Un paréntesis sobre la unidad del intelecto del hombre

AutorRicardo Dip
Páginas73-76

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A la unicidad real de la potencia intelectiva humana —es decir, la unidad de la inteligencia y de la razón, así como de los intelectos especulativo y práctico, que son apenas funciones de una sola potencia o ciertos actos de esa misma potencia del entendimiento humano205— corresponde, sin embargo, su histórica distinción expresiva206, que se relaciona, en primer término, con el reposo y el movimiento, atribuyéndose al reposo la simple aprehensión de la verdad cognoscible —la que se refiere, especialmente, a la inteligencia — y, a la razón, la dinámica del discurso, esto es, el movimiento que, partiendo de verdades aprehendidas de manera inmediata, pasa con estas, a nuevas verdades: de modo que la inteligencia intuye207, y la razón

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discurre, pero siempre, inteligencia y razón, funciones o actos intelectuales se dirigen a un mismo fin: la verdad208.

El entendimiento, sin embargo, puede conocer lo verdadero absoluto209 o necesario210 —que el intelecto aprehende y refleja de manera similar a la que mostraría un espejo211— o, de modo diverso, puede aprehender la norma o la medida de algo que aún debe obrarse (acción inmanente) o hacerse (acción transeúnte)212.

Se trata aquí de distintas funciones del intelecto o de modos análogos de conocimiento intelectual: mientras que el entendimiento, llamado teórico o especulativo, solamente aprehende las cosas, el entendimiento que se dice práctico, además de aprehender las cosas, puede también causarlas — «(...) ratio vero practica est non solum apprehensiva, sed etiam causativa»213.

Así, el entendimiento especulativo y el práctico se distinguen secun-dum finem, porque el conocimiento práctico tiene por fin una obra (finis

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practica est opus214), de tal suerte que el movimiento del saber especulativo termina con la posesión intencional del objeto por el propio sujeto cognos-cente, mientras que, en el saber práctico, el movimiento conduce a la obra215, busca los medios para ejecutar el fin o bien de la voluntad216. En otros términos: «El conocimiento práctico, pues, se distingue del especulativo por su referencia a la praxis»217.

A la distinción entre los saberes agibles y factibles —a saber, morales y poiéticos (estos, incluyendo los artísticos)—, distinción comúnmente fundada en la inmanencia de los primeros y en la transitividad de los saberes de lapoiesis218, cabría añadir el examen de su situación predicamental219 y, además, el de la problemática unidad de género de esos saberes morales y poiéticos220. El análisis de estos temas sobrepasa los límites intencionales de este...

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