La Idea de atraso en el regeneracionismo

AutorEnrique Prieto Tejeiro
Páginas245-284

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1. Europa como referencia

La idea de atraso regeneracionista se mueve entre dos referencias básicas: la degeneración histórica de España, a partir del proceso de extrañamiento que se inició con el austracismoj que se remató con el liberalismo político decimonómico; y el crecimiento económico europeo del siglo XLX, del que los regeneracionistas tienen una visión peculiar. La alusión a la historia de España la veremos más adelante. En cuanto a la referencia a Europa es una constante en el pensamiento regeneracionista, aunque conviene tener en cuenta algunas diferencias, a veces más que de matiz, entre los cuatro regeneracionistas elegidos para este estudio, J. Costa, M. Picavea, L. Mallada y J. Senador.

"España es una tribu con pretensiones", decía Revilla, al contrastarla con Europa. Macías Picavea toma el testigo que luego traspasa al resto de los regeneracionistas. No solamente no han comprendido la realidad de su país al imaginar el fantasma caciquil como el origen de todas nuestras desdichas; tampoco se han acercado con objetividad a Europa, de manera que el modelo al que se acogen para caracterizar el atraso español es producto de una visión deformada que poco tiene que ver con la realidad del capitalismo europeo de fin de siglo. Estos divulgadores, siempre proclives a la fábula, trituran la civilización occidental de principios de siglo, aprehendida por medio de fugaces excursiones al extranjero, o de oídas, convirtiéndola en el prototipo social a que aspiran. Maestros de la subjetividad, no les costó mucho adaptar la realidad a sus intereses, como en otras ocasiones. LaPage 246 misma metodología había empleado Costa en la reconstmcción de la epopeya colectivista en la historia, rastreando sus linajes en lugares insospechados, no por extemporáneos menos propicios a ser transfigurados a su antojo y con fines interesados.

Ortega ya apuntó la relación del regeneracionismo con Europa: "La palabra 'regeneración' no vino sola a la conciencia española: apenas se comienza a hablar de regeneración, se empieza a hablar de europeización. Uniendo fuertemente ambas palabras, don Joaquín Costa labró para siempre el escudo de aquellas esperanzas peninsulares"291. Evidentemente Ortega no fue más allá del hecho de que, en efecto, Europa aparecía como aspiración, como punto de comparación y referencia. Claro que esto significaba poco en este caso, porque en el fondo, el regeneracionismo rechazaba el modelo capitalista europeo. De esto no cabe duda, pero por si la hubiera, traemos aquí a la colación la opinión de Macías Picavea en un capítulo de su libro dedicado a las 'REFORMAS OBRERAS': "...la democracia huera ha fracasado ya en todas partes: mariposa de un día. La horrible mesocracia industrialista, capitalista y filista está a punto de fracasar, y su crac será tan espantoso como su vida. Naciones a quienes ella parece mantener hoy en un apogeo estupendo comenzarán pronto a vacilar, y entrarán en una era de angustias y desastres, cuyos temores se inician. Enfermarán, y acaso morirán por autointoxicación, sin poder eliminar la insensata hiperproducción de sus libras esterlinas y de sus dólares y sin hallar siquiera, en cambio, nutrición suficiente a sus congestivos órganos de gotoso. La ley primera de toda vida es armonía y equilibrio. ¡Ay de los que la violan!"292. Macías Picavea percibe algo de la irracionalidad capitalista, pero ¿desde qué parámetros?

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Desde otra irracionalidad todavía mayor derivada de la más absoluta incomprensión de la dinámica histórica. Cuando presenta su punto de vista crítico sobre el industrialismo europeo, no puede pasar desapercibido lo contradictorio que resulta que, por una parte, ponga como modelo agrario a seguir el europeo y, al mismo tiempo rechace la industrialización. En esta contradicción se encuentra lo que Costa llama el 'neoliberalismo' que no tiene mucho que ver con las ideas de los neoliberales del siglo XX (Hayek o Milton Friedman). El neoliberalismo costiano es un híbrido político-ideológico situado en las antípodas del liberalismo económico basado en el laissez faire. Lo que exige es la reforma del liberalismo decimonómico y su adaptación a pautas tradicionales.

Pero ¿qué supone además esta contradicción? En primer lugar, que la mentalidad pequeño-burguesa soporta un bloqueo ideológico que le impide entender los mecanismos del sistema capitalista, hasta el grado de interpretar el florecimiento agrícola de Europa de forma estática, es decir, como el resultado de factores intrínsecamente agrarios. No comprenden que el estado de la agricultura europea fue el resultado de un proceso de recíproca interacción agricultura-industria, tal como plantea Paul Bairoch293. En efecto, del "neoliberalismcT que preconiza Costa resulta un modelo de difícilmente equiparable al europeo, porque los supuestos están justamente en sus antípodas; pertenecen más bien al Antiguo Régimen.

J. Costa, al presentar el estado de España después de la Revolución de 1868, recurre al establecimiento de relaciones comparativas con el resto de Europa para patentizar nuestro atraso: "Zo mismo que entonces, la nación sigue viviendo sin leyes, sin garantías, sin tribunales, sujeta al mismo degradante yugo dePage 248 aquel feudalismo inorgánico que mantiene a España separada de Europa por toda la distancia de una edad histórica"294. En otro lugar, menciona la necesidad de crear un partido nacional, cuya finalidad sería "contener el movimiento de retroceso y africanización, absoluta y relativa que nos arrastra cada vez más lejos de la órbita en que gira y se desenvuelve la civilización europea...'"295. De nuevo nos ofrece una idea de civilización europea al margen de su significación socioeconómica. Por su parte Macías Picavea cae en la cuenta también del abismo que nos separa del resto del continente y su progresivo aumento: "y de tal manera vamos atrasando, en 'relación con lo que fuera se adelanta' (que es como hay que medir el movimiento concertado, no mirándose uno a sí propio)...'"296. Entra aquí en contradicción con lo afirmado antes, pero esto no es infrecuente en los regeneracionistas.

Sin duda es Lucas Mallada el más cercano a la Europa real del cambio de siglo. "Muchas son las regiones de España en que las aldeas se confunden con los peñascos desgajados de las crestas de los montes, cuyos colores y contornos remedan, y entre los cuales desordenadamente se esparcen... Siendo muy pocas las capitales de España donde se observe siquiera el aseo y policía que en cualquier aldea del extranjero, a nadie ha de maravillar el espantoso abandono y la incuria de nuestros pueblos, ahogados entre muladares y otros focos de infección, y cuyas causas, para muchos, es el atraso, para nosotros la pobreza, a los que van siempre unidos la dejadez y el desaseó"297. En términos generales, es el que se manifiesta más claramente inclinado a laPage 249 industrialización del país, proponiendo incluso la "especializarían industriar para poder participar competitivamente en el concierto económico mundial: "No somos de aquellos que pretenden ver implantadas en un país todas las industrias inventadas. Con los adelantos modernos de que dispone el comercio sería una utopía. Las tendencias de la época son de crearse especialidades en cada país, según sus propios recursos, descartando toda industria cuyos elementos sean exóticos, a cambio de cuyos productos elaborados a bajo precio en otras partes, se dé salida a los obtenidos en condiciones verdaderamente económicas"298. Coincide Mallada en lo sustancial con la teoría ricardiana de los "costes comparativos" influido seguramente por Henry George.

En general, en el modelo de atraso regeneracionista se imagina una Europa que poco tiene que ver con la Europa real. La Europa capitalista, industrial, se repudia generalmente. No puede hablarse en justicia de europeísmo al aludir al regeneracionismo. Las alusiones de Macías Picavea y Costa en el sentido de evitar la 1africanizaciórf implican concepciones de contenido esencialmente ideológico, no material. Se rechaza a los moros como raza inferior, el sistema económico es lo de menos.

En su obra la Reconstitución y Europeización de España299, Costa se refiere a Europa en términos de mimesis en relación con aquellos aspectos externos apreciables (educación, higiene, pulcritud, funcionamiento administrativo, "ambiente social", etc.); para nada habla del contenido socioeconómico del modo de producción capitalista, origen de esas imágenes deslumbradoras de los países avanzados. En esta obra, prácticamente, no se nombra la industrialización al ocuparse de formalizar una idea delPage 250 objeto de imitación. La pretensión de Costa es alcanzar el nivel de bienestar propio de los países europeos más avanzados pero sin desnaturalizar un modelo comunitario peninsular tradicional, sino más bien reforzándolo.

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2. Interpretación regeneracionista de la historia de España

Macías Picavea es el primero de los cuatro regeneracionistas estudiados aquí que localiza explícitamente el problema de la degeneración histórica de España y construye un esquema de interpretación general, que servirá como entramado básico de su idea del problema nacional. Inicia su periplo en la España prerrománica300, donde ya encuentra antecedentes raciales e institucionales: "el castro céltico, rudimentario e informe evoluciona en el municipio comunal, ya civil y organizado; la tribu simplemente, o pastoril, o agrícola, asciende a grupo social, con variedad de ocupaciones y artes; se inicia el recinto amurallado de las ciudades y los...

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