In Memoriam Antonio Fernández-Galiano Fernández (1926-1999)

AutorB. De Castro Cid
CargoUNED
Páginas439-454

Page 439

Antonio Fernández-Galiano Fernández nació en Barcelona el 17 de mayo de 1926 y murió en Madrid el 8 de noviembre de 1999. Entre ambas fechas, la vida fue haciéndole pasar por situaciones personales y profesionales bastante variadas y a menudo complicadas 1. Pero en todas ellas proyectó ampliamente su entusiasmo vital, su capacidad de entrega, su vocación de trabajador sereno e incansable, su generosidad y su profunda bondad humana. Es, pues, justo que quienes hemos disfrutado de su compañía durante tantos años honremos ahora su memoria evocando las cualidades o virtudes que enriquecieron su densa peripecia biográfica2.

Sin duda, la vida pública de Antonio Fernández-Galiano se polarizó de forma preponderante en torno a la docencia universitaria y laPage 440 acción política, si bien con un neto predominio de la primera sobre la segunda, de modo que trasladó su buen talante académico al activismo político, pasando por él como los filósofos legisladores que prefería Platón para su República perfecta. Y, probablemente por eso, en ambos campos fue (con las inevitables excepciones) generalmente respetado, admirado y querido hasta el momento de su muerte, incluso por quienes estaban acampados en otras parcelas de creencia religiosa, convición política, actitud científico-filosófica o talante humano. Y es que, por encima de cualquier posible discrepancia o confrontación concreta, a pesar de que muchas actuaciones y algunas personas le irritaban y hasta le «sacaban de quicio» en ocasiones, él terminaba actuando siempre con la ecuánime generosidad del hombre profundamente honesto y bienintencionado.

Honestidad y bondad. Este es, creo, el rasgo que mejor define el perfil de Antonio Fernández-Galiano. Y este es también el gran legado que ha dejado a sus discípulos y amigos. Como hombre, como universitario y (creo que también) como político, prefirió siempre la integridad ética al cálculo o interés estratégico. Por eso, a pesar de que fue en todo momento muy amigo de sus amigos y consciente de la lejanía de los que no lo eran, en el último instante se inclinaba siempre hacia lo que él pensaba que eran exigencias de la verdad y de la justicia (pues para bien y para mal, propio y de sus allegados, prefirió ser en todo momento más amigo de la verdad y de la justicia que de los hombres).

Yo comencé a tratarle con cierta asiduidad hace pocos años, pero he tenido todavía la suerte de ser testigo directo de varias muestras de esa honestidad suya casi constitutiva. Y he podido admirar también la que, en mi opinión, debe ser considerada como la segunda actitud cardinal de su vida: la pasión (o más bien «obsesión» estética) por las cosas bien hechas 3. Quizá porque en nuestro entorno cultural estas dos virtudes parecen abocadas a un proceso irreversible de extinción, me impresionó muy profundamente la fidelidad y mimo con que él las cultivaba en su vida diaria, como si le resultaran totalmente connaturales. Así, su radical predisposición bondadosa y honesta (animada siempre por el respeto a sí mismo y a los demás) se plasmaba en detalles tan elocuentes como el hondo sentimiento igualitario que ponía en sus relaciones de amistad, la sencillez con que ostentaba los cargos públicos 4o el decoro, la tolerancia, la integridad y la generosidad con que se desempeñó en su vida académica. Y, a su vez, la pasión por las cosas bienPage 441 hechas hacía que cultivara hábitos tan poco comunes en la actualidad como el cuidado de la expresión correcta, precisa y hasta elegante o la escrupulosa observancia de la puntualidad en toda clase de citas y reuniones (sólo rota, por desventura, al dejarse morir mucho antes del momento justo y previsible).

Por otra parte (según lo que yo conozco y sin duda por imposición de su propia honestidad personal y de su estética de la vida) hizo siempre con toda naturalidad algo que suele ser totalmente inhabitual en los dos mundillos en que proyectó la mayor parte de su actividad: no avanzó zancadilleando al contrario, abriéndose paso a codazos o poniendo el argumento de la ética pública al servicio de intereses particulares; ni en beneficio propio, ni para ventaja de sus discípulos y amigos. Y practicó la tolerancia activa, resistiéndose a la tan extendida aplicación radicalizada y excluyente de la ética del amigo/correligionario. Por eso, ponía sus conocidas y arraigadas 5creencias, convicciones y preferencias al servicio de su propia vida, sin permitir que actuaran como frontera o trincheras de exclusión de disidentes. Y fue también generosamente comprensivo y magnánimo 6.

No es de extrañar, por tanto, que, con ocasión de su muerte, muchos compañeros expresaran la convicción de que Antonio Fernández-Galiano había sido, por encima de todo, un hombre bueno y honrado7. Y lo fue, en efecto, pero no por azar y sin coste; como suele ocurrir casi siempre, su amor a la verdad, su sentido de la justicia y su tozuda actitud de respeto a la propia integridad moral le colocaron con frecuenciaPage 442 en situaciones bastante incómodas y desagradables 8, que le obligaban a recurrir a los hondos resortes de su hombría de bien.

Este es el hombre y universitario Antonio Fernández-Galiano que yo conocí. Seguramente, tenía también algún pequeño vicio, pero (salvo su irresistible adicción al cigarrillo) no fui nunca capaz de descubrírselo. Por eso, con satisfacción de compañero y con orgullo de amigo (casi-hermano en el afecto), he circunscrito mi recuerdo a lo que conozco: sus cualidades o virtudes, especialmente las que pueden tener una mayor fuerza de ejemplaridad para todos los que seguimos residiendo en esta misma pequeña aldea de la filosofía del Derecho en la que él vivió con tanta dignidad hasta hace muy poco.Page 443

Volumen I (1984)
  1. La Decisión Jurídica. Alfonso Ruiz Miguel, Creación y aplicación en la decisión judicial. Francisco J. Ezquiaga Ganuzas, Los juicios de valor en la decisión judicial. Francisco Puy, La decisión. José M. Romero Moreno y Luis J. Pereda Espeso, Reflexiones sobre modelos matemáticos y decisión jurídica. José I. Lacasta Zabala, Decisión judicial e incidente de recusación por motivos ideológicos. Consideraciones sobre la imparcialidad política del juez. Juan Damián Traverso, La decisión administrativa. Jesús I. Martínez García, Decisión jurídica y argumentos de autoridad. Rafael Hernández Marín, Notas sobre la aplicación del Derecho. - II. Estudios. Felipe González Vicén, El darwinismo social: Espectro de una ideología. Ernesto Garzón Valdés, Moral y política. Eduardo Novoa Monreal, Algunas reflexiones sobre el derecho de castigar del Estado. Vladimiro Lansdorff Galagane-Brown, El derecho natural hoy: Ética y economía. Modesto Saavedra, La libertad de información y la ordenación jurídica de la televisión: El ejemplo alemán. Gregorio Peces-Barba Martínez, Nota sobre la justicia. Luciano Barci Martín, El Derecho Natural de Graciano. Javier Hervada Xiberta, Lo nuevo y lo viejo en la hipótesis «etiamsi daremus» de Grocio. Alfonso Rodríguez de Quiñones y de Torres, Algunas consideraciones sobre la necesidad del derecho subjetivo en L. Duguit. Antonio Serrano González, Michel Foucault: El derecho y los juegos de verdad.

Volumen II (1985)
  1. Derecho, Paz, Violencia. Norberto Bobbio, El equilibrio del terror. Jürgen Habermas, Derecho y violencia. Martín Kriele, Política de paz en la encrucijada. Albert Casamiglia, De nuevo sobre la guerra y la cooperación. Jesús Ballesteros, Paz, desarme, libertad: Obstáculos económicos e ideológicos. F. Javier de Lucas Martín, La noción de defensa y la crisis de legitimidad. José M. Rojo Sanz, Monopolización del poder, objeción de conciencia y consecución de la paz. Joaquín Herrera Flores, Presupuestos para una consideración de la paz como valor jurídico. Antonio Enrique Pérez Luño, La paz como valor constitucional. Ramón Soriano, La paz y la Constitución española de 1978. Alberto Montoro Ballesteros, Reflexiones sobre el problema actual de la guerra y de la paz internacional. Carlos Fernández de Casadevante Romaní, Aproximaciones sobre el desarme y la no-violencia. Antonio Osuna Fernández-Largo, El derecho de la paz en la escuela española del derecho natural. José M. Romero Moreno, El ideal de la paz perpetua en Kant. - II. Estudios. Guido Calabresi, Sobre los límites de los análisis no económicos del Derecho. Miguel Ángel Rodilla, Bucha-nan, Nozick, Rawls: Variaciones sobre el estado de naturaleza. Andrés Ollero, Positividad jurídica e historicidad del Derecho. Juan Antonio García Amado, Teorías del sistema jurídico y concepto de derecho. Fernando Gaundo,Page 444 Democracia, razón y derecho. José Calvo González, Presupuestos del fenómeno jurídico en la crítica marxista del derecho. Eduardo Díaz-Otero Herrero y Joaquín Almoguera Carreres, Gioele Solari, entre la crisis de la metodología jurídica racionalista y la génesis de la ideología social en el Derecho. Ismael Peidro Pastor, El sentimiento de lo justo en Unamuno.

Volumen III (1986)
  1. Metodología Jurídica. Karl Engish, Sentido y alcance de la sistemática jurídica. Josef Esser, La interpretación. Albert Calsamiglia, Sobre la utilidad de las metodologías externas para la jurisprudencia. Manuel Calvo García, Metodología jurídica e interpretación: El postulado de la racionalidad del legislador. Francisco Javier Ezquiaga Ganuzas, El argumento a contrario en la jurisprudencia constitucional. Juan Antonio García Amado, Del método jurídico a las teorías de la argumentación. Rafael Hernández Marín, Métodos jurídicos. Antonio M. Hespanha, A historiografía jurídico-institucional e a «morte do Estado». Francisca Puig-Pelat Martí, Sobre la Ciencia y el...

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