¿Necesitan tantos juguetes para poder jugar?

AutorPilar Ortiz Quintana
Páginas150-157

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Esta pregunta nos la formulamos muchas veces los adultos, especialmente los padres, ante la demanda de los niños de tener cada vez más juguetes y las imposiciones sociales que llevan a comprarlos, a veces sin saber muy bien por qué ni para qué. Con frecuencia nos encontramos con los niños aburridos: "¡Es que no sé a qué jugar!" Y nuestra respuesta: "¡Con todos los juguetes que tienes!" Quizá el tener tantos dificulta el poder elegir y decidirse por uno. Si observamos a los niños cuando juegan, nos damos cuenta de que muchas veces no utilizan los juguetes o que sólo juegan con unos pocos, casi siempre los mismos, y ésos les entretienen horas y horas. Hay niños que en seguida nos enseñan lo que tienen; otros, que lo guardan celosamente, quizá si lo enseñan tienen que compartirlo o prestarlo. Y eso a algunos les cuesta muchísimo. Hay niños que juegan mucho y otros que no juegan apenas. Unos se distraen solos, "no se les oye", se quedan metidos en el juego, y otros necesitan siempre alguien para jugar o para pelear. Porque el juego que comienza como tal, cuántas veces acaba en pelea, entre hermanos o amigos. El "lo tenía yo", "es mío", "yo primero", es algo que oímos habitualmen-te cuando juegan. Los padres participan también de todo ello, a veces porque entran en el juego, otras veces porque hay que arreglar el camión que le regalaron anteayer y ya está estropeado. Cuando hablamos de los niños casi inevitablemente nos viene a la cabeza el juego. Y cuando recordamos nuestra infancia, muchas de las imágenes están unidas a los juegos y a los juguetes. Cuando dos adultos, en una conversación cualquiera que acaba con recuerdos de infancia, empiezan a hablar de aquello a lo que jugaban, se animan, se ponen en juego una serie de emociones que nos hacen pensar que todo ello fue vivido intensamente.

Y esto es así, porque el juego y los juguetes forman parte de la vida infantil y nunca nos desprendemos del todo de ellos. Separarse de los juguetes supone la elaboración de un duelo largo, de ahí que se guarden juguetes de cuando uno era niño. Se guardan aquellos objetos que tuvieron una especial significación para el sujeto en algún momento de su vida; y si no se guardan, por lo menos se les tiene un recuerdo muy especial. Desprenderse de los juguetes es desprenderse de la infancia, es poder crecer, ir entrando en el mundo del adulto, lo que se va logrando no sin grandes dificultades. He tratado de mencionar algunas de las cosas que observamos cuando juega un niño y lo que supone crecer. Podríamos escribir en torno a cada una de ellas. A través de este artículo voy a tratar de centrarme en algunas, dejando muchas de lado, porque sería imposible acercarse a todas. En primer lugar voy a analizar el juego, su importancia en el desarrollo del niño desde una perspectiva psicoanalítica, tratando de repasar la posición de algunos de los autores que lo han estudiado. También el juego como modo de relación, tanto con los otros niños como con los adultos. Posteriormente me referiré al juguete. Trataré de analizar su vinculación afectiva con el niño, lo que puede representar en la relación padre-hijo, para pasar a una crítica del juguete y finalmente reflexionar acerca del juguete como objeto de consumo.

Acerca del juego

Que el juego es esencial en la vida del niño es algo reconocido por todos los autores. Es jugando como va a entrar en relación con el mundo que le rodea, como va a crecer y a hacer el aprendizaje de la vida. Tan importante es el juego, que nos angustia ver que un niño no juega. Se une el estar sano con el jugar. Oímos decir a los padres; "Estaba tan malito, tan decaído, que no jugaba ni se entretenía con nada". Efectivamente, un niño sano juega. Cuando un niño no sabe o no es capaz de jugar, no temporalmente por una enfermedad física, sino habitúa I mente, es que está enfermo psíquicamente. El juego es el modo de expresión básico del niño, el no juego muestra o bien una deficiencia mental o bien una alteración psíquica, y será el anuncio de que se convertirá en un adulto que no sabe vivir. "En el juego y sólo en él pueden el niño y el adulto crear y usar toda la personalidad, y el invididuo descubre su personalidad sólo cuando se muestra creador" (WINNICOTT, 1972, pág. 80).

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El juego es esencial para un desarrollo adecuado del niño, tanto física como psíquicamente. A veces no nos damos cuenta de ello, consideramos el juego como un lujo y no como una necesidad. Agobiamos a los niños con obligaciones; desde muy pequeños incluso, después de una larga jornada escolar no tienen tiempo para jugar, porque tienen deberes. Primamos el aprendizaje sobre el juego, cuando es el juego, la capacidad de jugar y su desarrollo lo que va a permitir el aprendizaje.

¿Qué es el juego?

El juego se caracteriza por la ausencia de reglas establecidas; el niño cuando juega crea sus propias reglas, que puede modificar cuando le plazca. "Cuando inician el juego, ni los niños ni los adultos saben necesariamente cuáles son las metas que se proponen: es a través de la actividad lúdica y casi de forma casual, con el libre juego de pensamientos y sentimientos (dando rienda suelta a la imaginación), como las metas del juego comienzan a aclararse y cristalizan en determinadas direcciones" (NEWSON, 1982, pág. 14). La falta de obligatoriedad en la utilización de los objetos, de los materiales y de las ideas son inherentes en el concepto de juego, y esto mismo lo podemos encontrar en las diversas actividades creativas y artísticas. El niño puede estar realizando grandes esfuerzos, llevando a cabo un gran "trabajo", pero lo hace porque quiere, nadie le obliga ni le dice lo que tiene que hacer, y esto lo diferencia claramente del trabajo. El niño va a ir evolucionando en su juego según va avanzando su desarrollo fisiológico y psicológico. Van a surgir nuevos intereses y los juegos se modifican. En cada momento el juego tiene su sentido, en cuanto que le ofrece al niño una larga serie de experiencias que responden a las necesidades específicas del momento. A través del juego el niño va a poder dar cauce a sus fantasías y va a poder descargar tensiones, pero además le va a permitir realizar un ejercicio que no podría llevar a cabo de otro modo y le va a permitir establecer relaciones sociales con otros niños y con los adultos. Por todo ello, el juego le va a ayudar a adaptarse a la vida. "Sin el juego, el niño se disgregaría en las distintas y continuas adaptaciones a las que el mundo le somete. Jugando mantiene la continuidad de su propio yo, que es condición imprescindible para el desarrollo y va consolidando las estructuras mentales adquiridas" (LINAZA, 1977, pág. 11). Hay muchas teorías acerca del juego, no voy a hablar de todas ellas, simplemente deseo hacer unas reflexiones en torno a él.

El juego como puente entre fantasía y realidad Para el psicoanálisis el juego va a ser valorado ampliamente, en cuanto que le permite al niño dar cauce a sus fantasías y descargar tensiones. FREUD señala que el niño juega no sólo para poder repetir situaciones placenteras, sino para poder elaborar aquéllas que le resultaron dolorosas. El juego conlleva un intento de corrección de la realidad insatisfactoria. Al poder trasladar ciertas situaciones dolorosas al juego, el niño puede liberarse de vivencias muy intensas. "Se ve que los niños repiten en el juego todo aquello que en la vida les ha causado una intensa impresión y que de este modo procuran un exutorio de la energía de la misma, haciéndose, por decirlo así, dueños de la situación" (FREUD. 1920, O. C, página 1101). ABERASTURY (1968) considera que el niño repite en el juego situaciones que...

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