Introducción

AutorJosé Esteve Pardo
Páginas7-9

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Está ya muy extendida la percepción de que afrontamos una época de grandes transformaciones, pero lo cierto es que no se articulan proyectos para encauzarlas y dirigirlas hacia unos objetivos que tampoco se deinen. Es una de las notas de la posmodernidad: la ausencia de grandes relatos, de proyectos con capacidad de movilizar energías; el agotamiento de las utopías. No se lanzan programas, teorías o doctrinas sobre un nuevo orden social o político. Todo el movimiento crítico y reivindicativo, que lo hay, parece concentrarse en mantener lo que se ha logrado. Tal vez estamos en el primer momento de la historia en el que las fuerzas que genéricamente pudieran caliicarse como progresistas tienen una actitud decididamente conservadora, quizá porque también por vez primera una generación tiene la sensación de que sus condiciones de vida serán inferiores a las de la generación que la precede.

En el centro de estas consideraciones y reivindicaciones se encuentra el Estado social, un modelo que hoy vemos como culminante de esa evolución de los sistemas políticos, un gran logro de la cultura occidental. Pero es una realización seriamente amenazada y se teme, con fundamento, que si su deconstrucción (otra tendencia posmoderna) prosigue se producirá un retroceso histórico que deparará a la próxima generación, y tal vez a las venideras, unas inferiores condiciones de vida y de realización personal y social. Como no hay proyectos alternativos de progreso, los esfuerzos, cuando los hay, se enderezan al mantenimiento y defensa de anteriores conquistas; del Estado social, en este caso. Son las energías que con ese empeño se liberan las que están produciendo las únicas novedades relevantes sobre modelos, conceptos y teorías del Estado y de la Administración Pública. No se trata, por tanto, de grandes sistemas, de los grandes relatos de la modernidad que nos describen un nuevo orden político e institucional, sino de modelos instrumentales de mantenimiento y reforma de lo que ya tenemos. O de lo que decimos tener, porque así lo airma nuestra Constitución, y que se ve amenazado o en fase de deconstrucción. Es el caso del Estado social y

las concepciones que tienen como objetivo su preservación mediante su reforma.

Entre estas concepciones destaca, por el signiicado que encierra, la del Estado garante. No se trata propiamente de un nuevo modelo de Estado, con una nueva identidad en torno a un nuevo paradigma. No parece viable, así, una deinición...

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