Hacktivismo y ética hacker: el caso del cryptoparty

AutorSilvia Semenzin
Páginas618-642

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1. Introducción

La incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a la vida cotidiana ha sido responsable de un cambio social irreversible en distintos aspectos de la vida humana. La llegada de Internet ha conformado una sociedad nueva y en constante contacto con los flujos de información, tanto que autores como Manuel Castells plantean la existencia de la sociedad de la información, intentando resumir las transformaciones sociales, culturales y económicas que se producen con la introducción de las tecnologías de la información y la comunicación. La sociedad de la información se refiere a un paradigma tecnológico nuevo, que se apoya en dos expresiones fundamentales: Internet y la capacidad de recodificación de los códigos de la materia viva (Castells, 2000). Sobre este paradigma nace y se fundamenta la "sociedad red", una estructura social conformada por redes de información que funcionan según la lógica de inclusión/exclusión (Castells, 2000). Por ello, se afirma que

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Internet ha contribuido, entre otras cosas, a la extensión de la interdependencia global, evidenciando su capacidad de crear redes transnacionales.

El informacionalismo, el nuevo paradigma tecnológico, destaca por el feedback que se genera con las nuevas tecnologías y por la flexibilidad con la que se distribuye la información, características que le otorgan poder (Castells, 2009). La llegada de Internet ha aumentado, además, la percepción por parte de los ciudadanos de la plataforma digital como una oportunidad política para influir en el poder, tanto a nivel de participación política convencional (voto, actividad política en red, etc.) como a nivel no convencional, que concierne los movimientos sociales (Robles, 2015). Estos últimos, representantes del contrapoder, adquieren unos rasgos novedosos y se sirven de las nuevas herramientas para extenderse, autocomunicarse y coordinarse (Castells, 2012).

El contexto digital no solo se ha vuelto central para los movimientos sociales, sino que también ha dado forma a un tipo de organizaciones de movimientos sociales particularmente relevantes para la sociedad del conocimiento y de la información: las organizaciones que defienden el carácter libre y abierto de la información, así como un uso social de las tecnologías (Robles, 2015). Se hablará entonces en este artículo del movimiento "hacktivista". Este movimiento se sirve de las herramientas tecnológicas tanto como otros movimientos, y además hacen de la propia Internet su objetivo principal.

Las TIC, sin embargo, no se utilizan solo desde los movimientos sociales, sino también desde las instituciones públicas y privadas para mantener el control social. Los escándalos sobre los programas de vigilancia masiva y el big data han fortalecido y dotado de mayor centralidad, en el debate académico, al movimiento hacktivista. La lucha por el control de Internet, tanto

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por parte de los gobiernos y empresas como por parte de los ciudadanos, está actualmente encima de la mesa. En este sentido, adquiere relevancia el estudio de los valores que subyacen a dichos movimientos para entender los retos que plantean y sus potencialidades en el cambio social.

Para desarrollar el análisis de la mejor manera posible, el artículo se dividirá en tres bloques. En primer lugar, se intentará ofrecer un marco teórico sobre la participación política digital que se relaciona con los nuevos movimientos sociales en red, y sucesivamente se considerará a la teoría como marco de significado de los movimientos sociales para poder definir tanto la identidad como los objetivos del movimiento hacktivista. En segundo lugar, necesitaremos definir al colectivo hacker, la ética hacker y sus valores, para poderlos relacionar con el marco de significado del movimiento social estudiado. Finalmente, la tercera y última parte estará dedicada a la introducción al activismo y al análisis de un caso particular del movimiento. Se utilizará al CryptoParty como ejemplo concreto de movimiento hacktivista, relacionándolo tanto con los valores que caracterizan a la ética hacker como con algunas de las características transversales a los movimientos sociales en red.

2. Participación política digital en la sociedad de la información

La participación política es la acción social de los ciudadanos dirigida a intervenir en las designación de sus gobernantes y/o influir en sus decisiones (Verba y Mie, 2009), que se categoriza normalmente bajo los conceptos clásicos de las ciencias políticas: la participación política convencional (voto, actividad de campaña, contacto y actividad cooperativa) y participación

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política no convencional (la respuesta ciudadana a problemas de interés público a través de huelgas, manifestaciones, desobediencia civil, etc.).

Considerando al nuevo papel de la información dentro de la sociedad actual, es necesario tener en cuenta también las teorías que afirman que las TIC han añadido complejidad al concepto de participación política y sus formas, utilizando entonces el concepto de ciberpolítica o participación política digital, que hace referencia en general al uso de Internet para la participación política (Robles, 2015).

La participación política digital puede ser categorizada bajo los tradicionales conceptos de participación política convencional y no convencional, que teorizaban Verba y Nie. La participación política digital convencional se refiere, según Robles (2015), a esas actividades políticas vinculadas a la acción de un gobierno de democracia representativa, mientras que la participación política no convencional se refiere a la dimensión activista y expresiva de la participación (Robles, De Marco y Antino, 2013).

Esta teoría interesa al estudio porque se relaciona con el análisis de como Internet se incorpora a los procesos de acción colectiva, afirmando que los movimientos sociales explotan las herramientas comunicativas para diferentes fines, como la mejora y el abaratamiento de la coordinación y la organización de la acción colectiva off-line, o para facilitar la discusión y el tramite inmediato de información. Internet ha servido, además, para globalizar los movimientos y extenderlos, e incluso provee de unas herramientas de comunicación nuevas y más potentes que permiten fortalecerse y protagonizar el espacio público digital (Robles, 2015).

Este punto ha sido también objeto de estudio por parte de Manuel Castells, dentro de su obra Comunicación y poder (2009), que considera que la revolución de Internet ha hecho posible la "autocomunicación de masas",

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aumentando la posibilidad de promover el cambio político y social, en referencia al uso de la Red como soporte de comunicación por las redes inalámbricas (Castells, 2009). Con Internet se forman unas redes horizontales, interactivas e interconectadas, que aprovechan tanto del espacio en red como del espacio público: los movimientos sociales en la sociedad de la información unen el espacio virtual con el real, creando una sinergia que puede permitir una mayor adhesión. La conexión en redes de Internet es decisiva a la hora de elaborar estrategias y normativas y organizar un movimiento en la sociedad red (Castells, 2009).

La autocomunicación también permite la desintermediación comunicativa (Castells, 2012), que se refiere al papel que toma el mediador entre la información y sus usuarios finales, en la que la búsqueda de información por un actor o consumidor no necesita que exista una tercera parte, y cuyas principales ventajas comunicativas son la inmediatez, en la que el usuario-consumidor recibe de forma directa la información, el acercamiento entre fuentes de información y sociedad y el ofrecimiento a la participación del usuario en el proceso democrático al poder sin la existencia de intermediarios, mediante gestores de contenidos que gratuitamente permiten difundir información sin límites a cualquier parte del mundo (Jiménez, 2001).

Por último, también es relevante para el análisis, la reflexión de Castells sobre un modelo social denominado "individualismo en red" (Castells, 2009). Este modelo se refiere a individuos que, a través de Internet, crean redes propias de intereses y afinidades. Si estas redes se estabilizan, pueden dar paso a la creación de comunidades virtuales, las cuales, podrían llegar a ser tan intensas como las comunidades reales. Dicho modelo, no es más que el reflejo en Internet de la tendencia dominante en nuestra sociedad a un cambio en la base de las relaciones sociales del individuo, que dejan de fundamentarse en las llamadas relaciones primarias (familiares, de

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comunidad, etc.), para pasar al establecimiento de comunidades personalizadas construidas en torno a intereses concretos y en las que la distancia no tiene por qué ser un factor determinante. Este modelo inspiraría a los movimientos sociales, orientados por valores compartidos por individuos que se necesitan recíprocamente para lograr sus objetivos. Los movimientos sociales en red pueden ser efímeros, pero intensos (Castells, 2012). En definitiva, la participación política no convencional adquiere con Internet nuevas formas, mejorando la coordinación, la comunicación y la cooperación de las redes.

Para el estudio del movimiento social a seguir, se utilizará la teoría del marco de significado, que pertenece a la perspectiva sociológica construccionista. Esta última proviene del interaccionismo simbólico, una teoría que afirma que los fenómenos colectivos son una actividad que apunta a la producción de nuevas normas y nuevas solidaridades (Della Porta y Diani, 1999). Según esta teoría, el comportamiento colectivo está relacionado con el cambio social, y los movimientos sociales actúan como parte...

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