El proceso nacionalizador en la Ilustración: nacionalismo ¿en el siglo XVIII? El patriotismo como impulso

AutorAntonio Morales Moya
CargoFundación Ortega-Marañón
Páginas41-53
236
El proceso nacionalizador en la Ilustración:
nacionalismo ¿en el siglo XVIII? El patriotismo
como impulso
ANTONIO MORALES MOYA
FUNDACIÓN ORTEGA-MARAÑÓN
La actuación de Felipe V, en la estela de Luis XIV, tuvo como inspiración la exalta-
ción de la dinastía, desde la ilimitada capacidad de intervención y disposición sobre
los ordenamientos de los reinos». Una «Nueva Planta» historiográfica aparecerá
también —Feijoo, Mayans, Huerta, Velando, Abreu— con persistentes invocaciones
a la Nación. Será a partir de 1739 —crisis financiera, guerra contra Inglaterra y par-
ticipación en el conflicto sucesorio austriaco— cuando los intereses nacionales, se-
gún señaló William Coxe, parecen imponerse sobre los dinásticos tras el fracaso del
primer Pacto de Familia (1733).1 Cabe matizar. Ciertamente, después de la guerra
de Sucesión, España hubo de sustituir sus ideales universales por los ideales atlánti-
cos y mediterráneos. Ahora bien, Jover ha resaltado cuanto tuvo la política exterior
española —al margen de actitudes personales reflejadas en la obstinación de Isabel
de Farnesio por procurar tronos en Italia a sus hijos— de fidelidad a los intereses
nacionales, al mantenerse la independencia, frente «a la cómoda solución satelista
encubridora de inepcias, adoptada por el siglo subsiguiente», así como de fecundi-
dad en los logros. El irredentismo mediterráneo desbordó los azares dinásticos, por
cuanto «la política dinástica tenida por motor de nuestra continua intervención en
Italia, tuvo la fortuna de ser, al mismo tiempo, una política nacional». Nos encontra-
mos, pues, ante una política exterior borbónica que hasta la época de Carlos IV, fue
fiel a los intereses nacionales, capaz de restaurar la presencia española en el Medite-
rráneo Oriental y de mantener la integridad del Imperio indiano.2 Finalmente, Oza-
nam ha estudiado los que denomina «instrumentos de fuerza y negociación», Ejér-
cito, Marina y Diplomacia, que, como esenciales para la política internacional, hu-
bieron de ser creados después de la Paz de Utrecht, con éxito razonable.3
1. Cfr. P. Fernández Albaladejo, «La nación de los “modernos”: incertidumbres de nación en la España de Felipe
V» y «Dinastía y comunidad política. El momento de la Patria», capítulos VII y VIII de Materia de Es paña cultura
política e identidad en la España Moderna, Marcial Pons, pp. 177-196 y 197-244. Del mismo autor «Dinastía y
comunidad política», en P. Fernández Albaladejo (ed.), Los Borbones: Dinastía y memoria de nación e n la España
del siglo XVIII, Madrid, Marcial Pons / Casa de Velázquez, esp. pp. 514 y ss.
2. J.M.ª Jover, Política mediterránea y política atlántica en la España de Feijoo, Oviedo, 1956.
3. D. Ozanam, «La política exterior en tiempos de Felipe V y de Fernando VI», en Historia d España , fun dad a po r
R. Menéndez Pidal..., t. XXIV, vol. I; y La Diplomacia de Fernando VI, Madrid, 1975.
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