El impacto del asesoramiento científico

AutorIsidoros Karatzas y Yves Dumont
CargoDG Investigación

El Primer Ministro británico no ha podido ser más claro cuando, en su discurso ante la Royal Society, al referirse a la aportación de la ciencia a las decisiones políticas, dijo: 'La distinción fundamental está entre un proceso en el que la ciencia nos refiere los hechos y nosotros formulamos un juicio; y otro proceso en el que los juicios a priori coartan efectivamente la investigación científica' (Royal Society, 2002). Tradicionalmente, la aportación de la ciencia a la política (el proceso de toma de decisiones ciencia/política) se ha considerado como una secuencia, que comienza con la provisión de asesoramiento científico y se traduce en decisiones políticas. En este modelo (véase la tabla 1), los científicos participan activamente en la primera etapa (proporcionar asesoramiento), disminuyendo su influencia y su participación a medida que nos movemos hacia el diseño y la puesta en práctica de la política. Al mismo tiempo, tiende a aumentar el impacto de otros factores, como los sociales, culturales y económicos. Esta diferencia puede crear, y de hecho crea, conflictos entre los actores participantes; conflictos que son graves cuando el conocimiento y los datos científicos son insuficientes, controvertidos o se carece de ellos para apoyar el asesoramiento científico (tabla 2). Para muchos científicos, el interés primordial en estas disputas estriba en trazar la línea divisoria entre ciencia y política de modo que se preserven la autoridad y la integridad de la ciencia, mientras que otros actores desearían trazar esta línea de modo que su control sobre las decisiones sociales sea máximo (Jasanoff, 1987). Por tanto, la posición de la línea debe negociarse, conciliando, si es posible, puntos de vista opuestos. La naturaleza negociadora de la política aumenta la probabilidad de que algunos o todos los actores se sientan frustrados o desilusionados.

Los retos y crisis con que se enfrenta nuestra sociedad, junto con la supuesta disminución de la confianza pública en los científicos y en los políticos, han obligado a replantear la cooperación entre los actores en el proceso de toma de decisiones ciencia/política. Algunos hechos han contribuido a un cambio directo: en palabras del Dr. Lewis M. Branscomb, copresidente del comité de las academias norteamericanas sobre tecnologías antiterroristas, 'el desarrollo de la relación entre ciencia y gobierno promete reeditar la colaboración que dio lugar a la bomba atómica, a la llegada de los astronautas americanos a la luna, a ganar la guerra fría y a curar muchas enfermedades' (New York Times, 2001). Esta aproximación va acompañada por considerables incrementos presupuestarios. Según Neal Lane, ex-director de la National Science Foundation y asesor científico del anterior presidente de EE.UU. Bill Clinton: 'La guerra fría justificó mayores inversiones en ciencia e ingeniería. La amenaza terrorista podría ser un poderoso argumento para invertir en ciencia' (The Dallas Morning News, 2001). En los nuevos mecanismos de cooperación que se están estableciendo para que 'la ciencia hable directamente con el poder', las organizaciones científicas se podrían convertir en brokers o agentes de la ciencia. Así, abandonarían sus prácticas habituales de reunir paneles de expertos para deliberar durante meses y producir informes detallados y, en su lugar, identificarían a científicos que pudieran realizar estudios rápidos y celebrar reuniones de expertos a corto plazo (NY Times, op.cit.).

Esto sucede, en concreto, en épocas de crisis o en casos urgentes donde la experiencia previa (lecciones aprendidas) debe incorporarse en la fase preparatoria y también cuando el tiempo de respuesta es esencial. La crisis de la fiebre aftosa en el Reino Unido es un ejemplo reciente, en el que una consulta independiente recomendó fervientemente la utilización de expertos científicos y la transferencia de buenas prácticas tomadas de las experiencias previas (Anderson, 2001). Esta consulta recomendó también romper la tradición negativa de repetir errores y abogó por poner en práctica las recomendaciones de la consulta sobre las 'vacas locas' del año 2000, acerca del uso de comités asesores y el cambio en la cultura existente en los organismos gubernamentales, que tiende a la toma de decisiones en el seno de comités.

Tabla 1. El proceso de toma de decisiones ciencia/política

[Tabla no disponible]

Fuente: Creating a common purpose: the integration of science and policy in Canada¿s public service:

http://www.ccmd-ccg.gc.ca/research/roundtables/2002reports_e.html#creating.

Otros factores que influyen sobre el impacto del asesoramiento científico se refieren a las estructuras actuales para obtener dicho asesoramiento. Persisten, como principales puntos débiles, los débiles lazos de unión entre el desarrollo político y la estrategia de investigación científica, la falta de transparencia plena, los conflictos de intereses, la insuficiente coordinación y el uso, menos que óptimo, de prácticas de comunicación adecuadas (Biotechnology and Biological Sciences Council, 2002).

Aunque es difícil estimar el impacto económico1 de un mediocre funcionamiento del proceso de asesoramiento, en el caso de la fiebre aftosa, Anderson concluye que el aporte de asesoramiento científico independiente en las primeras fases de la epidemia se debió a la intervención personal del presidente de la Food Standards Agency y que la participación oficial del grupo asesor científico se produjo sólo 35 días después del principio de la epidemia: esto indica que, para que el asesoramiento científico sea eficaz, se requiere un sistema igualmente eficaz para gestionar su provisión.

Para ello se necesita un cambio en la cultura y una mejora de la comunicación entre todos los actores participantes. Generalmente, los expertos independientes (no procedentes de la industria) que componen los comités asesores suelen ser investigadores académicos que trabajan sobre problemas básicos, no relacionados directamente con aplicaciones específicas. El resultado puede ser un vacío entre los tipos de cuestiones que pueden contestar los científicos y las de carácter más práctico que pregunta el público (BBSC, 2002).

Los esfuerzos para llenar este vacío e implementar con éxito las directrices aceptadas internacionalmente para la provisión de asesoramiento científico, que incluyen apertura, transparencia y participación lo más amplia posible, podrían mejorar sustancialmente si se reconsidera el marco completo de la cooperación ciencia-sociedad.

Una posibilidad sería la producción de 'conocimiento socialmente sólido': conocimiento producido conjuntamente por la ciencia y la sociedad, y basado en la negociación y el diálogo públicos entre ciencia y sociedad (Gibbons, 1999). En el proceso de asesoramiento científico, este enfoque trasladaría una parte de la discusión/ negociación/diálogo desde el final del proceso (es decir, antes de la decisión política) a la primera fase de la producción de conocimiento, aliviando la tensión actual entre los actores participantes. Si los políticos fuesen capaces de basar sus decisiones en hechos ampliamente discutidos y aceptados, se podría conseguir un proceso de participación equilibrado y reducir al mínimo la alienación (real o percibida) de los interlocutores sociales. Para que este proceso sea sostenible, se necesitan mecanismos de seguimiento adecuados, a fin de evaluar hasta qué punto la aportación de los interlocutores sociales se utiliza en la formulación de la política.

Además, los distintos interlocutores sociales podrían emprender más iniciativas para hacer más eficaz el diálogo entre la ciencia y la sociedad. Por ejemplo, organización de experiencias; encuestas a nivel europeo que aborden problemas en los que se tengan en cuenta las necesidades regionales, nacionales y europeas; y organización de cursos de adiestramiento para científicos, funcionarios y otros actores sociales sobre la gestión de la investigación y sobre la 'responsabilidad social' de la investigación.

Este número especial aborda, con algún detalle, las actuales discusiones para conseguir un sistema de asesoramiento científico más eficaz y participativo. Se presta especial atención a las normas de cooperación entre los científicos2 y entre éstos y los políticos, y al posible impacto de la participación pública en un proceso interactivo de formulación de la política. También se aborda la importancia de la comunicación entre los científicos y sus interlocutores sociales, situando a la cultura en el centro del proceso. Finalmente, se presenta una propuesta para diseñar un marco que incorpore los principales elementos del proceso de asesoramiento científico y se sugieren posibles criterios de evaluación.

Tabla 2. Matriz de aporte de datos, teorías y capacidad de aceptación*

[Tabla no disponible]

La solidez de las estimaciones cualitativas depende de la solidez de los parámetros empíricos (datos), teóricos y sociológicos

(aceptación por los colegas) de la investigación correspondiente. Fuente: Adaptado de Macgill, 1992.

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Notas

  1. Además del impacto sobre las relaciones entre los actores participantes, la persistente debilidad de las estructuras de asesoramiento científico se traduce en graves consecuencias económicas y sociales. En el caso de la fiebre aftosa, la repercusión para el contribuyente llegó a 2.800 millones de libras y el efecto agregado sobre la agricultura, la industria alimentaria y el turismo se estimó en otros 1.900-2.300 millones de libras. Estos costes son sólo los que resultan fáciles de medir y 'la epidemia tuvo también otros efectos, como la tensión producida entre los agricultores y otros sectores de la sociedad, las limitaciones de acceso en el campo, los efectos sanitarios, los costes medioambientales, etc. En muchas zonas afectadas, la estructura social y el sentimiento comunitario se vieron gravemente dañados' (Anderson, 2001).

  2. La Comisión está realizando esfuerzos para fortalecer la movilización del conocimiento científico europeo en apoyo de la formulación de políticas, mediante la creación de la red electrónica SINAPSE (Scientific InformAtion for Policy Support in Europe), cuya fase piloto se iniciará en 2003 (Dumont, Y. Nota breve: Movilización del conocimiento científico europeo para el asesoramiento científico: la contribución de la red electrónica SINAPSE. The IPTS Report, nº 60, diciembre 2001).

Referencias

Jasanoff, Contested Boundaries in Policy-Relevant Science, Social Studies of Science, vol. 17, págs. 195-230.

New York Times, Government Reviving Ties to Scientists, 20 noviembre 2001, pág. 1F.

Anderson, Foot and Mouth Disease 2001: Lessons to be learned inquiry Report, 2001, pág. 134. Disponible en línea: www.tso.co.uk/bookshop

The Dallas Morning News, Science: the mightiest weapon, 29 octubre 2001, pág. 1C.

Biotechnology and Biological Sciences Council, Memorándum sometido al Select Committee on Science and Technology del Parlamento británico, 18/10/2002. Disponible en línea: www.parliament.the-stationary-office.co.uk/pa/cm199899/cmselect/cmstech/28

Macgill, S., Controversy and Authority in British Official Scientific Advice on Radiation. En: The Politics of Expert Advice, editado por A. Baker y B.G. Peters, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1992, págs. 61-72.

Kinder, J., Rudick, C., Brown, K., La puesta en funcionamiento del asesoramiento científico y tecnológico: el sistema del gobierno canadiense, The IPTS Report, nº 60, diciembre 2001.

The Royal Society, Annual Address 2002. Disponible en línea: http://www.royalsoc.ac.uk/royalsoc/AnniversaryAddress2002/AA2002page6.htm

Contacto

Isidoros Karatzas, Unidad de Asesoramiento Científico y Gobierno, Dirección C, Ciencia y Sociedad, DG Investigación

Sobre los autores

Isidoros Karatzas es bioquímico y trabaja en la Unidad de Asesoramiento Científico y Gobierno, Dirección C, Ciencia y Sociedad de la DG Investigación. Su trabajo actual se refiere a la evaluación del impacto de las metodologías de asesoramiento científico y a la gestión del riesgo.

Yves Dumont es especialista en política científica y trabaja en la Unidad de Asesoramiento Científico y Gobierno, Dirección C, Ciencia y Sociedad de la DG Investigación. Su trabajo actual se refiere al desarrollo de herramientas de comunicación y al estudio de las estructuras de asesoramiento científico.

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