Estado actual de la seguridad en el comercio electrónico. La Fundación Feste y la prevista actuación del Notario

AutorFernando Coma Lanzan.
CargoNotario.
Páginas95-118

INTRODUCCIÓN

Todos sabemos de la existencia de la Fundación FESTE, pero creo que casi nadie de nosotros podría decir a qué se dedica exactamente. Estamos informados de ella porque en las comunicaciones internas que periódicamente recibimos han sido reflejadas tanto su creación como su presentación pública; por otra parte, en periódicos y revistas especializadas se han publicado breves reseñas de su constitución y fines. Pero tengo la impresión -casi certeza- de que, en general, y aparte de lo dicho, lo único que se conoce de la Fundación es que el Notariado tiene algo que ver con ella, sin que se sepa muy bien si es una institución impulsada por los propios Notarios, o bien no dirigida por los Notarios aunque enfocada directamente hacia su actividad, o quizá ni una cosa ni otra, sino un «tertium genus» de contornos poco definidos.

Por otro lado, tampoco las informaciones que nos llegan son muy precisas; se menciona un acta notarial de identificación de firmas, la tutela de la contratación por medio de Internet, la conexión por una intranet a la propia FESTE, cierta posibilidad de disponer de correo electrónico, etc, sin relacionarse claramente unos elementos con otros. En una comunicación colegial recibida no hace mucho tiempo, se indica que el objetivo de la Fundación es impulsar la intervención notarial en la contratación electrónica; y, en realidad, aunque el Notario tiene efectivamente una labor que desempeñar en el desenvolvimiento de la actividad de la Fundación, e incluso el Consejo General está representado en su Patronato, la finalidad específica de ésta no es promover al Notario. No es una Fundación «del» Notariado para actuar a través de Internet, sino una entidad que proporciona servicios tendentes a dotar de seguridad el comercio y la contratación electrónica, como se verá, y en la que el Notario tiene cierta participación.

Ciertamente que la materia tampoco ayuda a adentrarse espontáneamente en ella. Salvo aquellos apasionados de todo lo relacionado con la informática y las redes electrónicas de comunicación, que están al día del último avance técnico, pudiendo explicar perfectamente en qué se diferencia una u otra versión del mismo programa, y que saben sacar el máximo partido de sus equipos informáticos, el resto oscila entre diversas actitudes al enfrentarse al mundo de los ordenadores: indiferente (los uso pero sin interés personal), recelosa (traen tantos problemas como ventajas, y siempre hay algo que falla), o francamente hostil (esto es un invento diabólico).

Y es que a los habituales esfuerzos y dificultades que conlleva el profundizar en un tema nuevo de cualquier área del conocimiento, en este concreto -los problemas de comunicación en la Red, y en especial los de seguridad aplicada al comercio electrónico-, hay que añadir otros específicos:

- De actualización: la impresión -real- de que los avances en esta materia son tan veloces que una vez que se aprende algo en concreto, queda sobrepasado de forma inmediata por una nueva mejora técnica.

- De vocabulario: la profusión de palabras extrañas o cuyo significado no se puede averiguar recurriendo al lenguaje común porque no tienen que ver con su sentido usual, otras que están en inglés o bien traducidas de la forma menos literaria posible: dominio, cuenta de correo, dirección URL, sitio web, servidor, protocolo, host, chat, link, autenticado, etc.

- De comprensión en general: relacionada con la anterior, el sinfín de explicaciones técnicas, instrucciones sobre programas y aplicaciones informáticas, libros y artículos prácticamente incomprensibles no sólo por el novedoso lenguaje, sino por su pésima redacción y su ataque constante a las reglas gramaticales y sintácticas. Esto lo considero un grave defecto.

- Y finalmente, una cierta sensación -que al menos tengo yo- de que los ordenadores tienen una especie de «personalidad» o «vida propia», de forma que no se comportan siempre igual, que «tienen sus días», por lo que a veces experimentan reacciones que parecen incomprensibles. Sé que resulta irracional, pero no tanto si se piensa que, por ejemplo, cuando se monta una red informática por parte de técnicos especializados, muchas veces hay bloqueos, atascos y dificultades varias que se producen con posterioridad a la instalación, dando la impresión de que ni los propios expertos son capaces de prever todas las reacciones de las máquinas y los programas en el momento en que se les pone en conexión (todos hemos sufrido programas que no son reconocidos por el sistema, archivos que no están y estaban antes, nuevas aplicaciones que no funcionan aunque de acuerdo con sus características técnicas el ordenador debería poder abrirlas, mensajes de error cuando uno juraría que anteriormente ha hecho lo mismo y no ha aparecido mensaje alguno, etc).

Por todas estas razones he considerado muy interesante trazar un panorama general de la situación actual de la seguridad en el comercio electrónico, previo a la exposición del contenido de la actividad de FESTE, y de la actuación notarial en este ámbito. Intentaré no resultar incomprensible, sino emplear, como dice el Reglamento Notarial, un estilo claro y preciso. ¡No quisiera incurrir en el mismo defecto que denuncio!

Inicialmente la información la he obtenido del propio sitio web[1] de la Fundación, en lo que se refiere a ella, y la he completado con la que aparece en otras páginas web, seleccionadas de las muchísimas que se dedican al tema de la seguridad en la Red.

Sin duda la propia Fundación remitirá oportuna comunicación sobre sus actividades, sin que este trabajo pretenda suplirla, sino simplemente informar, a propósito de ella, de un asunto que nos interesa profesionalmente.

Por razones sistemáticas y de claridad, primero pasaremos a exponer la cuestión general de la seguridad en la transacción electrónica, y en una segunda parte, las particularidades de FESTE, y en especial las relacionadas con los Notarios.

PRIMERA PARTE: IDEA GENERAL DE LA SEGURIDAD EN EL COMERCIO ELECTRÓNICO

1) El comercio electrónico y sus problemas de seguridad

El comercio electrónico proporciona el fantástico poder de adquirir sin necesidad de tener que desplazarse hasta los proveedores: son estos los que se acercan a los clientes. Veinticuatro horas al día, siete días a la semana, se ofrece la posibilidad de informarse y adquirir toda clase de bienes y servicios. Es un inmenso y permanente escaparate. Desde la propia casa, el trabajo, o cualquier lugar donde un ordenador está conectado a la Red, bastará con «navegar» por ella, entrar en los correspondientes sitios web de los comercios, y dar las órdenes precisas, que normalmente consisten en rellenar una serie de datos de un formulario que aparece en la pantalla del ordenador. Y ello sin más dificultad técnica que la que puede entrañar el utilizar los servicios de un cajero automático.

La oferta en la Red es variadísima y casi se puede encontrar cualquier cosa que se busque: agencias de viaje, asesores fiscales, editoriales, prensa, salud, ocio y todo tipo de instituciones, tanto públicas como privadas; el Notariado, por ejemplo, tiene su propio sitio web en la dirección www.notariadocg.es.

Son cada vez más los comerciantes que abren sus páginas en la Red, ofreciendo sus productos en una dirección electrónica determinada. Crece la idea, que se percibe cada vez con mayor intensidad, de que el comerciante que no entre en Internet para ofrecer sus productos, no podrá subsistir en el mercado. De hecho, existen lo que se llama «tiendas virtuales», que son aquellas que únicamente tienen vida en la Red, careciendo de soporte físico; reciben los pedidos por Internet, y envían sus productos a la dirección indicada. Y no se crea que son pequeñas: hay por ejemplo una «librería virtual», que alardea de poder proporcionar más de dos millones de libros. Recientemente ha aparecido en los periódicos la noticia de que una cadena americana se disponía a vender las naves e instalaciones de que disponía, para ofrecer sus servicios exclusivamente «on line». Y ya hay «galerías comerciales virtuales» que engloban diversos servicios y tiendas.

Las ventajas son evidentes. A la disponibilidad total y constante que significa el acceso a la información en cualquier momento, de lugares y mercados físicamente distantes, hay que añadir para el vendedor la drástica reducción de costes que obtiene.

Pero no todo podían ser luces. También hay sombras. Esta novedosa forma de comunicación trae consigo problemas igualmente originales. En la Red la relación entre los que usan de ella se produce sin presencia física. No hay contacto personal. La información se recibe en la pantalla del ordenador, enviada desde otro ordenador en la que se encuentra grabada y a la que se le ha requerido la misma. Pero, ¿son seguras las comunicaciones por la Red- O dicho de otra forma, ¿cómo puede tenerse la certeza de que la información que recibo procede verdaderamente de quien dice enviarla, y no de otro que haya suplantado su personalidad- ¿Cómo puede evitarse que los mensajes y las informaciones que se envían por Internet no sean conocidos e incluso modificados por terceras personas ajenas a la transmisión-

Con los medios informáticos disponibles la manipulación no sólo es posible sino hasta sencilla, y para el comercio electrónico es vital proteger su seguridad. Pensemos en lo que significaría por ejemplo el que alguien tuviera la posibilidad de interceptar las cartas enviadas por correo, conociendo o modificando su contenido, o que pudiera enviar mensajes falsos, haciéndose pasar por otro. Es claro que todo este sistema de comunicación sufriría tal pérdida de confianza que no sería viable, y...

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