdejo con la afirmación de que su autor fue un fenómeno de la Naturaleza; un reflejo especialmente rutilante de la Sabiduría divina; lo que en lenguaje coloquial denominamos un fuera de serie... No es exageración retórica ni tampoco visión deformada por el sentimiento; sino dación de fe, testimonio autorizado, de una realidad constatada a lo largo de una vida y evidenciada en multitud de variadas ocasiones.

Fue, por lo mismo, José Luis Lacruz, un incomprendido en los estadios iniciales de su apasionado quehacer científico, por parte de un sector de personas más o menos relacionadas con estas cuestiones, sector relativamente amplio en tales comienzos, siquiera después fuera estrechándose, hasta desaparecer rendidamente, cuando el discurrir del tiempo fue evidenciando realidades sin trampa en el ser y hacer científico de Lacruz, a la par, acaso, que se fueron dulcificando, humanizando, las formas y modos de manifestarse tales realidades.

El Profesor Lacruz Berdejo irrumpió en la civilística española de los años cuarenta, casi como un enfant terrible -sin pretender serlo- que rompía moldes y suscitaba extrañezas y recelos; riguroso en la búsqueda y exposición de la verdad científica, no transigía con la diplomacia ni con la conveniencia; iconoclasta con los tópicos, la frivolidad científica y la pereza mental, no le dolían prendas en su denuncia y remedio. No había cumplido todavía los veinticinco años cuando comenzó una clase avisando a sus alumnos: «hoy comenzamos el estudio de la posesión -y, como un inciso sin énfasis, como si se tratase de un comentario normal, prosiguió- tema, por cierto, depravadamente tratado en los manuales al uso...»; tenía razón pero asombraba que la tuviese...; después desarrolló con luces nuevas, a partir de las paralelas diferencias de Savigny y Ihering, toda una exposición de tan ardua materia -el derecho a seguir teniendo que la tenencia confiere- de la que hemos vivido bastantes civilistas hasta hoy.

Irrumpió a cuerpo limpio -sin precedentes familiares de los que lucrar inercia-; por su cuenta y riesgo -sin la orientación y el aval de un Maestro ni la cobertura de una Escuela- y haciendo lo que creía deber hacer -sin someterse a usos y modos convencionales, sin adoptar medidas de conveniencia-; con ello, sus primeras actuaciones evocaban el más difícil todavía.

Fue José Luis Lacruz Berdejo el mayor de los cuatro hijos que de su matrimonio tuvieron don José Lacruz Casamayor y doña Elena Berdejo Casañal.

Don José, caballero cabal que compaginaba con naturalidad elegancia espiritual y sobriedad -casi pudor- en sus manifestaciones, formaba parte, en Zaragoza., de los que Moneva denominó «comerciantes de altura»; era dueño y empresario de los Almacenes «La Palma», tienda de tejidos situada en la calle Alfonso, itinerario obligado hacia el Pilar. Doña Elena era como una exquisita simbiosis de distinción y cariño. Era una de las cinco hermanas -más dos hermanos- Berdejo que, con sus respectivos matrimonios, formaron una red parental muy característica de la Zaragoza de entonces. Yo profesaba especial cariño a doña Elena; recuerdo cómo, durante las primeras oposiciones de José Luis las sufríamos juntos, casi más que el propio opositor: Coincidíamos en una Misa temprana de la anterior Iglesia de Madre Vedruna y, a la salida, durante un breve paseo matutino por el de Mola -antes y ahora, de Sagasta-, descargábamos nuestras inquietudes, temores y esperanzas. Mas, lo que quería aquí hacer observar es que, de tan ilustre progenie, no había precedente de dedicación profesional a la investigación y enseñanza del Derecho civil, ni nada parecido. El único jurista Berdejo Casañal era don Mariano, Secretario de Ayuntamiento -últimamente, del de Madrid- y poeta. Había afecto familiar entrañable pero no influyó en la formación de José Luis. El vínculo más aproximado era el de su tío -parentesco de afinidad: casado con Isabel Berdejo- don Francisco Pala Mediano -según voy a explicar.

Porque José Luis -ya lo he dicho- tampoco tuvo un Maestro que le orientase en los arcanos de la investigación jurídica y le pilotase en el laberinto de las oposiciones a cátedras de Universidad. La influencia más determinante, en este orden de cosas, fue, efectivamente, la de su tío Paco Pala. Era éste un jurista práctico pero con una formidable cultura jurídica -no era la única- y conocedor como pocos del Derecho foral aragonés; muy joven (recién cumplida la edad mínima exigida), había obtenido por oposición la notaría de El Cerro de Andevalo en la provincia de Huelva; fue también notario de Calanda y de Fraga; finalmente recaló en Zaragoza, mediante oposición restringida, y ya...

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