Introducción

Páginas11-14
Hablamos de Derechos Humanos
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INTRODUCCIÓN
Este libro, de carácter reflexivo, busca transferir a un público amplio cuestiones que,
generalmente, se abordan en la universidad desde una perspectiva tan academicista y
especializada (derecho internacional público) que son muchos quienes no llegan a identificar
los derechos humanos como algo “propio” que afecta a su cotidianeidad. Esa ha sido una
constante en esta experiencia. Acercar desde el rigor dichos temas a un público no
especializado.
Terminamos de escribir este texto justo en medio del confinamiento domiciliario de
buena parte de la población española, y mundial, a causa de la pandemia del coronavirus que
llegó desde las lejanas tierras de Wuham (China) para enseñarnos muchas cosas sobre
nuestro “mundo moderno” pero, sobre todo, para hacernos reflexionar sobre quiénes somos
y qué queremos ser como entes individuales y como sociedad. Esta nueva situación nos ha
forzado a ver cosas inimaginables hace unos meses, a ver las “sombras” de la tentación del
poder autoritario. El miedo, máxime cuando ese miedo es a perder la vida, nos hace bajar la
guardia en la defensa de nuestros derechos y libertades, pudiendo aprovecharse por el poder
para “recortar” libertades como la de expresión y de información (mediante manipulación,
censura y otros mecanismos semejantes); así como la tentación de abuso de poder para
perpetuarse en él, se confiese o no. Algo tiene el poder, porque una vez que se alcanza, en
numerosos casos parece que cuesta abrir la mano para soltarlo, siendo habitual expresiones
como: “este no es momento de hablar de tal o cual cosa”, “este es el momento de aunar
esfuerzos y no para criticar” Es palmario que la tentación de perpetuarse en el poder suele
acompañarse de medidas que facilitan el “control social”. En este sentido, se evidencia que la
“construcción de una narrativa interesada” se ha vuelto más importante que conocer la
verdad. Por lo que la verdad se ha transformado en algo “supletorio” o “irrelevante” si
contraviene nuestros propósitos y para ello, las nuevas tecnologías han mostrado su eficacia
en el intento de construir “verdades únicas e irrefutables”. En la época de la comunicación,
los niveles de desinformación o de información “dirigida” aumentan y es tal la velocidad de
“consumo”, que contrastarla es cada vez una tarea más ardua. Cada cual busca y encuentra
“su verdad”, para reafirmarse en sus propias convicciones y prejuicios sin necesidad de
reflexión, y esto es sumamente peligroso. No hay deseo de reflexionar porque la “disidencia
independiente” cada vez está más penalizada social y políticamente, máxime, si contraviene
la “narrativa oficial”. La disidencia siempre resulta molesta, pero es necesaria para no caer en
la desidia o la autocomplacencia. Uno de los aspectos más preocupantes de esa
“construcción de narrativas” de carácter “único” y machacón es que, cada vez con más
frecuencia e insolencia, quien lidera la narrativa y su corifeo tienden a adoptar una actitud
condescendiente y un lenguaje deshumanizador. Es sencillo, deshumanizar y demonizar “al
otro”, a quien disiente o pone reparos a su “narrativa”, para que nadie se atreva a expresar su
opinión libremente sin riesgo a la estigmatización.
Cada situación de crisis pone sobre la mesa numerosas lecciones para quien desea
reflexionar y aprender. En la crisis de 2008, aprendimos el significado de conceptos relativos

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