La intrahistoria en las novelas de la guerra carlista de Valle-Inclán
| Autor | Jorge Urrutia |
| Cargo | Universidad Carlos III De Madrid |
| Páginas | 175-182 |
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La intrahistoria en las novelas de la guerra carlista
de Valle-Inclán
JORGE URRUTIA
UNIVERSIDAD CARLOS III DE MADRID
Ha explicado Arthur Danto que los historiadores construyen sus hipótesis a par-
tir de los documentos conservados y conocidos, pero únicamente se extendieron docu-
mentos de los hechos que, según criterios no siempre claros, lo merecieron. He-
mos de suponer que, a lo largo de los tiempos, muchas fueron las gentes que hicie-
ron la historia y carecen de interés para la historiografía. Personas, pues, con
historias, pero sin Historia.
Los autores de novelas que llamamos históricas suelen ocupar los huecos que
la historiografía deja, para urdir y situar en ellos las anécdotas y peripecias que in-
ventan. Hacen vivir así, en los intersticios, a las gentes sin historia, que suelen
verse zarandeadas en silencio por los hechos documentados para la posteridad.
Viven por lo tanto en los huecos, en los vacíos del historiador, personas que care-
cen de futuro porque viéronse privadas del presente, de su propio pres ente, del ser
que merecieron como sustentadoras últimas de los movimientos que la historia
conserva y memoriza. La magia de la literatura consigue que seres de ficción nos
revelen la vida real o su apariencia.
Las gentes sin historia hacen su vida, van de un sitio a otro, trabajan, sufren, se
enamoran. También padecen las idas y venidas de los hechos históricos y de sus
artífices oficiales. El novelista puede optar por mantener un marco de referencia
difuminado, al fondo, como un cielo en el que se recorten, a la manera de siluetas,
las figuras. También es posible mostrar a los personajes en el vaivén de las mani-
festaciones de la Historia. Por último, sucede que esos personajes sin historia vi-
ven su vida, revuelta por los acontecimientos documentables, hasta sentirse im-
pelidos a intervenir, a aspirar a protagonizarlos. No podemos dejar de recordar a
aquella madre de Gorki que, emocionada y convulsa por la muerte del hijo, se
entrega a la lucha revolucionaria y acaba, mártir también, sirviendo de paradig-
ma histórico.
Las acciones individuales se llevan a cabo, muchas veces, por razones difícil-
mente explicables que pertenecen al ámbito de lo privado, incluso hay motivacio-
nes mezquinas o casuales, pero todas ellas convergen en un acto que aspira a resul-
tar histórico, alcance resultados o no. Por eso, aunque piensan los políticos que las
ideas galvanizan a las multitudes, saben los novelistas que cada individuo acude
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