Juristas españoles de nuestro tiempo, de Antonio Hernández Gil.

AutorJosé María Chico y Ortiz
Páginas413-417

    HERNÁNDEZ GIL, ANTONIO: Juristas españoles de nuestro tiempo. Organización Sala Editorial. Madrid, 1973.

De mano de la Editorial Organización Sala aparece en el campo del libro jurídico un nuevo trabajo de Hernández Gil, montado, por así decirlo, en dos vertientes unidas por la cúspide del significado que el Derecho puede tener desde el punto de vista de la ciencia, la cultura y su proyección social. Una de las vertientes, la primera, supone un ensayo profundo y difícil, pero muy atinado, en que el profesor Hernández Gil «reivindica», por así decirlo, la proyección universal del Derecho, mientras que en la segunda vertiente se ofrecen cinco semblanzas de otros tantos juristas que supieron dar al Derecho, con su sentido patriarcal y aleccionador, el alcance y la dimensión que el mismo contiene.

En el prefacio de la obra, Hernández Gil justifica sobradamente las razones que le han movido a entregar este trabajo al naciente programa de publicaciones de la Editorial cífada. Voy a destacar, antes de centrar la idea matriz del libro, unas frases que el autor dedica a lo que en el Page 414 mundo de la cultura representa el libro en sí. Dice que «los libros no suelen ser puros soliloquios del autor. Responden a incitaciones interlo-cutorias. Están dotados de un sentido que si, por un lado, es fruto de la incidencia en quien escribe de los diversos entornos sociales e intelectuales acuciantes, por otro lado, es también respuesta del autor a esos estímulos exteriores y a su propia conciencia de hombre de su tiempo». A esta sensacional explicación, que sirve de causa justificativa de la existencia de un libro, es preciso responder al autor con la voz del lector. Utilizo para ello una frase de Guillermo Díaz-Plaja, que en el Año Internacional del Libro escribía: «De ahí que nuestra biblioteca transmita una noción de compañía. Cuando yo leo, me acompaño de voces múltiples y comunitarias. Me siento rodeado de mentes lúcidas, que me aseguran mi condición de hombre inmerso en una colectividad, en una consoladora comunicación.»

Si, con el autor anteriormente citado, consideramos que la primera condición para que un libro sea verdaderamente «escrito» (y no sólo impreso) es que sea «pensado y creado», nada más aleccionador que este ensayo del profesor Hernández Gil para demostrarlo. Con su fino sentido jurídico sitúa perfectamente algo que, según él, venía percibiendo: la excesiva regionalización del Dercho. ¿Por qué aparece tan recluido en su reducto? ¿Cuáles han sido los avatares de la ciencia jurídica y cuáles sus posibles rumbos? ¿De qué manera es considerada por los propios juristas y, sobre todo, desde el exterior? ¿Por qué no surgen de ella ni llegan hasta ella irradiaciones culturales como las alentadas por o hacia otras ciencias? Nos hemos ido quizá demasiado a los extremos: el Derecho prerrogativa de los juristas, y el Derecho espontaneidad popular. En un caso se extrema el rigor de lo estricto, en el otro se propende a trivializaciones... Con estas palabras, el lector se da perfecta cuenta de la enorme dimensión del problema y cuál es la entrega que al mismo dedica su autor.

Dividamos con el autor esta recensión en las dos partes que el libro tiene. La primera, dedicada al examen de la situación científica y cultural del Derecho, y la segunda, a la semblanza de cinco juristas españoles de nuestro tiempo.

  1. Primera parte.-Dos anatemas, uno viejo y otro reciente, sirven a Hernández Gil para intentar reivindicar lo que en el Derecho hay de fenómeno cultural, científico y social. El primer anatema lo pronuncia Kirchmann, en el año 1847. El segundo lo da a luz Levi-Strauss, con motivo de una encuesta organizada por la Conferencia General de la UNESCO sobre las tendencias principales de la investigación en...

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