De la extraña manía de los clientes pejigueras con los procuradores

AutorColegio Provincial de Abogados de Cádiz
Páginas48-50

Page 48

Hay que tener sumo cuidado con estos clientes, porque no siempre descubre uno a la primera que nos encontramos con un pejiguera, algunos van camuflados de señores normales, lo cuál es delicado, porque nos hace cometer errores en los que, de saberlo desde el principio, no habríamos incurrido nunca, como -por ejemplo- facilitarles el número de nuestro teléfono móvil. Y entonces, ya la hemos cag..., ehh, perdón, ya la hemos fastidiado, nos convertimos automáticamente en el primer número de su agenda: por la a, abogado, justo antes de su abuelo, y, desde luego, el número más marcado desde entonces. Yo tuve un cliente que eligió mi número de móvil, entre los dos números de teléfono que podía elegir con su operadora de telefonía móvil para tener una tarifa preferente más económica, antes incluso que a su propia novia, para que luego digan que no hay amor entre abogados y clientes.

Bueno, volvamos a la pregunta que da título al artículo, porque si seguimos con historias de llamadas de clientes al móvil no acabaríamos nunca, habría que hacer un especial. Llega un momento en la vida de la relación abogado-cliente que no se puede demorar más y hay que afrontar con valentía el reto más duro al que nos enfrentamos en nuestro quehacer diario y en el que inexorablemente el cliente pejiguera se delata. Ello tiene lugar cuando suavemente y en voz bajita, como el que no quiere la cosa, le decimos "tiene usted que hacer un poder general para pleitos a favor de procuradores."

El cliente, que hasta entonces había permanecido amable, con la mirada feliz y confiado en el buen hacer de su abogado, empieza a cuestionárselo con una ráfaga de interrogantes que formula sin detenerse, ni siquiera para respirar: ¿Cómo?, ¿eso qué es?, ¿porqué?, ¿para qué?, ¿usted no me había dicho nada de eso?; y, sobre todo, la definitiva, ¿eso cuánto me va a costar?

Indudablemente esa es la clave de la cuestión. Al cliente no le preocupa la problemática existencial de la procuraduría en España, su presente, pasado y perspectivas futuras. El cliente pejiguera ha vivido feliz cincuenta y tantos años, de los cuáles los ocho últimos pre-jubilado y peñista, sin saber lo que era un Procurador y pretende vivir igual de feliz lo que le resta de vida; lo que le preocupa al cliente pejiguera es saber si ese personaje que acaba de irrumpir subitamente en su vida por culpa del malage de su abogado, le va a suponer algún coste económico, porque el cliente del abogado pertenece a esa...

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