Exclusión financiera y social en Europa: nuevas estrategias socioeconómicas
| Autor | Juana María Serrano/Roberto Moreno/Santiago Gutiérrez |
| Páginas | 91-102 |
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La exclusión financiera se define como aquella situación por la que determinados individuos, o colectivos desfavorecidos, presentan como consecuencia de su localización geográfica, situación económica o condición social, incapacidad o dificultad para poder acceder a la adquisición y contratación de los productos y servicios comercializados por los diferentes intermediarios financieros y/o en los mercados financieros (Sinclair, 2001).
La importancia del fenómeno es si cabe más amplia dada su concentración en colectivos desfavorecidos, que contribuye a ahondar en el problema de la pobreza y la exclusión social. Así pues, como una de las causas, y al mismo tiempo consecuencia, de la exclusión social surge la exclusión financiera. El acceso a los servicios financieros es esencial para que los individuos se integren económica y socialmente en las sociedades de hoy día. Además, la falta de acceso a servicios y productos financieros constituye un impedimento para garantizar el correcto funcionamiento de la economía en su conjunto. Es también una necesidad de cara al empleo, al crecimiento económico, a la reducción de la pobreza y a la inclusión social.
Podría parecer que la inclusión financiera no resulta un objetivo muy relevante para la Unión Europea. Sin embargo, como podemos ver más adelante, los datos nos demuestran lo contrario, existiendo enormes diferencias en materia de inclusión financiera entre los países miembros. Por otro lado, según afirma el FMI,
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existe una fuerte correlación positiva entre el incremento en el uso de los servicios financieros y el aumento en el producto interior bruto (PIB) per cápita. Dado que este último es muy débil en la UE en los últimos tiempos, no debe menospreciarse ningún instrumento disponible para intentar mejorarlo.
Los efectos que un mayor acceso a los servicios financieros puede tener para el desarrollo y estabilidad de un país han sido ampliamente documentados en la literatura, mostrando una relación positiva entre generalización del acceso a los servicios financieros y el crecimiento económico.
El acceso y uso de los servicios financieros constituyen elementos fundamentales para el desarrollo financiero de un país (World Bank, 2015b), y la relación entre el desarrollo financiero y el crecimiento económico, ha sido objeto de un profundo debate desde distintos puntos de vista, puesto de manifiesto en los ámbitos de la Teoría Económica y las Políticas Públicas.
Vista la situación, se trata, por tanto, de un objetivo de política pública muy importante, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo. Si bien la fuerte crisis financiera recientemente vivida ha favorecido el diseño y aplicación de medidas dirigidas, en su mayor parte, a solventar los efectos de la misma sobre las entidades afectadas y prevenir en lo posible que vuelva a suceder. En los últimos años, sin embargo, se están llevando a cabo iniciativas que incorporan el objetivo de la inclusión financiera en las estrategias de la Unión, así como de los distintos Estados Miembros.
Nuestro objetivo es identificar, y analizar, las medidas políticas más efectivas para favorecer la inclusión financiera. Y en esta línea, consideramos fundamentales tanto la implementación de un marco normativo equilibrado que facilite el acceso a los servicios financieros y el desarrollo de los mismos, como una amplia normativa de protección y fortalecimiento de la posición del consumidor.
Por otro lado, señalaremos la importancia de crear un ambiente favorable para el desarrollo y la aplicación de nuevas tecnologías y el acceso a las mismas. Así como la elaboración de programas de formación y educación financiera, a través de los cuales se podrá, no solo reducir la exclusión financiera y social, y el endeudamiento excesivo, sino también aumentar el bienestar general.
En el año 2014, última fecha para la cual el Banco Mundial dispone de datos, el 38% de la población adulta mundial no hacía uso de los servicios financieros formales y 2 billones de personas no poseían una cuenta en una institución finan-
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ciera (Banco Mundial, 2015; World Bank, 2015a). De la citada cantidad, 138,6 millones de personas se encuentran en territorio europeo (Mastercard, 2016). Siendo en los Estados que recientemente se han unido a la Unión Europea donde más se acentúa esta situación, ya que en ellos, uno de cada tres individuos se encuentra excluido del sistema financiero, más del 50% de la población no posee una cuenta bancaria, y un porcentaje similar ni siquiera dispone de ahorros (Comisión Europea, 2008).
El incremento de la globalización y el ritmo vertiginoso de propagación de los avances financieros y tecnológicos, han originado un aumento de la competitividad, el surgimiento de solicitudes de servicios financieros cada vez más exigentes, así como un mayor ajuste de los márgenes y rentabilidad. Generándose un incremento del problema de exclusión financiera, ya que la mayor competitividad ha conducido a las entidades financieras a establecer líneas de actuación en función del perfil rentabilidad-riesgo de sus clientes (Carbó y López, 2005; Devlin, 2005).
A pesar de que la exclusión financiera es un fenómeno que originariamente se ha identificado y expandido, en gran medida, en los países en desarrollo, tras el comienzo de la más reciente crisis financiera, el fenómeno se ha amplificado alcanzando a los países occidentales, a causa del incremento del poder de mercado de las entidades financieras tradicionales debido a la concentración (Sanchís, 2016). Esta situación también se ha visto aumentada por el establecimiento y uso de novedosos instrumentos de pago estructurados, apoyándose en las cuentas bancarias, pudiéndose haber originado una barrera de entrada para quienes no pueden acceder a ellas, o que no disponen de un cierto nivel de cultura financiera que les permita llevar a cabo las diferentes operaciones sin incurrir en unos costes demasiado elevados (Carbó y López, 2005).
Sin embargo y a su vez, en el extremo opuesto, los avances tecnológicos, como la expansión por todo el mundo del uso del teléfono móvil, han hecho viable que diferentes proveedores financieros hayan podido ofertar nuevas alternativas a los individuos que se encuentran excluidos del sistema (Banco Mundial, 2015).
La exclusión financiera propicia no sólo que la población no pueda salir de la pobreza sino que puede ser un factor clave para que caigan en ella. Siendo la población que presenta un menor nivel de ingresos, los que simultáneamente tienen mayor probabilidad de sufrir exclusión financiera, potenciando especialmente las siguientes situaciones (Corr, 2006):
• El control de...
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