La negación del holocausto: el caso de Violeta Friedman contra León Degrelle

AutorJorge Trias Sagnier
CargoAbogado
Páginas48-55

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  1. Hace unas semanas se estrenó una pelicula, protagonizada por Rachel Weisz, dirigida por Nick Jackson y con un guión David Hare, que cuenta el periplo legal de la historiadora americana Deborah Lipstadt y la editorial Penguin Random House, que fueron demandados por el propagandista neonazi David Irving, que había sido acusado de mentiroso, falsificador y tergiversador de documentos por la historiadora pues, como se sabe, Irving, que escribió una biografía elogiosa de Göring, es uno de los mayores negacionistas del Holocausto. Irving terminó encarcelado en Austria, donde negar el Holocausto constituye delito, y tiene prohibida la entrada en Alemania, Canada, Australia y Nueva Zelanda. Creo que ahora reside en Escocia, cerca de Invernes, y sigue manteniendo sus opiniones con contumacia. En España, un caso parecido, del que fui como abogado protagonista principal, provocó la tipificación en el Código Penal de 1995 del delito de odio, y un gran revuelo jurídico ya que el Tribunal Constitucional, enmendado la plana al Tribunal Supremo, otorgó legitimación activa a una señora judía -Violeta Friedman- que había estado en Auschwitz y que se sintió ofendida y escandalizada por las afirmaciones genéricas de otro negacionista de altura. Qué digo de altura, del negacionista por excelencia: León Degrelle, ex general de las SS, cuya vida daría para una película mucho más interesante que la mediocre recientemente estrenada. En esta historia que yo viví sí que se dan todos los ingredientes necesarios para lo que se conoce comunmente como “thriller”. El guión, que les voy a contar, lo digo con modestia, es mío.

    Eso de que el derecho es aburrido lo afirman quienes no conoce lo que es el derecho. Detrás de cada caso hay una historia, cada cual más interesante que la anterior. Lo que ocurre es que la mayoría de los estudiosos se quedan en la teoría, en los fundamentos de derecho, pero no contemplan la historia humana sobre la que recaen esos implacables y fríos fundamentos, que una veces nos dan la razón y otras nos la quitan. Veamos, pues, esta historia que sucedió en España hace ya 32 años cuando no había internet ni teléfonos móviles, cuando empezaban a enriquecerse a base de pelotazos algunas fortunas actuales, cuando gobernba nuestra patria el partido siocialista, cuando ETA mataba a decenas y las víctimas tenían que tragarse solas su pena, cuando España, en suma, todavía era un país de emigración y en donde lo del Holocauso, los neonazis, la xenofobia o el racismo sonaban poco menos que a algo muy, muy, pero que muy lejano.

  2. La revista “Tiempo” –que hace ya bastante dejó de existir- publicó la última semana de julio de 1985 un reportaje sobre León Degrelle donde se incluía una entrevista en la que este personaje desconocido para la mayoría de la gente afirmaba que si había tantos judíos ahora resultaba difícil de creer que hubiesen salido vivos de los hornos crematorios; calificaba al doctor Mengele como un médico normal y concluía que dudaba mucho que las cámaras de gas hubiesen existido alguna vez, “porque hace dos años que hay una recompensa en los EE.UU para aquel que aporte pruebas de las cámaras de gas. Son 50 millones de dólares y todavía no ha ido nadie a recogerlos”. Este individuo, admirado por Irving, el neonazi de la película, vivía comodamente en el Sur de España y contaba con buenos amigos entre las acomodadas familias que pasaban sus veranos en torno a la fama amable de una incipiente Marbella, amigos, alguno de ellos, de Alianza Popular. Este ciudadano belga con apellido de camuflaje español era considerado como un héroe icónico para los restos del irredento franquismo que pululaba en torno a Fuerza Nueva. Y nadie se había preocupado de quitarle el carné de “investigador” que le daba acceso a consultar documentación custodiada en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Pero, ¿quién era Leon Degrelle?

  3. Degrelle fue un político y militar belga, valón por más señas, es decir perteneciente a la comunidad francófona, nacido el 15 de junio de 1906 y muerto en España, donde vivió refugiado los últimos cincuenta años de su vida, el 31 de marzo de 1994. En los años treinta fundó el movimiento político “Christus Rex”, de inspiración católica y fuertemente conservadora. Pero en los años siguientes se fue radicalizando hacia el fascismo, tuvo estrechos contactos con Hitler y Mussolini y, en España, con José Antonio Primo de Rivera. Tras la ocupación alemana de Bélgica su apoyo a Hitler fue total y creó la llamada “Legión Valona” que tras las primeras escaramuzas en el frente, fue adscrita a las Waffen SS. Los “Rexistas”, que así acabaron llamándose, asumieron todos los principios antisemitas del nacionalsocialismo y del fascismo; y Degrelle calificó a Hitler como “el hombre más grande

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    de nuestra época”, siendo correspondido por Hitler quien dijo de él que “si hubiese tenido un hijo quisiera que fuese como Degrelle”.

    A medida que las tropas alemanas se fueron retirándo, ya al final de la guerra, Degrelle huyó desde Dinamarca en un avión con el que llegó a España en condiciones precarias, sin combustible, y teniendo que hacer un aterrizaje forzoso en la Concha de San Sebastián. 1945 y los años que le siguieron fueron ya malos tiempos para el nacionalsocialismo y para el fascismo. Pero España fue uno de sus refugios. Aún así, Francia exigió a Franco la entrega de Pierre Laval, primer ministro con Petain en Vichy, y Bélgica la de León Degrelle, ambos acusados de haber colaborado con las fuerzas del enemigo y de ser traidores a sus patrias. España, que no quería indisponerse con Francia y mucho menos con el general De Gaulle, entregó a Pierre Laval, que fue juzgado y ejecutado, pero se excusó con Bélgica aduciendo que Degrelle estaba hospitalizado debido a las heridas sufridas en el aterrizaje forzoso. De todos modos, Degrelle fue juzgado en ausencia, condenado a muerte y se le retiró la nacionalidad belga el 29 de diciembre de 1945. Durante quince años Bélgica solicitó infructuosamente su extradición, pero en España tenía amigos poderosos y se le concedió la nacionalidad española al ser adoptado con el nombre de José León de Ramírez Reina. Así, con ese apellido de conveniencia, vivió comodamente hasta el final de sus días.

    Cuando en España en 1945, comenzó todo el mundo a conocer las atrocidades del régimen nazi, especialmente el genocidio judío, Degrelle, que sabía perfectamente la existencia de esos campos de exterminio, no sólo no se arrepintió del apoyo que les había prestado a los nazis sino que continuó con esa ideología y fue, posteriormente, entre los años sesenta y setenta, uno de los promotores de la siniestra CEDADE, cuyos sucesores ideológicos son quienes ahora se refugian en torno a la catalana...

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