Ética y discapacidad

AutorJosé Luis Velázquez
CargoCatedrático de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid.
Páginas2-5

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I

¿Por qué la ética ha tenido tan poco éxito a la hora de ofrecer soluciones a los problemas relacionados con la discapacidad1En los últimos años, la ética no se ha caracterizado por dedicar atención a los problemas relacionados con los discapacitados. Y cuando lo ha hecho, sus esfuerzos se han dedicado casi de forma exclusiva a examinar la legitimidad de la eutanasia como alternativa a una vida con pocos alicientes. Esta situación no se debe tanto a una falta de sensibilidad o interés por parte de los especialistas como a la preponderancia que han adquirido los modelos explicativos basados en aspectos médico-biológicos y sociales. Para el modelo médico-biológico, la discapacidad es "una desviación observable de la normalidad bio-médica de la estructura y función corporal mental que surge como consecuencia de una enfermedad, trauma o lesión, y ante la que hay que poner en marcha medidas terapéuticas o compensatorias, generalmente de carácter individual." Para el modelo social, la discapacidad es en realidad "un hecho social, en el que las características del individuo tienen tan solo relevancia en la medida en que evidencian la capacidad o incapacidad del medio social para dar respuesta a las necesidades derivadas de sus déficits2."?

Parece desprenderse que la influencia de estos dos enfoques unido a los nuevos tratamientos de rehabilitación, los avances en la investigación científica, la creciente cualificación del personal sanitario-asistencial, el desarrollo y promulgación de leyes contra la discriminación y a favor de la integración social, han dejado poco espacio a la reflexión estrictamente moral. En mi opinión, sin quitar mérito a los dos enfoques señalados y a la importancia que tienen las reivindicaciones de los derechos de este colectivo, creo necesario potenciar la reflexión moral.

El propósito de mi conferencia es traer a colación un grupo de problemas a los que se enfrentan algunas teorías éticas contemporáneas cuando abordan una cuestión clave: ¿qué motivos podemos tener para asumir y justificar obligaciones morales para con los discapacitados Tanto desde el punto de vista individual como social, hemos asumido que tenemos obligaciones para con los discapacitados. Estamos convencidos que son merecedores de respeto y consideración, que es necesario implementar políticas de integración social y laboral y que tienen derechos específicos cuyo cumplimiento es responsabilidad del Estado y la sociedad. Pero estas convicciones, que se presentan como indiscutibles, cuando se examinan detenidamente y con detalle dan lugar a una cierta desestabilización en la conciencia moral.?

Nadie duda que la vida humana es más complicada que cualquier especulación filosófica y desborda a la teoría moral más compleja. E incluso no faltan los que dicen que si un problema tiene una solución práctica no hay razón para enredarse mucho en la maraña de la teoría. Un buen ejemplo lo tenemos en los Derechos Humanos. Después de darle mil y una vuelta al fundamento último de los Derechos, se ha llegado a la conclusión de que lo importante en realidad es cumplirlos y protegerlos. Pero aceptar que la vida es más complicada que cualquier teoría moral no debería empujarnos a renunciar a la teorización o a la puesta a punto de nuestras convicciones. Una vida sin examen no merece la pena ser vivida, decía Sócrates. Lo cual quiere decir que nuestras acciones y el modo de existir o de vivir no puede desprenderse de la tarea reflexiva salvo que confiemos en la impulsividad o las reacciones espontáneas para enfrentarnos a la incertidumbre y los azares de la vida. La estabilidad que requiere la conducta humana obliga a una educación basada en la adquisición de saberes teóricos y prácticos que nos permitan apostar y conquistar una vida lograda y plena.

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha, nuestra conciencia moral ha ido transformando y ampliando sus límites originales para dar lugar a una nueva configuración de la comunidad moral. Si hasta hace poco se consideraba que la comunidad moral estaba compuesta únicamente por personas adultas vivas capaces de mantener relaciones de reciprocidad basadas en el respeto y la cooperación, desde hace algunas décadas hemos decidido incluir y compartir este espacio moral con seres humanos que no son personas, animales superiores no humanos, la biosfera, etc. Más aún, nuestra conciencia moral se ha extendido hasta el punto de atender los inter-eses de seres no existentes pero que existirán algún día

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como es el caso de los miembros de las generaciones futuras.

El problema específico en lo que respecta a los discapacitados es que queremos ser más morales de lo que somos pero no sabemos muy bien cómo fundamentar ese querer. Este querer se refiere a los motivos morales que tenemos para permanecer dentro de una comunidad moral y a los motivos que tenemos para elegir una concepción de la moral sobre la que descanse la comunidad moral en cuestión. Para el caso que nos ocupa, la...

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