Las mujeres jóvenes en España: opiniones sobre lo público y lo privado

AutorJuana María Ruiloba Núñez
CargoDepartamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Universidad Autónoma de Madrid
Páginas265-288

Juana María Ruiloba Núñez, es investigadora (contrato FPU-MEC como PDI en formación en la Universidad Autónoma de Madrid). Licenciada en Ciencia Política y de la Administración (UAM) y Diplomada en Gestión y Administración Pública (Universidad de Murcia). Especialista en Análisis de datos e Investigación social aplicada (Centro de Investigaciones Sociológicas) y en Ciencia Política y Derecho Constitucional (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales). Termina su tesis doctoral en el Departamento de Ciencia Política de la Facultad de Derecho de la UAM. (juana.ruiloba@uam.es)

Page 266

I Introducción

Las mujeres han trabajado siempre y en todas las épocas, han sido recolectoras, costureras, matronas, ahora también miembros de las fuerzas armadas o ministras, aunque principalmente han ejercido de cuidadoras y amas de casa. El papel y la función social que se les ha asignado desde siempre ha estado emparentado con su rol de hijas, madres o esposas y se vinculaba con el plano privado, que a su vez era considerado como el propio de ellas. Las sociedades han evolucionado y ese transcurrir del tiempo -coadyuvado con la lucha de mujeres y hombres comprometidos hacia a igualdad- ha llevado a la superación de muchas de lasPage 267 barreras que les impedían desarrollar sus capacidades personales fuera del hogar familiar y les coartaban la posibilidad de elegir que hacer en todos los aspectos de sus vidas. El acceso de manera igualitaria a los escenarios político, económico o social se ha ido dando lenta pero crecientemente. Hoy las mujeres están en todos ellos1 y la igualdad entre los sexos es un valor cardinal en nuestra sociedad, pese a la percepción mayoritaria de desequilibrios por razón del género2.

II Marco teórico e hipótesis de investigación
II 1 Planteamiento del problema

Si se acude a datos concretos para “su dimensión pública” pueden encontrarse divergencias importantes si las comparamos con los varones. Así, en el mercado laboral, puede verse como las mujeres tienden hacia la ocupación en determinadas profesiones o ramas de actividad3 (segregación ocupacional4), son mayoría entre los inactivos, parados y los que buscan su primer empleo, entre los ocupados, son las que mayoritariamente tienen contratos conPage 268 jornadas parciales, tienen un salario bruto medio del 29%5 menos que los hombres, son minoría entre los cargos directivos de las empresas6 -y en general en las estructuras de poder político, económico y social- y siguen siendo las que mayoritariamente piden excedencias para el cuidado de hijos. A lo anterior, se une un uso del tiempo distinto y el desigual reparto de responsabilidades dentro del hogar, lo que condiciona todavía los comportamientos y posibilidades de las mujeres en otras facetas, su calidad de vida y la igualdad social. Si entendemos que la igualdad social se basa en el respeto a las diferencias, en la igualdad de oportunidades y en el reparto equitativo de las responsabilidades en todos los ámbitos (político, laboral, social, doméstico y familiar) y que la calidad de vida puede entenderse como un indicador objetivo que hace referencia al uso del tiempo (asumiendo que la dedicación a las actividades relativas a las necesidades personales7, a la educación8 y al tiempo libre denotaran calidad de vida, -contrariamente a lo que sucede con la dedicación al trabajo doméstico9-), tanto la igualdad real como la calidad de vida de hombres y mujeres aun no son comparables10 (como han demostrado estudios sistemáticos realizados para el caso español, por ejemplo, por el Instituto de la Mujer o por equipos de investigación con larga tradición como el dirigido por María Ángeles Durán Heras11).

Gráfico 1. Opinión sobre la situación de las mujeres en diversos planos.

[VEA EL GRÁFICO AL FINAL DEL DOCUMENTO]

Page 269

Para subsanar estas desigualdades los poderes públicos han ido introduciendo medidas correctoras en sus agendas y han implantado estrategias a favor de la consolidación de la igualdad laboral, en los planes nacionales de empleo y en medidas especificas como la aprobación en 1999 de la Ley de Conciliación, las Medidas para la Igualdad de marzo de 2005, el Plan Concilia12 para los empleados de las Administración General del Estado u otras acciones emanadas de los Planes de igualdad de oportunidades gubernamentales, comunitarios y de las Comunidades Autónomas. La mayoría de estas medidas han ido enfocadas a crear un mercado más igualitario con independencia del género, pero se han visto frenadas por la misma lógica que les guiaba, algunas son medidas de acción concretas para grupos de mujeres específicos (inmigrantes, paradas de larga duración, mujeres victimas de malos tratos...) que no han calado del todo en las dinámicas generales, y otras, no han ido más allá de la sensibilización por el tema de forma trasversal (mainstreaming)13, de aquí la necesidad de actuar más profundamente en el asunto. En coherencia con esta necesidad estaría la Ley de Igualdad Efectiva de mujeres y hombres aprobada recientemente.

II 2 Estado de la cuestión: los estudios sobre mujeres y su papel en el plano laboral y doméstico

Desde el punto de vista teórico, la cuestión de la desigualdad inherente a la dicotomización por sexo entre los ámbitos, esto es, la división entre lo público –o plano propio de los hombres- y lo privado -o escenario propio de las mujeres-, ha sido un tema ampliamente tratado en ciencias sociales y que se relaciona –entre otras- con líneas teóricas de investigación concretas: la teoría feminista del patriarcado14, la teoría sobre la crítica liberal a los conceptos de lo público y lo privado15, la identificación de tales esferas con los estereotipos16 de géneroPage 270 tradicionales17, la identidad de género18 que emana de ellos, y su plasmación en diversos estilos de vida19 y orientaciones morales20 concretas. Aún teniendo presente todo este bagaje teórico, este trabajo es más cercano a la parte de la literatura especializada que trata de medir el grado de importancia o el peso que conceden hombres y/o mujeres a lo laboral y privado. Me refiero a investigaciones que establecen perfiles de individuos en relación a la atribución de la importancia que dan al trabajo o a la familia en sus vidas (Cinamon y Rich, 2002a, Cimanon y Rich, 2002b, González y Zarco, 2004, Greenhaus y Beutell, 1985). Estos estudios plantean la existencia de tres perfiles o tipos ideales de personas que se ajustarían a: 1) un perfil u orientación de “trabajo” –personas que dan gran importancia al trabajo y baja relevancia a la familia-, 2) un perfil u orientación de “familia” –personas que atribuyen gran importancia a su rol familiar y baja influencia al trabajo-, y, 3) un perfil u orientación “dual” o de “conciliación” –individuos que dan importancia a ambos ámbitos-.

II 3 Objetivos e hipótesis

En resumen, se puede decir que comúnmente las mujeres se han caracterizado por dar un bajo grado de importancia al plano laboral. Al punto que, según el “modelo de género” -o de socialización en roles de género-, en las sociedades tradicionales los hombres se ajustarían alPage 271 primer perfil de individuos (“trabajo”) y las mujeres al segundo (“familia”), simplemente por el diferente proceso de socialización que haría que unas y otros se centraran en posicionarse en las esferas usualmente asignadas a cada uno de ellos/as. Por tanto, según este modelo, la orientación y las actividades de las mujeres seguirían siendo interpretadas mayoritariamente en función de sus roles privados21. Si se avanza en la búsqueda de teorías que puedan ayudar en el mejor conocimiento del objeto de investigación, se puede apuntar que, últimamente, se ha sugerido como más completa la aportación del conocido como “modelo interactivo”, éste pone énfasis tanto en los factores personales como los factores socio-estructurales y en las interacciones de los dos para estimar las desigualdades, y defiende que las actitudes referidas al trabajo pueden ser permutadas en virtud de cambios en ambos factores. En definitiva, y a efectos prácticos, después de las recientes trasformaciones sociales y la preeminencia de valores igualitarios en los que han sido socializadas (cambios en los factores socio-estructurales), cabe esperar que las mujeres jóvenes sean un grupo de población en que las actitudes y valores hacia el trabajo sean más acordes a los perfiles de trabajo o conciliador (aunque es especialmente interesante analizar al conjunto de jóvenes que siguen manteniendo preferencias “privadas” relacionadas con lo tradicionalmente valorado)22 y que no existan diferencias en los factores sociodemográficos (nivel educativo, grado de religiosidad, posición en la escala ideológica, reparto de las tareas domésticas en el hogar de referencia, estado civil, opinión sobre las responsabilidades familiares de las madres trabajadoras) si las comparamos con los varones.

III Las mujeres jóvenes: opiniones sobre lo público y lo privado
III 1 Los jóvenes españoles de principios del siglo XXI: ¿diferencias de género?

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR