El Instituto de Reformas Sociales y los orígenes de la Sociología en España

AutorEnrique Martín López
CargoCatedrático de Sociología y Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

El Instituto de Reformas Sociales y los orígenes de la Sociología en España

Enrique Martín López

1. DOS CUESTIONES CONTROVERTIDAS

No es fácil determinar en qué momento se acaban los precursores y aparece la sociología, propiamente dicha. La constitución diferenciada del objeto formal propio de una ciencia; es decir la aparición de la perspectiva o del enfoque que da lugar a conocimientos inequívocamente propios de una nueva disciplina científica, no es algo que se produzca de una sola vez y para todas. Y esto sucede tanto en el ámbito de las ciencias naturales, como en el de las ciencias humanas. Y dentro de las ciencias humanas, no es una circunstancia exclusiva de la sociología, ni mucho menos, de la sociología española.

Lo descubrimos al estudiar a ciertos pensadores de la Ilustración inglesa y también acontece lo propio cuando se leen las obras de los arquetípico-reformistas franceses, o los escritos de los padres fundadores de la sociología norteamericana. Más aún, cuando pudiéramos pensar que nos hallamos ya dentro de los límites de la sociología, acontece con frecuencia que no todo lo que se escribe o se dice por presuntos sociólogos es estricta sociología, en el más purista de los sentidos, sino que se nos sirve mezclado con reflexiones éticas, recomendaciones políticas o propuestas imaginativas. Tal vez esto nos preocupe mucho más a nosotros que a los científicos de otros países, empeñados como estamos en ensayar el dardo acerado de la crítica contra nuestras propias carnes. Pero es el caso que convendría dejar a un lado todo tipo de prejuicios doctrinales, personales o de escuela, para valorar adecuadamente las aportaciones científicas de esos autores, más o menos próximos a la sociología, a fin de someter a comprobación la eventual corrección y validez de sus proposiciones.

Fácilmente se comprenderá que, si no están claros los orígenes de la sociología en España, difícilmente van a poderse valorar con claridad las aportaciones del Instituto de Reformas Sociales a esos orígenes. La pregunta por la aportación del Instituto de Reformas Sociales al posterior desarrollo de la sociología en España es una pregunta nunca contestada en sus justos términos y, podríamos decir que es, más bien, sistemáticamente soslayada.

En sus estudios sobre la sociología española, Gómez Arboleya, después de referirse a los escritos de Azcárate y Posada, sin hacer alu-

Catedrático de Sociología y Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

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sión a su participación en el Instituto de Reformas Sociales, pasa a considerar la influencia destructora de la fenomenología en la sociología española: « la influencia de la fenomenología en sociología constituye un fenómeno análogo al del kantismo, y continúa la etapa de crisis del crecimiento de esta ciencia entre los años 1915-1917 y 1940»1.

Llama la atención Gómez Arboleya sobre el contraste que se ofrece en esa etapa entre el desarrollo espléndido «del pensamiento, de la literatura y el arte, de la ciencia española» y la práctica inexistencia de la sociología. Y añade, intentando ilustrar su pensamiento: «Tan sólo una cátedra en la Universidad de Madrid, que regenta don Severino Aznar. Junto a ella, un Instituto que se ocupa del «problema social» y cuya actividad técnica es de gran calidad. Me refiero al Instituto de Reformas Sociales, fundado en 1904. Su historia es bien conocida». Pero es evidente que Arboleya se refiere sólo a la historia de la creación del Instituto, no a la historia científica y político-reformista protagonizada por él y desde él. De modo que alude a la creación de la Comisión de Reformas Sociales, y cómo, a partir de ella, surgió el Instituto. Únicamente añade que «trabajó de un modo positivo y concreto sobre los problemas sociales» y cita, a pie de página, los títulos de los seis u ocho informes más conocidos, de entre los elaborados por el Instituto de Reformas Sociales. Ni una sola mención de quiénes fueron los presidentes y técnicos del Instituto, ni los autores de los Informes y su personalidad y vinculación con la sociología2. A algunos de ellos, los cita como criminólogos ¿Salillas, Bernaldo de Quirós¿, o como investigadores económicos y sociales ¿Álvarez Buylla¿.

Casi cuarenta años después, también Saavedra analiza el pensamiento sociológico de Azcárate y de Posada sin mencionar que, junto a sus elaboraciones teóricas, sería obligado referirse a sus participaciones personales en las investigaciones llevadas a cabo en el Instituto de Reformas Sociales, del que el primero fue Presidente y el segundo, miembro distinguido y permanente de su personal técnico. Parece lógico pensar que sus concepciones teóricas tuvieron que estar presentes en los estudios empíricos que encauzaron y que, más o menos personalmente, dirigieron.

Salvo que se piense en una especie de división esquizoide de sus personalidades, no cabe imaginar que en ellos estuvieran completamente disociados el pensamiento especulativo y la investigación descriptiva, máxime cuando, dada la naturaleza y los fines del Instituto, su actuación terminaba desembocando, necesariamente, en una acción política y legislativa científicamente orientada. No aparece, sin embargo, en Saavedra, una sola referencia a los estudios del Instituto de Reformas Sociales, proporcionando una visión de las obras de Azcárate y de Posada3, que, pese a su innegable valor documental y panorámico, quedan desgajadas de la sociedad en la que se producen.

Más positivo es el planteamiento de Castillo, en sus «Apuntes para una historia de la sociología española»4. Se refiere Castillo,

1 GÓMEZ ARBOLEYA, Enrique, «Sociología en España», en Estudios de Teoría de la Sociedad y del Estado, Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1962, pág. 681. Sobre la validez de esta afirmación no vamos a tratar aquí, pero la recogemos en tanto que una parte de ese período (1915-1924), corresponde a la segunda mitad de la vida del Instituto de Reformas Sociales, y otra parte (1936-1939), a la guerra civil. Al final de este estudio incluiremos una sucinta relación cronológica de las obras, presuntamente sociológicas, en todo o en parte, publicadas en España entre 1875 y 1940. No siempre es fácil separar el grano científico de la paja ideológica, pero eso también sucede con las cosechas actuales.

2 Op. cit., págs. 682-3.

3 SAAVEDRA, Luis, El pensamiento sociológico español, Madrid: Taurus Humanidades, 1991, páginas 77 y siguientes.

4 CASTILLO CASTILLO, José, «Apuntes para una historia de la sociología española», Apéndice a la obra de G. DUNCAN MITCHELL, Historia de la Sociología, Madrid: Guadarrama, 1973, 2 volúmenes.

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especialmente, al Informe sobre los salarios agrícolas en Andalucía y Extremadura en el año 1905, y después de aludir a la hipótesis básica de la que parte dicho estudio, y de mencionar la técnica de cuestionario empleada en el mismo, concluye que «el citado informe, si bien con defectos, es reflejo de una actitud totalmente moderna respecto del estudio de los problemas sociales». Y añade, como corolario, que «en los primeros desarrollos de la sociología en nuestro país, ya existía una auténtica preocupación por el estudio teórico y empírico del trabajo asalariado»5.

2. INFLUENCIA RECÍPROCA SOCIEDADCONOCIMIENTO CIENTÍFICO

La sociología del conocimiento ha dejado en claro hace ya largo tiempo, que existe un condicionamiento recíproco entre la sociedad y el conocimiento científico que en ella se produce, lo cual proporciona una cierta tonalidad a la ciencia que una sociedad es capaz de producir y, sin afectar, pese a ello, a la universalidad y validez de los conocimientos, muestra una cierta predisposición a pensar preferentemente sobre ciertas cuestiones y a llevar al terreno de la acción social, económica y política, preferentemente, las consecuencias prácticas de determinados conocimientos. Esto parece más notable en el caso de la sociología que, al ser una reflexión sobre la propia sociedad, aparece históricamente, después de haberse desplegado el conocimiento científico sobre el resto de las realidades que integran nuestro mundo y que se nos hacen presente en esa misma sociedad. La reflexión sociológica aparece así, en cada país, cuando se llega a un momento de plenitud y autoconciencia en el que la sociedad se convierte en objeto de su propia consideración y en objeto de una reflexión científica de síntesis.

En Inglaterra, el acontecimiento desencadenante es, sin duda, la revolución industrial, en tanto que, en el caso de Francia, ese papel lo cumple la revolución política y social, como conjunto de acontecimientos que destruye un orden social y que pone en trance de aparición otro nuevo. En el caso de Alemania, tal vez cumpla esa función el intento de integrar la revolución económica y la revolución política en el contexto de su tradición cultural e institucional6.

En todo caso, como se ha dicho muchas veces, la sociología supone un intento de comprender la sociedad como un todo, para descubrir las leyes internas de su constitución y de su desarrollo y aprender el funcionamiento de esos principios activos que, si no se conocen, pueden producir alteraciones y conflictos. Es singularmente claro el pensamiento con el que Augusto Comte inicia uno de los primeros escritos que publica con su firma: «Un sistema social que se extingue, un nuevo sistema llegado a su entera madurez y que tiende a constituirse, tal es el carácter fundamental asignado a la época actual por la marcha general de la civilización. Conforme a este estado de cosas, dos movimientos de naturaleza diferente agitan hoy la sociedad: uno de desorganización, otro de reorganización»7. Tales movimientos, de signo contrario y protagonizados por actores sociales diferentes y enfrentados, originan conflictos y alteraciones de modo constante y constituyen el

5 CASTILLO CASTILLO, José, Op.cit., vol. II, págs. 118119. Igualmente positiva es la aproximación de Juan ZARCO, «Notas sobre el Instituto de Reformas Sociales y las tres historias de la sociología española», REIS, n.º 86, 1999, págs. 129-151.

6 Las notables diferencias en la evolución de los «problemas sociales» en Alemania se prestan a un análisis en términos de sociología del conocimiento, ya que parecen configurar un contexto social favorable al desarrollo de una sociología más armónica y equilibrada que en los países europeos, donde se afincó más profundamente el individualismo y en donde las asociaciones obreras y otras instituciones intermedias fueron objeto de mayores dificultades y persecuciones. Véase, MARTÍN LÓPEZ, Enrique, Sociología industrial, Madrid: Fundación para la Formación de Altos Profesionales (FUFAP), 1997, pág. 27.

7 COMTE, Auguste, Plan des travaux scientifiques nécessaires pour réorganiser la société (1822), Paris: Aubier-Montaigne, 1970, pág.55.

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motivo que hace necesaria la aparición de una nueva ciencia sobre la sociedad.

Pero el razonamiento que aplica Comte, con carácter general, al origen de la sociología, no resulta el más adecuado para comprender y explicar la sociedad española de mediados, o incluso de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Y sin embargo, la sociología había empezado a surgir entre nosotros, pero en virtud de circunstancias sociales muy diferentes y a partir de preocupaciones prácticas y de planteamientos teóricos distintos.

3. EL CASO DE ESPAÑA

Es ardua empresa hacer una síntesis, en el corto espacio del que disponemos para tal empeño, de los principales problemas que afectan a la sociedad española del siglo XIX y de las primeras décadas del XX, que condicionan y motivan la preocupación por los problemas sociales, primero, y la reflexión científica, después.

Enfrentado a esta tarea, después de reconocer su complejidad, escribe Gómez Arboleya que, «durante el siglo XIX asistimos al intento de afirmación de la burguesía española frente a las fuerzas tradicionales» y, ciñéndose a los hechos que él considera fundamentales en ese proceso, enumera los siguientes: «a) La misma guerra antinapoleónica, que había dado poder social, en los cuadros del ejército, a hombre sin origen noble; b) el desarrollo industrial, sobre todo en ciertas regiones; c) la desamortización que había quebrantado la posición de los poderes tradicionales: nobleza y clero, y pone en circulación una cierta cantidad de bienes; d) los restos ideológicos de la Ilustración, que dio a la burguesía una serie de supuestos para enfrentarse con la realidad tradicional»8. Si bien es cierto que el propio Arboleya intenta matizar los hechos a los que alude y que es consciente de que lo acontecido en España ¿incluso la emergencia de una burguesía-, es difícilmente comparable a lo que sucede en otros países europeos, entendemos que su enumeración es insuficiente y, sobre todo, que no resulta demasiado útil para comprender la sociología que de ahí se desprende. Pero el camino por él iniciado nos parece el más aconsejable para acometer nuestra tarea y, consecuentemente, lo vamos a seguir.

Por de pronto, conviene destacar la importancia de la Guerra de la Independencia en el proceso transformador de la sociedad española9, y no sólo por lo que se refiere a la formación de cuadros del ejército que no son de origen noble. Mayor importancia tiene el poder social y el respaldo popular de los altos jefes militares, acrisolados durante la Guerra de la Independencia, que les permitirá intervenir en la vida política a lo largo de todo el siglo XIX, al margen de las instancias políticas,

bajo la forma de pronunciamientos. Y junto a esto, la pervivencia de la estructura y el sistema de las guerrillas que, carentes de un reconocimiento y una integración adecuada dentro de la sociedad rural pacificada, sirven de pauta de conducta para la extensión del bandolerismo.

Pero, aparte de lo anterior, la victoria frente a Napoleón va unida a la aceptación de las ideas políticas liberales, procedentes de la revolución francesa y con ello, la división radical de la sociedad entre liberales y conservadores (llamados «serviles» en tiempos de Fernando VII). Las guerras carlistas prolongarán durante largos años tanto el enfrentamiento entre liberales y tradicionales, como el poder del ejército y la inseguridad de las zonas rurales. Junto a esto, la causa liberal, a través de un penetrante ejercicio de aproximación, ganó para su causa a muchos

8 GÓMEZ ARBOLEYA, Enrique, Op. cit., págs. 657-8.

9 Sobre este tema puede verse Gabriel H. LOVETT, La Guerra de la Independencia y el nacimiento de la España contemporánea, 2 volúmenes, Barcelona: Península, 1975.

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oficiales del ejército, lo que, unido al protagonismo social y político de las fuerzas armadas, decantaría frecuentemente la marcha de los acontecimientos.

El proceso desamortizador de los bienes de la nobleza y del clero, que tuvo su impulso decisivo en 1836, prohibiéndose las órdenes religiosas masculinas y vendiéndose sus bienes a los particulares, había de liberar, en principio, las «manos muertas» para favorecer el proceso industrializador, incrementando la productividad agraria. Sin embargo, los resultados no fueron siempre los esperados. Por el contrario, se formó una burguesía terrateniente, de residencia urbana, que se desentendió de las grandes fincas y de las multitudes de hombres y mujeres que vivían del trabajo en las mismas. Esta nueva burguesía, propietaria ahora, a precios irrisorios, de las tierras de la nobleza y del clero, conservaba los antiguos privilegios pero se desentendía de sus obligaciones correlativas observadas por aquéllos. La miseria de las poblaciones rurales sería, durante largo tiempo, el caldo de cultivo de constantes agitaciones campesinas. Por otra parte, cuando se estableciera el sufragio universal masculino, en 1874, la coacción y el engaño ejercidos por los caciques de cada comarca, garantizarían la permanencia de la situación. Este fue el medio de que se valieron los gobiernos de la Restauración para garantizar la estabilidad política, eventualmente al precio de la arbitrariedad y la injusticia, especialmente en los medios rurales.

Atención especial merece el proceso de industrialización que tiene lugar en España. Como se ha señalado a propósito de la revolución industrial inglesa, es necesario que, antes de que esta empiece, se produzca una revolución agraria, que a partir del mejor aprovechamiento de las tierras, origine un incremento de la producción y del consumo privado, y con ello el doble fenómeno de la expansión de la población y de la economía y de la marcha de un sector de la población rural hacia las ciudades. Pues bien, entre nosotros, el proceso desamortizador contribuyó en escasa medida a este avance de la agricultura y de la ganadería, que habían iniciado el siglo en situación verdaderamente catastrófica, como consecuencia de las guerras napoleónicas y que, en gran parte de España, habían prolongado la catástrofe a través de las guerras carlistas. Tanto el norte minifundista, como el sur latifundista, ofrecían un panorama de profunda pobreza, bien que por causas muy distintas. Y junto a esto, el dato de que la abrumadora mayoría de la población española vivía en el campo y de la producción del campo.

El desarrollo industrial es tardío, inconsistente y lento. Se inicia hacia 1830, gracias a los capitales repatriados de las provincias de Ultramar, recién independizadas, y a los escasos fondos que, procedentes de la desamortización, se arriesgaron en las empresas industriales. Pero el proceso industrializador no encuentra las condiciones políticas, económicas y sociales para una continuidad y se aletarga hasta los años posteriores a la Restauración borbónica. Por otra parte, este proceso se centra en la industria textil, la siderurgia y la minería y se localiza sobre todo en Asturias, Cataluña y las Provincias Vascongadas. A partir de 1868, el gobierno liberaliza las explotaciones mineras, hasta ese momento de propiedad estatal, y las pone a la venta, siendo adquiridas, en su mayoría, por empresas inglesas, belgas, alemanas y francesas, que explotan los yacimientos hasta esquilmarlos, frecuentemente en condiciones precarias y peligrosas para los trabajadores, sin atender a la legislación vigente, y nada respetuosas hacia el medio ambiente y los habitantes de la zona. Entre 1868 y 1900 casi toda la producción de minerales metálicos fue enviada a la industria europea. Sólo en Vizcaya una parte del capital de las empresas mineras pertenecía a españoles.

La escasez de los recursos energéticos, limitado a poco más que el carbón asturiano, más caro que el inglés y difícil de transportar a las fábricas, fue un obstáculo muy fuerte al

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desarrollo industrial, especialmente a la siderurgia. La industria textil catalana, que podía haber sido el motor de la industrialización española, defendió a ultranza tesis proteccionistas y la pérdida definitiva de las provincias de ultramar limitó su mercado al mercado interior peninsular, escasamente desarrollado. El predominio durante casi todo el siglo XIX de las tendencias individualistas o librecambistas, remunerando el trabajo por su valor de mercado, fue una fuente continua de huelgas.

Mayores matizaciones precisa la referencia de Gómez Arboleya al enfrentamiento de la burguesía, desde ideas de la Ilustración, al pensamiento tradicional español. Un sector importante de la burguesía ¿aquélla que se encumbró gracias a los negocios propiciados por la desamortización y por el desarrollo industrial¿, se aferró a la versión más anquilosada de la mentalidad del antiguo régimen para defender sus posiciones. Así, se presentaron como liberales y católicos, sosteniendo que la estructura social abruptamente desigualitaria, existente en España, era el orden natural, querido por Dios y nada debía hacerse contra ella. Ciertamente, procede también de la burguesía ¿de ciertos sectores cultos de la burguesía, no especialmente vinculados a la propiedad de la tierra y de la industria, sino a las profesiones liberales¿, el intento de llevar a cabo una regeneración del pensamiento y de la acción social y política en España. Pero la reflexión crítica sobre la sociedad española, aunque pretenda basarse en argumentos racionales, suele ir acompañada, en mayor o menor medida, de componentes doctrinales. Como tendremos ocasión de señalar esto no es exclusivo del pensamiento español.

La reflexión crítica sobre la sociedad española surgida desde la burguesía, no es unitaria, sino que ofrece, por lo menos, dos direcciones que coinciden parcialmente en su metas, pero son diferentes, e incluso contrarias, en algunos de sus valores y principios. Hay una corriente de esa reflexión crítica, de carácter laico, que se proyecta sobre la filosofía, la pedagogía, la política y la sociología, interesándose por todas las áreas del saber científico, y que está representada por el Regeneracionismo, plasmándose especialmente en la Institución Libre de Enseñanza. Pero, en paralelo a este movimiento discurre otro del que no cabe olvidarse, especialmente en España. Nos referimos a la reflexión crítica, que surge de los intentos de renovación

cristiana. Existe en ciertos países europeos ¿sobre todo, en Bélgica y Alemania¿ un movimiento de renovación católica que conduce a un intento de aplicar el pensamiento cristiano al tratamiento y solución de la «cuestión social» y que tiene uno de sus hitos fundamentales en la publicación, en 1891, de la encíclica Rerum Novarum, por el papa León

XIII. Con anterioridad el Cardenal Mercier

había creado el Instituto Católico de Lovaina.

Por último, es necesario añadir que el proceso de industrialización y los problemas agrarios favorecen la extensión de doctrinas reivindicativas en el medio rural y en el minero e industrial, generándose un vasto proceso asociativo, anarquista y socialista, que organiza y respalda las acciones de lucha y protesta frente a los abusos y en apoyo de las reivindicaciones.

4. UN POSIBLE ENFOQUE: LA SOCIOLOGÍA ESPAÑOLA COMO REFLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LOS PROBLEMAS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA

Para comprender correctamente el sentido científico y político de la acción llevada a cabo por el Instituto de Reformas Sociales, es necesario situarlo en su contexto histórico, social y económico. Su existencia discurre en medio de un acusado proceso de cambio en el que se hace evidente la necesidad de una variación sustancial de las estructuras españolas, sobre todo en lo que se refiere a las quiebras y desajustes en la sociedad española, originadas por el desarrollo industrial, en un escena-

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rio político marcado por la inhibición del Estado en los conflictos sociales originados por aquél.

En ese escenario emergen iniciativas públicas y privadas, políticas y religiosas, obreras y patronales, multiplicándose los actores sociales que irrumpen en la acción y las direcciones, unas veces confluyentes, pero la mayoría de las veces enfrentadas. Muchos de los intentos tienen un carácter predominantemente activo y se orientan a resolver o paliar problemas, ya conocidos y vividos, de alcance personal y geográfico limitados. Pero en los casos de mayor relevancia el planteamiento presenta una dimensión más universal, partiendo de la necesidad de un mejor conocimiento de los problemas, que va unido a una interpretación y propuesta de solución desde la peculiar óptica de los protagonistas: ideológica, científica o religiosa.

En todos estos casos se plantea, implícita o explícitamente, el precepto comtiano: conocer para prever, prever para poder. El conocimiento de los hechos y de los problemas va directamente anudado al intento de actuar para poner remedio a los mismos. Pensamiento sociológico y acción social y política aparecen indefectiblemente unidos. Al menos en la intención de los actores, y tal como ellos entendían estos términos.

5. LOS AUTORES DE LA REFLEXIÓN CRÍTICA

En todo caso, algo nos hace pensar que nos encontramos ante un error de perspectiva que da lugar a una deficiente comprensión de los fenómenos, y que es necesario comenzar replanteándonos la situación y la definición de la sociología en España. No sólo a la que pudo hacerse en el Instituto de Reformas Sociales, sino a la que, de alguna manera, se hacia por los intelectuales españoles, de modo independiente o en el seno de instituciones. En el Ateneo de Madrid, y en otros Ateneos de toda España. En la Institución Libre de Enseñanza. En la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. En la Administración Pública ¿pues a ella pertenecían, a fin de cuentas, tanto la Comisión de Reformas Sociales como el Instituto de Reformas sociales¿. En los Seminarios Diocesanos y, en concreto, en el de Madrid. Y también en la Universidad, pues aunque sólo existiera durante mucho tiempo la cátedra de Sales y Ferré, cubierta de nuevo, a la muerte de éste, por Severino Aznar, existían otras cátedras, de diferentes materias, y muy especialmente, la de Giner, que se ocupaban de formar a sus alumnos en los conocimientos sociológicos de la época y en otras áreas próximas. Sólo a modo de introducción a la labor realizada por el Instituto de Reformas Sociales, nos referiremos a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, a los Seminarios Diocesanos y al I Congreso Nacional Sociológico, convocado por el Ateneo-Casino Obrero de Valencia.

5.1. La Real Academia de Ciencias Morales y Políticas

Entre 1881 y 1932, ingresan en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas catorce académicos que son considerados como sociólogos o que, por lo menos, disertan sobre temas sociológicos. No deja de ser significativo que, según nuestras cuentas, once de quienes trabajaron ¿como vocales por designación real o como personal técnico¿ en el Instituto de Reformas Sociales, o eran ya académicos cuando ingresaron en el Instituto o lo fueron durante su pertenencia al mismo. Sólo en dos casos, ingresaron en la Real Academia con posterioridad a la desaparición del Instituto. He aquí sus nombres:

1. Gumersindo de Azcárate y Menéndez, (7 de Mayo de 1891),

Discurso: Concepto de la sociología.

2. Vicente Santamaría de Paredes y Salvá, (Conde de Santamaría de Paredes) (15 de Mayo de 1893),

Discurso: El movimiento obrero contemporáneo.

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3. Eduardo Sanz y Escartín (Conde de Lizárraga) (25 de Febrero de 1894), Discurso: De la autoridad política en la sociedad contemporánea.

4. José Manuel Piernas Hurtado (12 de Marzo de 1905)

Discurso: Consideraciones acerca del principio de solidaridad y de sus conse-

cuencias en el orden económico.

5. Adolfo Bonilla y San Martín (1 de Diciembre de 1912),

Discurso: La ficción en el Derecho.

6. Adolfo González Posada (13 de Junio de 1915),

Discurso: La ciudad moderna.

7. Adolfo Alvarez-Buylla y González Alegre (21 de Marzo de 1917), Discurso: La reforma social en España.

8. Julio Puyol y Alonso (11 de Mayo de 1919),

Discurso: Proceso del sindicalismo revolucionario.

9. Severino Aznar y Embid (13 de Febrero de 1921),

Discurso: La abolición del salariado.

10. Leopoldo Palacios Morini (16 de Octubre de 1927),

Discurso: Los mandatos internacionales de la sociedad de las Naciones.

11. Pedro Sangro y Ros de Olano (Marqués de Guad-el-Jelú) (15 de Mayo de 1932) Discurso: Opinión pública y masa neutra10

En distintas oportunidades convoca la Real Academia premios sobre cuestiones de interés social y, cuando en 1883 se celebra en Valencia el I Congreso Nacional Sociológico, convocado por el Ateneo-Casino Obrero de Valencia, la Academia es una de las instituciones que acuden a la convocatoria.

Resulta encomiable la intensa vinculación de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas a los problemas de la sociedad española de la época y a la reflexión sociológica sobre los mismos durante ese período constituyente. Y además de encomiable, resulta sorprendente, sobre todo si se compara con su ostensible alejamiento de la sociología y de los sociólogos durante las últimas décadas del siglo XX.

5.2. Los Seminarios diocesanos

El catolicismo social tiene como elemento básico la preocupación de los católicos por la llamada «cuestión social» y, en concreto, el movimiento liderado por el cardenal Mercier, que pretende aplicar criterios racionales al análisis de los problemas de la sociedad moderna. Es decir, pretende empezar por un análisis científico de las nuevas circunstancias del mundo europeo, a fin de aplicar después soluciones según los principios cristianos.

Un gran número de prelados ¿escribe Marvaud, en 1910, refiriéndose a España¿ han comprendido la grandeza de la obra social que se les presentaba y han aceptado tomar su dirección. Muchos han creado cátedras especiales de Sociología en sus Seminarios. El Obispo de Madrid ha creado incluso una auténtica Facultad de Sociología, que ha confiado a uno de los católicos sociales más en boga, Severino Aznar

11. Y añade, refiriéndo-

10 Discursos de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Fundación San Millán de la Cogolla, formato pdf. 2001. Para una consulta de los textos íntegros, véase ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS, Discursos de recepción y de contestación leídos ante la Real Academia al dar posesión a los individuos de número de la misma, 1880-1875, 1920-1924, tomos I a XVIII, Madrid: Impr. del Asilo de Huérfanos del S.C. de Jesús y otras, 1900-1924. 18 volúmenes.

11 MARVAUD, Ángel, La cuestión social en España (París, 1910), Madrid: Ediciones de la Revista de Trabajo, 1975, pág. 227. El autor parece referirse a Don José

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se a éste último: «Aznar no se contenta con abrir ampliamente las páginas de su revista ¿La Paz Social¿ a las discusiones sociales, ni con batallar con la pluma y la palabra por las ideas que preconiza. Comprendiendo bien que una solución de la cuestión social en España necesita de antemano un estudio profundo y sobre el terreno de las condiciones particulares de cada región, no cesa de recorrer la Península, haciéndose acompañar en sus viajes (...) por algunos seminaristas alumnos suyos, a los que encarga preparar monografías de familias obreras. El Obispo de Madrid, según parece, desea incluso enviar a aquellos de entre los más distinguidos a Alemania o a Bélgica, con el fin de completar su educación sociológica»12.

5.3. El Ateneo-Casino Obrero de

Valencia. El I Congreso Nacional Sociológico

Nada tiene de particular, en tal contexto, que en 1883 se convoque y se celebre en Valencia, con gran participación, el I Congreso Nacional Sociológico. Dicho Congreso se convoca por el activo Ateneo-Casino Obrero de Valencia, con el fin de «reunir las fuerzas vivas del país, la inteligencia, el capital y el trabajo» para ocuparse «de la cuestión social en cuanto se relaciona con la condición de los trabajadores». A la convocatoria respondió un total de 118 entidades, representadas en el Congreso por 380 delegados. La concurrencia fue, por demás, heterogénea y multicolor. Entre otros organismos estuvieron representados la Academia de Ciencias Morales y Políticas, Sociedades Económicas de Amigos del País, Ateneos y Universidades, como la literaria de Valencia, así como patronos, empresarios y asociaciones obreras, desde las de resistencia catalanas hasta las cooperativas y/o de socorros mutuos, muchas ellas de Valencia. También estaban representados el Gran Círculo Obrero, la Sociedad de Profesores Mercantiles y el Fomento de las Artes, todas ellas de Madrid. Además, se adhirieron por escrito o enviaron trabajos de personas como Castelar, Cristino Martos, Silvela, Salmerón, Azcárate y Gabriel Rodríguez13.

Pues bien, el resultado del Congreso fue un claro exponente del nivel en que se hallaban en nuestro país las teorías y las actitudes respecto al intervencionismo estatal en las cuestiones sociales. El termómetro marcaría en Valencia una elevada temperatura individualista contraria al intervencionismo. Pero no simplemente contraria en el nivel de los principios, sino opuesta abiertamente a la asunción de las propuestas concretas de intervención que se presentaron. No obstante, en el curso de las discusiones del Congreso se planteó la conveniencia de crear una Comisión para que se ocupara de estudiar la situación de los obreros y propusiera soluciones para una mejora de sus condiciones de vida y de trabajo.

6. EL PROTAGONISMO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. DE LA COMISIÓN AL INSTITUTO

Sólo unos meses después, y en clara conexión con el Congreso de Valencia, Moret crearía, desde el Gobierno, una Comisión de estu-

María Salvador y Barrera, que fue obispo de Madrid, de 1905 a 1916 y que ingreso en 1912 en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Parece también muy probable que esa presunta Facultad de Sociología siguiera las huellas de la Universidad Católica de Lovaina.

12 MARVAUD, Op. cit., pág. 227.

13 Para un análisis detallado de las ponencias presentadas en el Congreso y del desarrollo del mismo, véase CASTILLO, Santiago, «El reformismo en la Restauración: Del Congreso Sociológico de Valencia a la Comisión de Reformas Sociales», en la revista Estudios de Historia Social, n.º 30, 1984, págs. 21-78. En una versión posterior, ligeramente modificada, aparece este texto como Estudio Introductorio a la edición facsímil sobre la Comisión de Reformas Sociales, Reformas Sociales. Información oral y escrita publicada de 1889 a 1893, 5 volúmenes, Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1985.

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dio para que tratara de «todas las cuestiones que directamente interesan a la mejora o bienestar de las clases obreras, tanto agrícolas como industriales, y que afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo» (artículo 11 del Real Decreto de 5 de Diciembre de 1883). Era la Comisión de Reformas Sociales.

En el Discurso Preliminar que, pronunciado por Canalejas, precede al Proyecto de Instituto del Trabajo, realizado por Adolfo Álvarez Buylla y Adolfo González Posada14, se explica con gran precisión el discurrir del pensamiento que lleva a sostener la necesidad de que el gobierno intervenga en la resolución de los problemas sociales, y como requisito previo para el enfrentamiento a tal tarea, la necesidad de disponer en España de los «datos vivos del problema». Canalejas recuerda la afirmación de Dante sobre cómo debe proceder el político: speculandum sed ad

opus. Y hace suya la idea expresada por Dante, poniendo especial énfasis sobre el hecho de que el político debe dedicarse al estudio y la meditación, orientados siempre a elegir el mejor modo de obrar para resolver los problemas públicos a los que, por causa de su dedicación, se enfrente.

Se lamenta Canalejas de no disponer de información sobre los problemas obreros, cada vez que tiene que enfrentarse a los problemas españoles y de la necesidad de acudir a informaciones ajenas. Y en una larga alocución, que expresa muy bien la situación en que se encuentra el político ¿y el científico¿ español, que pretende hablar y decidir sobre problemas concretos: «¿Dónde en España nada parecido al censo profesional germánico de 1895 clasificando la población del Imperio según su capacidad económica en veinticuatro grandes grupos, cuyo análisis ocupa sendos volúmenes?15 ¿Dónde los elementos que han permitido con toda fidelidad evaluar los coeficientes de cada factor de la producción en los Estados Centrales de Europa, Inglaterra y República Norteamericana? ¿Dónde algo que se asemeje al magnífico estudio del Departamento Federal del Trabajo en los Estados Unidos, en el cual se examina comparativamente el proceso de las operaciones en que se subdividen los esfuerzos de las máquinas y de la mano del hombre, en 672 clases de producción, trabajo que con sus complementos de informaciones gráficas ocupa muchos millares de páginas? ¿Dónde la gran información de 1894 irradiada de Inglaterra a los principales países del mundo y que instruye de un modo tan completo y provechoso? ¿Dónde algo semejante siquiera a las tareas de la Comisión extra-parlamentaria del catastro en Francia de 18 de Marzo de 1891, con alcance no solamente técnico, económico y jurídico, sino social, que lleva ya publicados siete voluminosos tomos de lectura interesante e instructiva, sobre todo lo que afecta a los trabajos de la sub-comisión jurídica? ¿Dónde se han estudiado aquí como estudiaron recientemente los italianos todos los problemas agrarios contemporáneos recogiendo sobre los latifundios enseñanzas bien adaptables a España? ¿Dónde...en fin, el fruto de las tareas de tantas informaciones parlamentarias y extra-parlamentarias, de los Laboratorios y Museos sociales, de las Asociaciones obreras y de las Memorias presentadas en Congresos internacionales en que o se deploró nuestra ausencia o padecieron tristezas inmerecidas nuestros representantes?»16.

14 «Discurso preliminar», de CANALEJAS Y MÉNDEZ, José, en BUYLLA, Adolfo y POSADA, Adolfo, El Instituto del Trabajo (1902), Madrid: Centro de Publicaciones. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1986, edición facsímil.

15 Sobre una edición posterior de este Censo de Profesiones ¿la de 1925¿, pudo Theodor Geiger elaborar su intento de estudio de la estratificación social del pueblo alemán (1932), cuando en Estados Unidos, años después, sólo se llevaron a cabo estudios sobre la estratificación social de ciudades ¿Middletown, Middletown in Transition, Caste and Classe in a Southern Town, «Yankee City Series» Hay edición en español: Theodor GEIGER, La estratificación social del pueblo alemán, Madrid: Euramérica-FOESSA, 1971.

16 CANALEJAS, «Discurso preliminar», Op. cit., págs. VI-VII. La obra incluye, como Apéndice octavo, un

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Haciendo referencia a los proyectos puestos en marcha por él, cuando fue Ministro de Gracia y Justicia, contando con la colaboración de Salillas ¿publicación de Anuarios, Memorias, jurisprudencia, etc.¿, añade con cierta ironía, no exenta de amargura: Apero como yo duro poco en los Ministerios, me fui y nadie ha vuelto a acordarse de reanudar trabajos que eran utilísimos. Censo de la población, estadística de enseñanza, estadística agrícola, estadística de importaciones y exportaciones, estadística de obras públicas, estadística minera, estadística sanitaria, resúmenes de recaudación, boletines de las estaciones enotécnicas y de los servicios comerciales del ministerio de Estado, estadística de la administración de justicia en lo civil y en lo criminal, alguna que otra estadística de los impuestos...todo externo, formal, inseguro, discontinuo...»17.

Los anteriores argumentos son propuestos por Canalejas para justificar la necesidad de un Instituto del Trabajo que, después de aprobado en Consejo de Ministros, no llegó a la existencia, sino, un año más tarde, con algunas modificaciones, y con el nombre de

Instituto de Reformas Sociales18.

Los años de desarrollo económico con los que comienza la Restauración contribuyen, igualmente, al agravamiento de la «cuestión social» sin que pierdan fuerza las tendencias individualistas, partidarias de la no intervención del Estado en la resolución de los problemas de la clase obrera, ni en la conflictividad del mundo del trabajo. El paso más notable que se da en esos momentos se refiere a la toma de conciencia de la existencia de un problema que es, por su propia naturaleza, social y no meramente de orden público, como pretenden los sectores más afincados en las estructuras sociales de tiempos pretéritos. Lo social es lo referente a la cuestión social19, y la sociología hace referencia a los problemas de la sociedad, de la nueva sociedad, y sobre todo de la clase obrera, del advenimiento del cuarto estado a la vida social, como dirá Azcárate20.

7. EL PENSAMIENTO SOCIOLÓGICO ORIENTADOR DE LAS REFORMAS SOCIALES: GUMERSINDO AZCÁRATE Y ADOLFO POSADA

Para comprender la acción reformista llevada a cabo desde la Administración, es necesario, de un lado, contar con los problemas que padecía y a los que se enfrentaba la sociedad española, desde finales de la guerra de la independencia y, después, por el discontinuo y conflictivo proceso de industrialización. A este tema ya nos hemos referido más arriba, y volveremos sobre él cuando intentemos demostrar cómo la labor del Instituto de Reformas Sociales se centra, precisamente, sobre los problemas a los que hemos aludido. Pero, de otro lado, la comprensión de la acción reformista requiere una clave científica que es el conjunto de ideas y consideraciones desde los que tal acción se enfoca y se perfila. Esto es, el bagaje de criterios científicos y de

minucioso estudio, realizado por el institucionista J. UÑA Y SARTHOU, como «Notas de Viaje», sobre Los Institutos del Trabajo en diferentes países, incluyendo Europa y Estados Unidos. En cada caso se considera: su creación, fines, organización interna, obra realizada y métodos de trabajo. Se añade después una nota sobre la Office International du Travail y el Museo Social de Paris. (págs. 261342).

17 CANALEJAS, «Discurso preliminar», Op. cit., págs VVI.

18 En realidad, CANALEJAS propuso y obtuvo la aprobación, en el Consejo de Ministros de Abril de 1902, de la creación de dos Institutos: el Instituto del Trabajo y el Instituto de la Propiedad. CANALEJAS, «Discurso preliminar», Op. cit., pág. IV Conviene tener en cuenta que estos proyectos fueron presentados por CANALEJAS siendo Ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas.

19 Sobre la evolución del sentido de «lo social», véase MARTÍN LÓPEZ, Enrique, «El Balance social de la empresa, en AA.VV., Economía y sociedad, Madrid: Banco de Bilbao, 1982.

20 AZCÁRATE, Gumersindo de, «Estudios sobre el problema social», incluido en Estudios Económicos y Sociales, Madrid, 1876, pág. 118

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ideas básicas con las cuales, quien trabajaron en el Instituto de Reformas Sociales, se enfrentaron a la tarea de estudiar los problemas y proponer las reformas. Lo cual no creemos que deba buscarse en otra parte que en el pensamiento de los dos hombres que crearon el Instituto y que dirigieron sus actividades durante el mayor lapso de tiempo: Gumersindo Azcárate y Adolfo Posada.

El primero, que fue secretario de la Comisión desde su origen, se convierte en el presidente por antonomasia del Instituto, más allá de su muerte en 1917: «... la huella de Azcárate permanece viva en la labor cotidiana del Instituto hasta la disolución de éste. Su simple recuerdo despierta fidelidades y sostiene actitudes entre los miembros del Instituto que salvaguardan la pureza original de las intenciones, objetivos y forma de funcionamiento que conformaron el Instituto de Reformas Sociales como una institución ejemplar en su género, y, en este sentido, única en todo el continente europeo»21.

El segundo, Adolfo Posada, que junto con Adolfo Buylla redactara el Proyecto de Instituto del Trabajo, y que ocupó cargos directivos, dentro del personal técnico, durante toda la vida del Instituto. Conviene destacar algunos aspectos del pensamiento sociológico de ambos, en la medida en que permiten una más correcta comprensión del sentido e intencionalidad profunda de los trabajos del Instituto de Reformas Sociales.

7.1. El pensamiento sociológico de

Gumersindo de Azcárate. Concepto de la Sociología

Probablemente, puedan encontrarse en

Estudios Económicos y Sociales22 aspectos relevantes del pensamiento sociológico de Azcárate, pero, para nuestros intereses actuales, es más adecuado recurrir a lo expuesto en su Concepto de Sociología, que fue su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Muestra Azcárate el carácter totalizador de la sociología junto a su carácter no específico, que permiten diferenciarla de las ciencias sociales particulares y concretas: «Lo social total y genérico es lo propio de la Sociología; y lo social particular y específico corresponde a las distintas ciencias sociales»23.

Esta distinción plantea la necesidad de determinar en qué consiste el hecho propiamente sociológico, ya que «se trata de saber qué hechos deben considerarse como de la sociedad toda, cuáles puede ésta considerar como suyos».

Establece Azcárate la diferencia de los hechos cuando se trata de un individuo y cuando se trata de un pueblo. En el primer caso, el hecho es la individualidad, lo que le distinga, de modo que a ningún biógrafo se le pide que describa todo lo que se refiere a un individuo, sino sólo los que sean precisos para mostrar su personalidad, su individualidad. «De modo análogo, si se trata de un pueblo, su hecho será el humano mostrado bajo el predominio de su carácter, genio e índole, de su raza, de su cultura, del territorio en que vive, del medio social en que se desenvuelve; en suma, lo característico de su nacionalidad; y así como la biografía ha de contener todos los hechos de la vida del individuo, la historia de un pueblo no debe, ni puede contener todos los de la de éste, y al modo que en ella sólo interesa lo más sustancial de la biografía del

21 Juan Ignacio PALACIO MORENA, La institucionalización de la reforma social en España (1883-1924), Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad social, 1988, pág. 496.

22 Gumersindo de AZCÁRATE, Estudios económicos y sociales.

23 Gumersindo de AZCÁRATE, Concepto de la Sociología y un estudio sobre los deberes de la riqueza, Barcelona: Henrich y Cía., 1904, pág. La primera parte es el discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1891), la segunda es el discurso de apertura de curso en el Ateneo Científico y Literario de Madrid (1892).

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individuo, lo que ha trascendido a la de la comunidad, de igual manera en la historia universal sólo tiene cabida la sustancia de la vida de los pueblos, lo que ha transcendido o ha de transcender a la vida de la humanidad»24.

En esta descripción de los temas que constituyen el hecho sociológico, respecto de un pueblo o sociedad, parece contenerse un programa de investigación empírica, en nada abstracto ni utópico.

Mayor interés tiene su modo de entender el Arte Social, que tiene por objeto proponer las consecuencias prácticas para resolver los problemas de la sociedad, a la luz de los ideales propuestos por la Sociología. Azcárate toma de Vico la distinción entre Historia, Filosofía y Arte social, que aplica éste a cualquier ciencia que haga relación al hombre: «Conocimiento de lo hecho, conocimiento de lo que se debe de hacer, conocimiento de cómo ha de hacerse, y que satisfacen respectivamente la Historia, la Filosofía y el Arte». Y lo ejemplifica Azcárate con temas tomados de la política y de la economía, para pasar después a un tema concreto de la sociología, cual es el de la igualdad. «Tomemos un problema sociológico más concreto, como por ejemplo, el de la igualdad ¿dice Azcárate¿ y veremos que acontece lo mismo. La sociología puede hallar que hay una desigualdad social, en cuanto que por el valor de la individualidad, por las exigencias de la vocación, por la diversidad de caminos abiertos a la actividad, por la energía con que ésta se ejercita, por los resultados que se logran, por las condiciones del medio social que los favorecen o estorban, etc., cada cual se crea una distinta posición social, no habiendo dos que sean completamente iguales en este respecto, resultando así, no solo diferencias en cuanto a la cantidad de lo realizado, por decirlo así, si que también con relación a la calidad; esto es, en cuanto a lo primero, entre sabios e ignorantes, ricos y pobres, etc., y en cuanto a lo segundo, entre el activo y el perezoso, el débil y el enérgico, el bueno y el malo, el justo y el injusto». La sociología puede afirmar que esta desigualdad no implica la desigualdad de esencia, ni la desigualdad política, ni la desigualdad jurídica, sino que afecta «a la participación en el poder y al ejercicio de las funciones».

Por su parte, la historia muestra el reinado constante de la desigualdad a través de los tiempos: esclavitud, castas, clases, aristocracias basadas en el nacimiento, en la riqueza, en la fuerza, etc.

Por último, el Arte «en vista del ideal trazado por la sociología y de los hechos mostrados por la Historia, traza el modo de sustituir las jerarquías y las clases nacidas de otros tiempos, por las que en el seno de la sociedad determinan la aptitud, el carácter, la virtud, en una palabra, el prestigio»25.

Corresponde a la sociología conocer los hechos y formar ideales y al Arte, realizarlos en la sociedad. De esto no hay duda, como tampoco la hay de que el Arte Social se encuentra en un estado atrasado, porque «la norma, la guía, el ideal ha de dárselo la sociología, y ya hemos visto como esta ciencia se encuentra en lo que podemos llamar período de formación». Sin embargo, no parece que Azcárate se refiera a ideales morales, sino a las formas más eficientes de ordenar la vida social y de regular las actividades sociales, entendiendo por eficiencia el logro de una cierta armonía y proporción entre las partes. Queda esto claro, negativamente, en su referencia a los planteamientos extremos del problema social: «¿Cabe negación más radical de todo Arte, que la liquidación social pedida por los que no tienen y la respuesta de los que tienen reducida a decir: noli me tangere?»26.

24 AZCÁRATE, Op. cit., págs. 33-34.

25 AZCÁRATE, Op. cit., págs. 60 y sigs.

26 AZCÁRATE, Op. cit., págs. 65-66. Creemos que sería conveniente intentar entender el pensamiento de moral social de este autor desde la perspectiva indicada, ya que daría lugar a un planteamiento estrictamente

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En este conjunto de ideas se manifiesta con suficiente claridad el bagaje de conceptos e intenciones sociológicas con el que Azcárate llega, primero, a la Comisión de Reformas Sociales, después, al Instituto de Reformas Sociales.

7.2. Sociología y acción social en

Posada

Posada abre una brecha en el determinismo espiritualista de su tiempo, intentando mostrar cómo, en la vida social, hay un margen de creciente importancia para la acción libre de los individuos. «La realidad social se ofrece, desde luego ¿dice Posada¿ aun a la observación más superficial y exterior, como un hacer; la sociedad se hace ¿génesis¿, la sociedad la hacemos persiguiendo fines ¿téle-

sis¿ movidos por estímulos; excitados por deseos ¿emociones, ideas¿ que se convierten en tendencias y en aspiraciones. ¿Nos damos siempre cuenta de este hacer? ¿Tenemos conciencia ¿sobre todo conciencia reflexiva¿ de como ese hacer se produce? Parece que sí, pero de cierto modo, y hasta cierto punto, y con diversa intensidad»27. Aquí está, planteado con toda precisión, el tema de la acción social como tema central de la vida social y de la reflexión sociológica, al mismo tiempo que se explicita la existencia de una gradación en la conciencia reflexiva. Es decir, Posada afirma que existen grados diferentes de conciencia en la acción social.

Hay un primer grado, que representa la menor conciencia reflexiva posible de la acción social, que está representado por el hacer social general de la masa, que constituye el material vivo de toda sociedad. En cuanto proceso vivo, «adquiere como hacer social, para el sociólogo, un carácter genético, de obra que se produce y exterioriza en un proceso causal. Las condensaciones espontáneas de ese proceso constituyen las costumbres, los usos, los hábitos colectivos, que representan verdaderos estados de equilibrios sociales, a punto de romperse constantemente tales equilibrios, y que, en efecto, se rompen, merced a las manifestaciones de la actividad inventiva e innovadora ¿la invención, de Tarde¿ característica del hombre»28.

Este hacer general de la masa, se corresponde con lo que Giddings ha llamado conciencia de la especie, que es el vehículo propagador de la imitación de Tarde y de Baldwin, y que engendra el hecho social objetivo de Durkheim, representa únicamente un primer grado de mínima conciencia reflexiva por parte de los actores.

En el otro extremo de la reflexividad habría que colocar las realizaciones del hacer social que «culminan en la personalidad como una expresión querida y razonada, teniendo por órganos la conciencia de los individuos». Pero entre ambos extremos se sitúa «una gradación que va desde el acto social incoloro, casi un reflejo imitativo, resultado quizá de una manifestación instintiva, hasta el acto directivo de la personalidad saliente ¿quizás del genio¿ que acaso sintetiza el ideal posible de un pueblo en un momento dado». Pues bien, en la esfera del «hacer social» reflexivo se encuentra ¿dice Posada¿ lo que con todo rigor puede llamarse Arte social29. Aparece aquí, de nuevo, el concepto Arte social, establecido ya por Azcárate, a partir de Vico. Pero en el pensamiento

sociológico de la moral: la norma moral, o el sistema moral, más adecuado sería el que contribuyera en mayor medida a conseguir una mejor solución de los problemas y conflicto sociales. Así habría que interpretar su estudio Los deberes de la riqueza, discurso leído por el autor en el Ateneo Científico y Literario de Madrid, el 11 de Noviembre de 1892. Por orta parte, ese discurso tiene cierto parentesco con el libro de SUMNER, William G., What Social Classes Owe to Each Other, 1882.

27 Adolfo POSADA, Principios de Sociología (1908), segunda edición revisada y aumentada, Madrid, Daniel Jorro, 1929, tomo 2º, pág. 275.

28 POSADA, Op.cit., 2.º, págs. 276-7.

29 POSADA, Op.cit., págs. 277-79.

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de Posada alcanzará una mayor extensión y desarrollo conceptual.

El Arte social expresa la convicción de que nuestra razón es una fuerza social eficaz y de que la evolución social se produce, en una cierta medida, por la acción reflexiva, que tiende ¿como la espontánea¿ a continuar la vida y a mejorarla, según las representaciones anticipadas de lo que ha de ser, o sea del porvenir según un ideal. El Arte social, en cierto modo, supone la aptitud del espíritu ¿individual y colectivo¿ para forjar ideales, esto es, para elaborar una representación anticipada de la realidad social futura, no ciertamente una representación puramente imaginativa o abstracta, como la que se condensa en la utopía, sino una representación elaborada bajo el influjo del pasado ¿tradición, historia¿ y con la vista en las condiciones del presente

. A fin de cuentas, habla Posada de la capacidad que el hombre tiene de hacer proyectos, individuales y/o colectivos, y de convertir esos proyectos en contenido de su propio hacer social, reflexivo y consciente. Pero tiene un mayor empeño en aclarar la naturaleza de esos ideales ¿o proyectos¿ que ponen en marcha la acción a la que se refiere: «Que no es el ideal función del capricho: surge en todo momento y en todas las esferas de la vida humana, como una realidad del espíritu y una consecuencia de la naturaleza psicológica del hombre, es decir, de un ser capaz de representarse ¿incluso más o menos plásticamente¿ la realidad por venir, y de proponerse el enlace positivo de ésta con el presente para continuar la Historia. El ideal tiene su causa inmediata en la inquietud humana, y es obra de la naturaleza emocional del hombre, y de su aptitud para desear lo mejor y para convertir lo deseado en atracción, con fuerza suficiente para mover el ánimo y la voluntad en el sentido que señala la atracción del ideal»30.

Fácilmente se podría tomar lo que antecede como el punto de partida para una teoría de la acción social racional con arreglo a fines, en el más riguroso sentido maxweberiano, abarcando, en consecuencia, el ámbito de las acciones que se realizan conforme a proyecto, con deliberación respecto de los fines y de los medios y una adecuada organización, realización y control de las tareas, que conducen a hacer real la representación anticipada de la que se partió. Y, ciertamente, esa posibilidad está implícita en Posada, aunque no es ese el tema que le preocupa cuando se enfrenta al Arte social. En lo que realmente piensa es en la aplicación científica de la Sociología a la realidad social, llevando a la práctica ideales -proyectossociales. «Nuestra experiencia y nuestra observación nos señalan, como cosas reales, transformaciones sociales, obra de cambios y de modificaciones causados en la Historia, y que, a veces, traducen intervenciones eficaces de una acción humana reflexiva, calculada, hábil, que se define como reforma ¿reforma social se dice en cierta esfera hoy¿, labor en ocasiones de verdaderos «sociólogos de acción»31.

En consecuencia, lo que esos sociólogos de acción, actores de las reformas sociales pretenden llevar a cabo es el Arte Social, situado en la esfera del «hacer social» reflexivo. Distingue así Posada, entre el sociólogo filósofo y el sociólogo de acción: el primero contempla la realidad con el espíritu de un filósofo; el segundo «será el órgano específico del ideal social para la vida real, que acaso no ha engendrado, que habrá recogido del ambiente, pero que tomará carne en él, siendo él como el instrumento consciente y eficaz, capaz de identificarse con la realidad social y ser como una causa viva y obrante del proceso actual y futuro. El sociólogo de acción puede ser ¿debería ser¿ el reformador social»32.

Y tal función se justifica plenamente a los ojos de Posada, aun en el caso de que la marcha de la humanidad estuviera determinada

30 POSADA, Op.cit., 2.º, págs. 279-80.

31 POSADA, Op.cit., 2.º, pág. 268.

32 POSADA, Op.cit., 2.º pág. 283.

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por fuerzas cuyo control último se nos escapara: «Y aunque prescindiéramos de toda intervención reflexiva y calculada, y supusiéramos que las transformaciones sociales entrañan sólo el puro juego mecánico de fuerzas o energías físicas, ellas plantearán necesariamente un problema sociológico, que se complicará más y más, en cuando consideremos que, en todo caso, nosotros somos una fuerza del conjunto que influirá de algún modo, o en alguna medida, en la producción de las inevitables resultantes en que las transformaciones sociales realizadas pueden consistir»33.

8. EL NACIMIENTO DE LA SOCIOLOGÍA EMPÍRICA EN ESPAÑA (SOCIOGRAFÍA)

En realidad, podemos considerar, la parte sociológica de los trabajos del Instituto de Reformas Sociales, como el comienzo de la sociología empírica entre nosotros. No se trata de un fenómeno exclusivo de España, que ponga de manifiesto peculiaridades o tipismos del alma nacional, sino que, más bien al contrario, nos enfrenta a trabajos que en su temática y en su estilo consuenan con otros que, por ese mismo tiempo, se llevan a cabo en distintos países europeos y que, sólo el desconocimiento y un exacerbado criticismo hacia lo propio, nos han impedido valorar en su justo término.

Se trata, con todo rigor, de estudios que encajan dentro de lo que por aquellos años se denominó sociografía, término que, acuñado por Steinmetz34, se hizo bastante común en el mundo sociológico europeo y, sobre todo en Alemania, en Holanda y en España, empleándose para denominar a los estudios sociológicos empíricos. «La sociografía, igual que la antigua estadística ¿dirá Tönnies¿ se propone como objeto el estudio de los países y de sus gentes: por lo tanto, está orientada de modo más inmediato hacia el estudio de un territorio determinado y de determinados hombres como habitantes del mismo».Tönnies la denomina sociología empírica o sociografía, y considera que se ocupa del «estudio de la vida social contemporánea, concebida en su marcha hacia adelante, en su incesante transformación», utilizando un método especial que «consiste concretamente en la investigación de los propios hechos sociales; el método de la observación y de la comparación basada en las observaciones; el método empírico, inductivo»35.

Este es el tipo de investigación empírica en sociología que, por lo menos hasta los comienzos de la segunda guerra mundial, se dará, con mayores o menores exigencias metodológicas, en todo el mundo europeo. Los informes de la Comisión de Reformas Sociales y del Instituto de Reformas Sociales discurren en paralelo a los informes de Ferdinand Tönnies y de Max Weber, en Alemania 36, de Charles

33 POSADA, Op.cit., 2.º, pág. 268.

34 R. STEINMETZ, sociólogo holandés, formado en Inglaterra, usa esta expresión por vez primera en 1913, contraponiéndola a la sociología abstracta, en un intento de no perder el contacto con la realidad. R. STEINMETZ, «Die Soziographie in der Reihe der Geisteswissenschaften», Archiv für Rechts-und Wirtschaftsphilosophie, tomo 6, 1913.

35 Ferdinand TÖNNIES, Principios de sociología, México, F.C.E., 1942, págs. 381 y sigs.

36 Lluis FLAQUÉ y Salvador GINER consideran a Tönnies como el fundador de los «informes sociales» o social surveys, que él incluía dentro de la sociografía o descripción objetiva de un conjunto de «eventos sociales», Prólogo a Comunidad y asociación, Barcelona: Península 1979, págs. 8-9. El informe más conocido de los realizados por TÖNNIES es el que versa sobre la huelga de los trabajadores portuarios y los marinos en Hamburgo, 1896/97 (Die Wahrheit über en Streik der Hafenarbeiter und Seeleute in Hamburg 1896/97, Hamburgo: Engelke, 1897). Por lo que se refiere a los informes realizados por Max WEBER, véase Sociología del trabajo industrial, Madrid: Trotta, 1994. En dicho volumen se recogen dos investigaciones empíricas realizadas por Weber entre 1908 y 1909, sobre la situación de los obreros industriales en Alemania: «Introducción metodológica para las encuestas de la Verein für Sozialpolitik sobre selección y adaptación de los obreros de las grandes fábricas» y «Psicofísica del trabajo industrial».

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Booth en Inglaterra37, de Frédéric Le Play en Francia y en otros países de Europa38, etc. En todo caso, se trata de una sociología empírica, descriptiva, que pretende dar cuenta minuciosamente de una situación social problemática, acudiendo a todos los datos y fuentes de información disponibles y que se orienta, seguidamente, a servir de base para proponer soluciones a los problemas descritos.

Sabido es que el Instituto de Reformas Sociales tuvo encomendadas, desde su fundación, una serie de tareas relacionadas, en sentido muy amplio, con la «reforma social». Partiendo de lo que ya se decía respecto de la Comisión de Reformas Sociales, se encomienda a ambos «estudiar todas las cuestiones que directamente interesan a la mejora o bienestar de las clases obreras, tanto agrícolas como industriales, y que afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo», correspondiendo, además, al Instituto de Reformas Sociales, preparar la legislación del trabajo; cuidar de la ejecución de la legislación a través, fundamentalmente, de los servicios de inspección y de estadística; y favorecer la acción social y gubernativa en beneficio de la mejora o bienestar de las clases obreras mediante el asesoramiento, el estudio, y la mediación para prevenir y conciliar conflictos39.

Dentro del conjunto de las actividades de información, asesoramiento y apoyo técnico al Gobierno y a las fuerzas sociales, los Informes se elaboran cuando «se estima necesario un conocimiento más exacto de los hechos o un estudio técnico más detallado de las posibles respuestas o soluciones, (entonces) se remiten los temas a las correspondientes secciones técnicas para su estudio y posterior informe o dictamen»40. Pero en todo caso, hay dos posibles fuentes, bien diferenciadas, de las que pueden brotar los informes: 1) sucesos, por lo regular catástrofes, como las mineras, que afectan profundamente a la opinión pública y que exigen un análisis detallado de las causas y una reflexión sobre los medios para corregirlas, y 2) temas más generales cuya trascendencia e interés aconsejan un tratamiento monográfico41.

En el orden cronológico aparecen diversos informes sobre problemas agrarios. En 1904, Álvarez Buylla redacta y publica, a petición del gobierno, su Memoria de la información agraria en ambas Castillas42, publicándose ese mismo año, sobre el mismo tema, pero en folleto separado, el Proyecto de plan para la información agraria de ambas Castillas y, en 1905, el Interrogatorio para la información agraria de ambas Castillas, que constituyen,

37 Los estudios de Booth guardan una evidente relación con los que llevan a cabo la Comisión de Reformas Sociales y el Instituto de Reformas Sociales: la vida en los barrios obreros de Londres, la pobreza y sus formas, los ancianos pobres y las pensiones, las distintas tareas del trabajo industrial, la influencia de la religión en la vida de las gentes, etc. Para una presentación de textos escogidos, puede verse; Charles BOOTH, On the City. Physical Pattern and Social Structure, Chicago y Londres: The University of Chicago Press, 1967. Recoge trabajos desde 1886 hasta 1913. Son evidentes tanto el paralelismo temático como la coincidencia cronológica.

38 La principal obra de Frédéric LE PLAY, en la que, además, desarrolla el método monográfico que le hizo famoso, es Les ouvriers europèens, (1855), 6 volúmenes,

  1. edición, Tours: Mame, 1877-89. El pensamiento de Le Play y, especialmente, su método de las monografías, alcanzó una gran difusión.

39 Juan Ignacio PALACIO MORENA, La institucionalización de la reforma social en España (1883-1924), Madrid: Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1988, pág. 140.

40 PALACIO MORENA, Op. cit., pág. 143.

41 PALACIO MORENA, Op. cit., pág. 259.

42 Adolfo ÁLVAREZ BUYLLA Y ALEGRE, Memoria acerca de la información agraria en ambas Castillas, Madrid: M. Minuesa, 1904; Miseria y conciencia del campesino castellano, Madrid: IRS, 1977. Parece evidente que cuando DEL CAMPO, Salustiano y CAMACHO, Juan Manuel «Social Reporting in Spain. «Recent Tradition» EuReporting Working Paper nº 16, Subproject «European System of Social Indicators», Mannheim: Centre for Survey Research and Methodology (ZUMA), Social Indicators, afirman que los informes sociales -social reportsson hijos de nuestros días y que no aparecen en España hasta la década de los sesenta, se están refiriendo a los informes sociológicos de carácter global. Sólo así cabría admitir que los Informes sociales sean un fenómeno reciente en España.

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a fin de cuentas, dos cuestionarios para la realización de encuestas informativas.

La Memoria se redactó a partir de dos fuentes de información:

1) una serie de entrevistas, en todas las poblaciones visitadas, con «gobernadores, alcaldes, secretarios de Ayuntamiento y algunos jueces de primera instancia, registradores, maestros, curas párrocos, jefes de puestos de la Guardia Civil, directores y redactores de los principales periódicos, y con bastantes patronos y obreros, procurando, por la directa inspección del trabajo en los campos, de las casas, de la alimentación, el mejor conocimiento de las condiciones de la agricultura y del modo de vida de los obreros agrícolas»43;

2) la aplicación de una encuesta, de la que se repartieron 17.540 cuestionarios, en un total de 4.278 municipios, siendo cumplimentados 3.375 cuestionarios. Es decir, algo menos del 20 por 100 del total. Las preguntas que integraban el cuestionario se distribuían en cinco bloques: extensión territorial, densidad de población, emigración e inmigración, propiedad agrícola y vida del obrero agrícola.

También versa sobre la sociedad rural el trabajo de Celedonio Rodrigáñez, El problema agrario en el mediodía de España44, ganador de un concurso convocado por el gobierno y cuya resolución fue encomendada al Instituto de Reformas Sociales. En 1905 publica el Instituto un folleto que lleva por título Resumen de la información acerca de los obreros agrícolas en las provincias de Andalucía y Extremadura que, aunque posterior en la fecha, recoge información que en su mayor parte había sido elaborada en 1902 por la Comisión de Reformas Sociales, con motivo de la crisis agraria en Andalucía, si bien se añaden datos más recientes45.

Mayor importancia tienen los estudios que realiza el Instituto en la provincia de Córdoba, a raíz de los conflictos agrarios que tienen lugar a comienzos de 1919. Una detallada exposición de esos conflictos, utilizando los materiales elaborados por el Instituto, además de otros de distinta procedencia, se recoge en el libro de Juan Díaz del Moral, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas y en el trabajo de Constancio Bernaldo de Quirós, El espartaquismo agrario andaluz46.

En el mismo área de la sociología rural y del agitado mundo del campo andaluz hay que situar el estudio de Bernaldo de Quirós sobre Bandolerismo y delincuencia subversiva en la baja Andalucía, publicado en 1913, en el que sostiene la tesis de que el bandolerismo es la solución individual, paralela al

43 ÁLVAREZ BUYLLA, Miseria y conciencia.., pág. 114.

44 Celedonio RODRIGÁÑEZ, El problema agrario en el mediodía de España, Madrid: IRS, 1904. Díaz del Moral valora muy positivamente la información de este trabajo, así como la de los cinco accesits concedidos por el jurado del Instituto y los considera como absolutamente imprescindibles para comprender los problemas del campo andaluz. DÍAZ DEL MORAL, Agitaciones campesinas.., Madrid, 1973, pág. 517. Rodrigáñez había ganado, años atrás, un concurso convocado por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas: RODRIGÁÑEZ, C., La vida del campo, Madrid: Tipografía de los Huérfanos, 1886.

45 Una parte del Resumen, concretamente la que se refiere a «los salarios agrícolas en Andalucía y en Extremadura en 1905», fue publicada en la Revista de Trabajo, n.º 1, 1963, págs. 187-295, con comentarios de José Castillo.

46 Juan DÍAZ DEL MORAL, Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, Córdoba, Madrid: Gráfica Universal,1929; Madrid: Alianza Editorial, 1973. Díaz del Moral, notario de Bujalance, fue discípulo de Fernando de Castro y de Francisco Giner de los Ríos, a quienes dedica su libro, pero, que sepamos, no trabajó nunca en el Instituto de Reformas Sociales. Constancio BERNALDO DE QUIRÓS, El espartaquismo agrario andaluz, Madrid: Reus,1919. Edición moderna por J.L. GARCÍA DELGADO, selección y prólogo, El espartaquismo agrario andaluz y otros ensayos sobre la estructura económica y social en Andalucía, Madrid: Editorial Revista de Trabajo, 1973.

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espartaquismo agrario, como solución colectiva, frente a las características de la estructura social de Andalucía47. También sobre problemas agrarios y sociales, pero lejos del mediodía y de las dos Castillas, se sitúa el trabajo de García de Cáceres, titulado Información acerca de las condiciones sociales en que se realiza el cultivo del arroz en la provincia de Valencia, 1910.

Tanto la Comisión como el Instituto dispensaron una gran atención a los problemas del campo, y lo mismo hacen otros muchos pensadores e instituciones, hasta tal punto que podría decirse que la sociología rural es la primera sociología empírica que se practica en España, frente a lo que sucede en el resto de Europa, en donde es la industrialización el motor del pensamiento crítico sobre los problemas de la sociedad.

Pero, casi simultáneamente, preocupan los problemas relativos a las minas y a los mineros. Dos catástrofes en sendas explotaciones mineras ¿en la explotación hullera de Villanueva de las Minas (Sevilla) y en Melendreros (Oviedo), también de hulla¿, dan lugar a dos visitas de inspección, seguidas de informes técnicos. La primera es realizada por José Marvá y Mayer, ingeniero militar, de quien se decía que era «más sociólogo que guerrero» y que a la sazón dirigía la sección técnica segunda ¿Inspección¿. La segunda visita de inspección corre a cargo de Rafael Bautista Sanz, ingeniero de minas y auxiliar de la sección segunda. El contenido de estos informes es predominantemente técnico, relacionado con el incumplimiento de diversas disposiciones sobre higiene y seguridad en el trabajo de las minas, pero en ellos se pone de manifiesto las exigencias de objetividad propias de los informes del Instituto. Sin embargo, en ocasiones están directamente implicados asuntos de carácter social, como los referentes a la vivienda, alimentación, dotación de servicios y a los abusos de los propietarios de las minas, estableciendo cantinas y economatos en sus propias explotaciones, en las que los mineros se ven obligados a comprar48.

Por lo que se refiere a los efectos sociales y económicos del proceso industrializador, conviene señalar, en primer término, la preocupación del Instituto en todo lo referente al trabajo de las mujeres y de los niños. Existen informes sobre temas particulares, elaborados con ocasiones de problemas o consultas planteadas al Instituto. Por ejemplo, el elaborado a petición de los fabricantes de vidrio de la provincia de Barcelona, quienes solicitaban la suspensión de ciertas normas que limitaban a seis las horas de trabajo y prohibían el trabajo nocturno de los menores de 14 años, de ambos sexos. Pero tienen mayor interés, por su carácter general, los informes redactados por José González Castro, sobre El trabajo de la mujer en la industria, 1914, y El trabajo de la infancia en España, 191749. El primero de estos estudios, realizado por un miembro del Instituto, no se hizo por iniciativa de éste, sino como respuesta a un concurso convocado por la Sociedad Española de Higiene para estudiar las condiciones de trabajo de la mujer. Sin embargo, el Instituto lo asumió como propio y lo publicó para su difusión. En

47 Constancio BERNALDO DE QUIRÓS, «Bandolerismo y delincuencia subversiva en la Baja Andalucía», tomo IX de los Anales de la Junta para Ampliación de estudios e Investigaciones Científicas, Madrid, 1913. Años más tarde publicará, en colaboración con Luis ARDILA, Criminología del campo andaluz. El bandolerismo, Madrid: Publicaciones de «Policía Española», 1933.

48 Uno de estos informes se ha reeditado hace algunos años: José MARVÁ, El trabajo en las minas, Algorta, 1970. Marvá se formó en la Academia de Ingenieros del Ejército, siendo profesor de la misma y miembro de la Academia de Ciencias y del Instituto de Reformas Sociales. Véase MARVÁ Y MAYER, J., Función técnico-social del Ingeniero, Madrid: Imprenta del Memorial de Ingenieros del Ejército, 1909, en donde reconoce el importante papel del ingeniero como intermediario entre el capital y el trabajo, en un régimen de libre competencia.

49 José GONZÁLEZ DE CASTRO, El trabajo de la mujer en la industria. Condiciones en que se efectúa y sus condiciones en el porvenir de la raza, Madrid: IRS., 1914; El trabajo de la infancia en España, Madrid: IRS. 1917.

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el informe se comienza señalando las transformaciones irreversibles suscitadas por el paso del taller familiar a las fábricas, con las condiciones creadas por el uso de las «máquinas». Este paso afecta gravemente a las condiciones de la mujer, en cuanto a seguridad e higiene, jornada de trabajo, remuneración, etc. Con la alternativa del trabajo a domicilio ¿sobre todo en la industria textil¿, que permite eludir la posible supervisión de la inspección del trabajo femenino. Se analizan en este informe las relaciones entre patronos y obreras y la falta de sensibilidad de la sociedad ante los problemas que se denuncian.

Los informes sobre el trabajo de los menores presentan esquemas analíticos análogos, tanto el publicado por González Castro en 1917, como el que elabora Alberto López Argüello, en 1920, sobre el trabajo de los niños en los espectáculos públicos50. En ambos se lleva a cabo la descripción de las características de la vida de los menores y del trabajo al que están sometidos: trabajo de menores de 10 años, ausencia de escolarización, jornadas interminables de trabajo, mala alimentación, carencia de medidas de higiene y seguridad, etc. En todos estos casos se proponen medidas que permitan mejorar las condiciones de los niños, elevando la edad de acceso al trabajo de los menores y reclamando competencias para un control más eficaz y una mejor protección de los mismos.

Las huelgas y los conflictos obreros son uno de los temas a los que mayor atención presta el Instituto de Reformas Sociales desde la fecha de su constitución. Las «estadísticas de huelgas» constituyen un trabajo fijo y regular del Instituto, que, sobre todo en los resúmenes trimestrales de la Crónica de Huelgas, proporcionan una interesante información cualitativa. Son dignos de mención, por su minucioso y detallado análisis, comentarios y estadísticas económicas, los informes anuales sobre las huelgas en Barcelona, que publica Miguel Sastre, de 1903 a 1915, con independencia del Instituto pero en paralelo a sus actividades y preocupaciones51. Pero aparte de las estadísticas de huelgas, el Instituto prestó una atención especial a ciertos conflictos cuando llegaron a tener una importancia propia, por determinadas razones, de modo que se llegaron a redactar unos veinticinco estudios monográficos sobre distintas huelgas. Uno de los más conocidos es el que llevó a cabo Julio Puyol y Alonso, secretario del Instituto, sobre los conflictos que tuvieron lugar en la Sociedad Fábrica de Mieres, que explotaba minas de hulla52. Este Informe se realiza a instancias de la asociación de obreros de Mieres «La Unión Social», que denuncia una serie de prácticas discriminatorias, por parte de la empresa, hacia trabajadores sospechosos de ideología socialista.

También tiene su origen en una huelga concreta el Informe realizado por Vicente Santamaría de Paredes y otros, a raíz de una serie de conflictos que afectaron a buena parte de la población de Gijón53. En todos los casos, el Instituto pretende establecer los hechos en los que se concreta el conflicto, partiendo de las motivaciones de las partes y de las actuaciones que entre las mismas se han dado, todo ello en el contexto de las condiciones de trabajo y de los factores sociales de la vida del minero. Una vez fijados, con la mayor objetividad posible, los términos del

50 Alberto LÓPEZ ARGÜELLO, El trabajo del niño en los espectáculos públicos, Madrid: IRS, 1920.

51 Miguel SASTRE Y SANNA, Las huelgas en Barcelona y sus resultados durante el año 1903. Acompañado de numerosos e importantes datos estadísticos sobre otros asuntos relacionados con la cuestión social obrera en Barcelona, Barcelona: Establecimiento Tipográfico de Ramón Pujol, 1904. Hasta 1915 inclusive, publica cada año un informe análogo. En 1908, publica, además, un libro titulado: Las huelgas. Sus causas, sus efectos y sus remedios, Valencia: Imp. y Lit. J. Ortega, 1908.

52 Julio PUYOL Y ALONSO, Informe acerca de la fábrica y de los obreros de Mieres, Madrid: IRS., 1907.

53 Vicente SANTAMARÍA DE PAREDES, Francisco MORA, Pedro Pablo de ALARCÓN y José María GONZÁLEZ, Informe acerca del conflicto obrero-patronal de Gijón, Madrid: IRS., 1910.

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conflicto, el Instituto pretende ofrecer su mediación, para aproximar posturas y ver el modo de llegar a una toma conjunta de decisiones, que sea aceptada por las dos partes. En todo caso, se trata de un tipo de análisis de conflictos y de mediación que preludia las técnicas de decisión de grupo y resolución de conflictos, desarrolladas en Estados Unidos por Kurt Lewin y Jakob Moreno, en la década de los cincuenta.

Pero más interés que los Informes anteriores tiene, desde el punto de vista analítico, el Informe sobre las minas de Vizcaya54. La solicitud de que se realizara este Informe, por parte del gobierno, tiene su origen en la huelga general de 1903, en Vizcaya, que afectó principalmente al sector minero, pero también a las industrias de la zona, y que, ante la imposibilidad de un entendimiento entre obreros y patronos, y dada la violencia alcanzada, concluyó con la intervención militar, cuya autoridad dictó un bando de obligado cumplimiento, que no satisfizo a nadie. La comisión nombrada al efecto, estaba formada por Sanz y Escartín, Salillas y Puyol, y se desplazó al lugar de los hechos al día siguiente de ser designada. La premura del tiempo y el máximo interés puesto por el gobierno y por el propio Instituto en su análisis, se debe al hecho de tratarse de una zona de conflictividad endémica, de modo que se toma como referencia para el análisis de las recientes huelgas, el lapso de tiempo que va de 1890 a 1903.

La metodología seguida es la habitual en los Informes del Instituto: la información directa en los lugares de trabajo y de residencia, a través de entrevistas con obreros y patronos, y las entrevistas con las distintas autoridades de la zona. A lo cual se añade toda la información documental de la que se puede hacer acopio ¿estadísticas de salarios, de horas de trabajo, de precios de artículos de primera necesidad, variaciones de estos factores a lo largo del período estudiado, número de asociaciones obreras y de participantes en las mismas, etc.¿, y la que se obtiene a través de una encuesta aplicada a los patronos55. Todo esto se recoge en la Parte primera del Informe.

Pero, sin duda, el mayor interés de este Informe reside en la Segunda parte del mismo ¿constituida por las Apreciaciones de Rafael Salillas y, por separado, las de Sanz y Escartín, a partir de los materiales incorporados en la Parte primera¿, que constituye un análisis estricto y riguroso de los datos. Comienza Salillas haciendo mención expresa de las condiciones en las que se basa su objetividad de juicio y su no implicación personal en los intereses de las partes: «Vistos los documentos que le fueron facilitados a la comisión y formado juicio, que lo estima exen-

54 Eduardo SANZ Y ESCARTÍN, Rafael SALILLAS Y PANZANO y Julio PUYOL Y ALONSO, Informe referente a las minas de Vizcaya, Madrid: IRS. 1904. Sanz y Escartín, Conde de Lizárraga, académico de Ciencias Morales y Políticas, sería el tercer y último Presidente del Instituto, Rafael Salillas fue reputado criminalista de fama internacional y Julio Puyol, académico de Historia y de Ciencias Morales y Políticas, fue secretario del Instituto.

55 En un artículo titulado «Notas sobre el Instituto de reformas Sociales y las tres historias de la sociología española», REIS, n1 86, 1999, Juan ZARCO, después de referirse a este Informe y a su metodología, concluye: «Así, pues, la observación directa sobre el terreno, las entrevistas a los protagonistas, la implementación de un cuestionario y el análisis de datos secundarios nos parecen elementos suficientes para atribuir a estas investigaciones carácter sociológico». Sin embargo, receloso tal vez por las críticas que pueda recibir a causa de tan atrevidas ¿y atinadas¿ conclusiones, añade: «cabe cuestionarse esta última afirmación y preguntarse si es posible sostener que estos hombres (...) tenían espíritu sociológico, además del claro talante reformador» (pág. 146). Conviene tener presente que una ciencia se especifica por su objeto formal. Esto es, por la perspectiva desde la cual se contempla su objeto material y por el método de estudio aplicadoy que en ningún caso hay que confundir el método con las técnicas de recogida de datos. Por otra parte, cuando un tema social se considera desde la perspectiva sociológica, no cambiará el carácter sociológico de los conocimientos que se acuñen, el uso posterior al que se destinen, ya sea la reforma social o la docencia universitaria.

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to de preocupaciones de escuela, de clases e intereses, se conceptúa en adecuada disposición para emitir dictamen, según su leal saber y entender»56. El punto de partida del análisis de Salillas consiste en la elaboración de una tipología de las huelgas estudiadas, según las motivaciones de los actores. Se refiere a las motivaciones que laten por debajo de las conductas, y que él considera como causa predisponente, distinguiéndola de los acontecimientos que ponen en marcha la huelga en un momento determinado, a los que atribuye la condición de causa ocasional. Su tipología distingue cuatro tipos de huelgas: 1. Huelgas de aspiración, que tienen motivaciones de marcado carácter fisiológico ¿insuficiencia de los salarios, excesiva duración de la jornada, etc.¿; 2. Huelgas de imposición, que rechazan la imposición del poder de los empresarios sobre los trabajadores; 3. Huelgas políticas, como rebelión frente a las medidas gubernativas y, por último, 4. Huelgas libertarias, que recaban la independencia económica y la libertad para vivir de los trabajadores ¿libertad para comprar, libertad para elegir vivienda, etc.¿. En todo caso, se trata de una tipología construida a partir de los datos empíricos, y ofrece, en consecuencia, tipos reales y no ideales.

A la luz de esa tipología analiza Salillas los diferentes enfrentamientos laborales acaecidos en Vizcaya entre 1890 y 1903, distinguiendo entre conflictos mineros y conflictos industriales, y mostrando las peculiaridades de cada uno de esos colectivos, en cuanto a sus motivaciones huelguísticas y sus conductas. Igualmente estudia el comportamiento diferencial de los patronos y de los trabajadores, en función de que sean fijos o ambulantes, caso frecuente entre los mineros, si bien han ido disminuyendo en proporción los mineros ambulantes dentro del lapso de tiempo considerado. La menor asociatividad de los mineros ambulantes permite explicar algunos de los rasgos diferenciales entre la zona industrial y la zona minera. No tratamos de reproducir aquí el análisis que lleva a cabo Salillas, sino llamar la atención sobre el hecho de que se trata de un análisis multivariable, mediante el cual se intenta ponderar el peso de cada variable, en las conductas de las partes, al mismo tiempo que se explican las diferencias entre la industria y la minería, y en ambas, en una consideración diacrónica, en función de los procesos tecnológicos, económicos y urbanísticos.

Las Apreciaciones de Sanz y Escartín, de mucha menor extensión, se basan en la distinción entre causas aparentes y causas reales de las huelgas y tienen las virtudes de su sencillez y claridad, junto a un escueto despliegue analítico. Una nueva prueba de objetividad del Instituto consiste en que se adjuntan, como partes del mismo Informe, ambas Apreciaciones y las conclusiones a que cada una de ellas conduce, siendo próximas, aunque no absolutamente coincidentes en sus puntos de vista.

Sin pretensiones de ser exhaustivos, no sería lícito eludir aquí la mención de los estudios monográficos sobre las emigraciones y sobre las viviendas y los barrios obreros. Por lo que se refiere a las primeras, el interés del Instituto en este tema comienza con el envío de Pedro Sangro y Ros de Olano al I Congreso Iberoamericano de Emigración, con el encargo de informar sobre los nuevos planteamientos de estudio y de tratamiento de los problemas que de la emigración se derivan57. La pri-

56 Esta Segunda parte fue publicada en el número 20, año 1967, de la Revista de Trabajo, págs. 171-296, bajo el título Informe referente a las minas de Vizcaya, Apreciaciones de D. Rafael Salillas y de D. Eduardo Sanz y Escartín. No por casualidad este Informe apareció en el volumen monográfico que el Ministerio de Trabajo dedicó a rendir homenaje a Salvador Lissarrague Novoa, Catedrático de Filosofía Social e Inspector de Trabajo, con motivo de su fallecimiento.

57 Pedro SANGRO Y ROS DE OLANO, Primer Congreso Nacional de Emigración. Memoria acerca de los trabajos del Congreso, presentada al Instituto de Reformas Sociales, Madrid: IRS, 1909.

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mera guerra mundial produce efectos diversos sobre la industria nacional, variables según industrias y según las regiones, pues mientras en unos casos se produce desabastecimiento de materias primas y reducción de los pedidos, en otros, se observa una activación de la actividad económica. En cualquier caso, todo ello da lugar a movimientos de la población trabajadora, que se recogen en diversos informes, sobre la base de monografías elaboradas en las provincias, por los delegados de estadística58.

Si bien es cierto que el Instituto llevó a cabo estudios monográficos sobre una gran variedad de materias59, está por hacer una labor desapasionada de sus aportaciones científicas al conocimiento de la realidad española de su tiempo. También queda por hacer el estudio de sus efectos estimulantes y fructificadores sobre otras instituciones y sobre autores independientes.

Consideramos de especial interés el estudio monográfico de las aportaciones del Instituto a determinados temas, como el de la ciudad moderna, los barrios obreros y las viviendas obreras, de los que ya se ocupó la Comisión de Reformas sociales60 y que aparecen tratados de manera dispersa en diferentes Informes del Instituto. Es aconsejable no olvidar que ya en 1856, había publicado Ildefonso Cerdá su Monografía estadística de la clase obrera de Barcelona, en 185661, que es mucho más que un conjunto de datos estadísticos y que le sirvió de base para establecer cómo tenían que ser las viviendas y ordenarse los barrios para responder adecuadamente a las necesidades de la vida personal y familiar y de las relaciones sociales y los servicios de la vecindad.

Dentro del estricto plano de la sociología está el estudio de Posada, La ciudad moderna, 191562; y son abundantes los estudios sobre desviación social dentro de la ciudad, cuyo contenido sociológico no conviene desdeñar sin haberlos leído. Por ejemplo, los de Bernaldo de Quirós y Llanas Aguilaniedo, sobre La mala vida en Madrid. Estudio psicosociológico63; Salillas, El delincuente español: El hampa64; Concepción Arenal, El pauperismo65. Igualmente existen numerosos estudios sobre higiene pública y municipal y sobre las condiciones de salubridad del proletariado industrial66.

58 Información sobre emigración española a los países de Europa durante la guerra, Madrid: IRS, 1919; Constancio BERNALDO DE QUIRÓS, La emigración obrera en España después de la guerra, Madrid: IRS, 1920.

59 PALACIO MORENA, Op. cit., págs. 281 y sigs. proporciona interesante información sobre monografías realizadas por el Instituto, en cuyo estudio no entramos aquí.

60 Sobre este tema puede verse, Antonio BUJ Y BUJ, «La cuestión urbana en los informes de la Comisión de Reformas Sociales», SCRIPTA VETERA, edición electrónica de trabajos publicados sobre geografía y ciencias sociales (www.ub.es/geocrit/sv-32.htm).

61 Ildefonso CERDÁ, Monografía estadística de la clase obrera de Barcelona, en 1856, reeditada después con su Teoría general de la urbanización y aplicación de sus principios y doctrinas a la reforma y ensanche de Barcelona (1868), Madrid: Instituto de Estudios Fiscales, edición facsímil, 1968.

62 Adolfo G. POSADA, La ciudad moderna, discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1915.

63 C. BERNALDO DE QUIRÓS y J.M. LLANAS AGUILANIEDO, La mala vida en Madrid. Estudio psico-sociológico, Madrid: B. Rodríguez Serra, Editor, 1901. Existe una edición reciente: Huesca: Instituto de Estudios Alto-Aragoneses, Zaragoza: Egido Editorial, 1997. Esta obra pertenece al mismo estilo y temática que el clásico de Henry MAYHEW, Those That Will Not Work (1862), cuarto volumen de London Labor and the London Poor. Puede verse la selección realizada por Peter Quennell, con el título London¿s Underworld, London: Spring Books, 7ª edición, 1969.

64 Rafael SALILLAS Y PANZANO, El delincuente español: Hampa, Madrid: Victoriano Suárez, 1898. Pocos años después publicará otro libro, algunas de cuyas categorías empleará en el análisis de las motivaciones de las huelgas mineras: La teoría básica (biosociología), Madrid: Victoriano Suárez, 1901.

65 Concepción ARENAL, El pauperismo, Madrid: Victoriano Suárez, 1897.

66 Véase especialmente José María LÓPEZ PIÑERO y otros, Medicina y sociedad en la España del siglo XIX, Madrid: Sociedad de estudios y Publicaciones, 1964.

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9. LA SOCIEDAD ESPAÑOLA Y LOS TEMAS TRATADOS POR EL INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES

Llegados a este punto, la lógica de nuestro propio planteamiento nos obliga a poner en relación los estudios realizados por el Instituto de Reformas Sociales con lo problemas que venía arrastrando, durante casi todo el siglo XIX la sociedad española.

Lo que, a fin de cuentas, queremos poner de manifiesto, es la estrecha conexión entre los problemas y los estudios, como una clara manifestación de que se llevó a cabo ¿o se intentó, al menos¿ y probablemente con bastante éxito, una reflexión crítica de los problemas de la sociedad española, pretendiendo comprenderlos y proponer soluciones, desde esa comprensión. No se trata de estudios asépticos y desimplicados sino que, persiguiendo la objetividad por todos sus medios, pretenden comprender los problemas ¿sin duda, con reviviscencia endopática¿, explicarlos adecuadamente, y proponer reformas. Es un momento ¿largo momento¿, en que la sociedad española padece problemas profundos y graves y no resulta lícito a sus actores adoptar ante ellos actitudes de un lejano academicismo. Esto hace que hombres de diferentes orientaciones pero de un común talante, se olviden de sus posibles diferencias, para colaborar en proyectos comunes ¿ideales, dirá Posada¿. Pero se trata de una empresa que ya se había acometido, no mucho tiempo antes, en otros países europeos. Probablemente en circunstancias más favorables.

Ciertamente, estos comienzos de la sociología empírica en España presentan limitaciones y defectos, pero conviene no olvidar dos tipos de factores: unos, que afectan a España en particular, como el escaso desarrollo de las estadísticas oficiales y la falta de bases de datos fiables; otros, de carácter general, como el escaso desarrollo de las técnicas de investigación, tanto en lo referente a la recogida de datos, como a su tratamiento y posterior análisis. Esta segunda limitación es común a la mayor parte de la investigación empírica europea, hasta el término de la segunda guerra mundial.

Por lo demás, como hemos intentado mostrar, el Instituto de Reformas Sociales prestó atención a los problemas más urgentes de la sociedad española. En primer lugar, el campo, aquejado por problemas endémicos y agitado convulsivamente por conflictos recurrentes. En este sentido, los comienzos de la sociología española son netamente diferentes del resto de las sociologías de otros países, centrados sobre el mundo urbano industrial.

Pero no dejó de lado los problemas de la naciente industria y de la minería, cuya inconsistencia y precariedad, junto a la doctrina imperante de no intervención pública, generó continuos conflictos. Las condiciones de vida del proletariado, tanto en el trabajo como fuera de él, fueron cuestiones continuamente presentes en los estudios del Instituto. Es evidente que el tema subyacente es el de la conflictividad de la sociedad española que persiste del pasado y de la nueva sociedad que emerge del proceso industrializador. Se trata de dos mundos conflictivos, pero independientes entre sí, y que, en principio, no se encuentran ni se enfrentan. La conflictividad brota de estructuras sociales y de mentalidades irreductibles, de modo que la intervención pública llega a presentarse como la única vía para el encuentro de soluciones viables. Esa fue la razón de la existencia, primero, de la Comisión de Reformas Sociales, más tarde, del Instituto.

10. LA DESAPARICIÓN DEL INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES Y SU LEGADO SOCIOLÓGICO

El Instituto de Reformas Sociales fue creando instituciones que asumieron, poco a

Igualmente se puede consultar, Luis URTEAGA, «Miseria, miasmas y microbios. Las topografías médicas y el estudio del medio ambiente en el siglo XIX», SCRIPTA VETERA, con abundante bibliografía sobre topografías médicas de ciudades y pueblos, durante el siglo XIX, como un comienzo de sociología médica (www.ub.es/geocrit/sv-58.htm).

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poco las funciones que, en un principio, desempeñara el Instituto por sí solo: el Instituto Nacional de Previsión, la Inspección de Trabajo, etc. En los últimos momentos, transferidas la mayoría de sus competencias, el Instituto se va quedando vacío y, finalmente, se extingue. Es comprensible que un hombre como Adolfo Posada, que había estado desde el principio vinculado a sus actividades, se rebelara contra su desaparición y no quisiera, pese a que le fue solicitado con insistencia, incorporarse a ninguna de las nuevas instituciones, surgidas de ese proceso de institucionalización especializada, fruto de una división del trabajo político y administrativo.

Sin embargo, la práctica totalidad del personal técnico, funcionarios de carrera, continuaron realizando labores similares a las que, desde tiempo atrás, venían realizando en el Instituto. Sería interesante averiguar si quienes recibieron la herencia científica ¿no sólo sociológica¿ del Instituto de Reformas Sociales, fueron los organismos públicos a los cuales pasó, en mayor o menor medida, con restricciones, pero también con ampliaciones, el conjunto de tareas que el Instituto llevaba a cabo. Aventuramos como hipótesis, por si alguien tuviera interés en comprobarlo, que muchas de esas tareas pasaron a las instituciones creadas por el Instituto y que de él se fueron desgajando: el Instituto Nacional de Previsión, el Ministerio de Trabajo ¿tanto en la Vicesecretaría General de Estudios, como en el Instituto de Estudios Laborales y de Seguridad Social y en la Dirección General de Promoción Social¿, en las Escuelas Sociales, así como también en el Ministerio de Sanidad y Seguridad Social ¿en la medida en que recibió competencias procedentes del Ministerio de Trabajo¿ y, con independencia de ese proceso, en el Ministerio de Agricultura67. Todo esto excede, con mucho, del propósito inicial de este estudio, orientado a mostrar la eventual aportación del Instituto de Reformas Sociales a la naciente sociología empírica española. Nos daríamos por satisfechos si lo hasta aquí escrito hiciera, por lo menos, que algunos sintieran la necesidad de aproximarse ¿y no sólo mirarla desde lejos¿ a la obra científica de una institución considerada como excepcional en toda la Europa de su tiempo.

APÉNDICE Algunas obras presuntamente sociológicas, publicadas entre 1875 y 1940

1875. PÉREZ PUJOL: La sociología y la fórmula del derecho.

1876. AZCÁRATE: Estudios económicos y sociales.

1876. AZCÁRATE: Ensayo sobre la historia del derecho de propiedad.

1884.GONZÁLEZ SERRANO: Sociología científica.

1887. PIDAL Y MON: El método de la observación en la ciencia social. Le Play y su escuela.

1889-97. SALES Y FERRÉ: Tratado de Sociología, 4 vols.

1891. AZCÁRATE: Concepto de la sociología.

1891. DORADO: El positivismo en la ciencia jurídica y social italiana.

1892. AZCÁRATE: Los deberes de la riqueza.

67 La tradición de los estudios pormenorizados de problemas sociales como punto de partida para la elaboración de políticas o proyectos legislativos, se continúa en todos esos casos, aunque, sin duda, la estructura institucional no es tan precisa y unitaria. En todo caso, el estilo del Informe, creado en la Comisión y perfeccionado en el Instituto de Reformas Sociales se mantiene en los organismos que proceden de él. Y por lo que a las materias se refiere, se prolonga una tradición vinculada a los temas de competencia de tales instituciones: los conflictos de trabajo, la seguridad social como sistema institucional, la sanidad, los gastos farmacéuticos, las profesiones sanitarias, los servicios sociales, los movimientos migratorios, la promoción profesional, el empleo, los accidentes de trabajo, etc.

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1893. SANTAMARIA DE PAREDES: El movimiento obrero contemporáneo.

1894. SANZ ESCARTIN: Autoridad política en sociedades contemporáneas.

1896.ARENAL: La igualdad social y política

y sus relaciones con la libertad.

1896. SANTAMARIA DE PAREDES: Concepto del organismo social.

1897. ARENAL: El pauperismo.

1898. SALILLAS: El delincuente español: El

hampa.

1898. COSTA: El colectivismo agrario.

1899. GINER: Estudios y fragmentos sobre la

teoría de la persona social.

1901. SALILLAS: La teoría básica (biosociología).

1901. BERNALDO DE QUIRÓS y LLANAS:

La mala vida en Madrid.

1901-02. COSTA: Oligarquía y caciquismo

1902. POSADA: Sociología contemporánea.

1902. SALILLAS: La trata de blancas.

1903. BERNALDO DE QUIRÓS: Alcoholis-

mo.

1904. (*) BUYLLA y ALEGRE: Miseria y conciencia del campesino castellano.

1904. (*) SALILLAS, SAINZ Y ESCARTIN,

PUYOL: Informe referente a las minas de Vizcaya.

1906. AZNAR: Catolicismo social en España.

1906. SASTRE: Las huelgas en Barcelona y sus resultados en 1905 y 1906.

1907. (*) PUYOL: Informe acerca de la fábri-

ca y los obreros de Mieres.

1907. SALES Y FERRÉ: Nuevos fundamentos de la moral.

1908. POSADA: Principios de sociología.

1908. SALILLAS: El tatuaje y su evolución histórica.

1910. SALES Y FERRÉ: Problemas sociales.

1910. (*) MARVÁ: El trabajo en las minas. 1910. (*) SANTAMARÍA y otros: Informe

acerca del conflicto obrero-patronal de

Gijón.

1910. (*) GARCÍA CÁCERES: Condiciones

sociales del cultivo del arroz en Valencia.

1912. SALES FERRÉ: Sociología general.

1913. BERNALDO DE QUIRÓS: Bandoleris-

mo en la Baja Andalucía

1914. (*) GONZÁLEZ CASTRO: El trabajo de

la mujer en la industria.

1915. POSADA: La ciudad moderna.

1917. (*) GONZÁLEZ CASTRO: El trabajo de

la infancia en España.

1917. BUYLLA: La reforma social en España.

1919. (*) BERNALDO DE QUIRÓS: Esparta-

quismo agrario.

1920. (*) BERNALDO DE QUIRÓS: La emi-

gración obrera en España después de la

guerra.

1921. SASTRE: La esclavitud moderna.

1921. ORTEGA: España invertebrada.

1923. ORTEGA: El tema de nuestro tiempo.

1926. AZNAR: La familia como institución

básica de la sociedad.

1929. (*) DIAZ MORAL: Historia de las agi-

taciones campesinas andaluzas.

1929. POSADA: Principios de Sociología. 2ª

edición, muy ampliada.

1930. AZNAR: Despoblación y colonización.

1930. ORTEGA: La rebelión de las masas.

1931. AZNAR: Promedios diferenciales de

natalidad, mortalidad y reproductividad

por grupos sociales en España.

1932. SANGRO Y ROS DE OLANO: Opinión

pública y masa neutra.

1940. ORTEGA: Ideas y creencias.

Las obras señaladas (*) son publicaciones

del Instituto de Reformas Sociales o realiza-

das con materiales procedentes del mismo.

REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES

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