Los efectos de la posverdad en la democracia

AutorRafa Rubio Núñez
CargoUniversidad Complutense de Madrid
Páginas191-228
© UNED. Revista de Derecho Político
N.º 103, septiembre-diciembre 2018, págs 191-228 193
Fecha recepción: 21.02.2018
Fecha aceptación: 4.09.2018
LOS EFECTOS DE LA POSVERDAD
ENLA DEMOCRACIA
RAFA RUBIO NÚÑEZ1
Universidad Complutense de Madrid
1. COMUNICACIÓN Y SOCIEDAD
Algunas de las compañías más grandes del mundo como Google, Facebook y Twi-
tter fueron convocadas en el mes de octubre de 2017 a comparecer ante el Comité de
inteligencia del Congreso de los Estados Unidos. El motivo no era económico, ni tec-
nológico, sino político y tenía que ver con la investigación sobre las injerencias de Rusia
en las elecciones presidenciales del año 2016. La acusación consistía principalmente en
que a través de estas plataformas tecnológicas millones de estadounidenses habían sido
expuestos a información falsa (fake news) generada por Rusia, para provocar la discordia
en la sociedad norteamericana y favorecer la candidatura del candidato republicano
Donald Trump.Según los testimonios presentados la propaganda rusa habría llegado a
126 millones de usuarios en EEUU sólo a través de Facebook, un número que proba-
blemente se incrementaría exponencialmente si tuviéramos en cuenta otras plataformas
de comunicación digital como whatsapp o Telegram.
El asunto no era nuevo, ni acabaría ahí, meses antes se había detectado el uso de
tácticas similares durante el referéndum convocado en el Reino Unido, en el que los
británicos decidían sobre su permanencia en la Unión Europea.
Los casos se multiplican y tienen internet como principal escenario de operaciones.
Se acusa a Rusia de inundar la red de noticias falsas en su disputa con Ucrania. Se habla
de que China impulsa 448 millones de mensajes propagandísticos, que sin necesidad
de difundir mentiras ni censura, les permite ofrecer una visión positiva de la realidad
1 Departamento de Derecho Constitucional. Facultad de Derecho. Universidad Complutense de
Madrid. Ciudad Universitaria s/n. 28040 Madrid. Email: rafa.rubio@gmail.com
Este trabajo ha sido elaborado con el apoyo de los Proyectos I+D+I de Excelencia del MINECO,
«El avance del Gobierno Abierto. Régimen jurídico constitucional de la implantación de políticas de
transparencia, acceso a la información, datos abiertos, colaboración y participación especialmente a través
de las TIC y del gobierno electrónico» DER2015-65810-P (2016-2018), e «Interacción entre
representación y participación en la producción normativa» DER2015-68160-C3-3-P (2016-2018), así
como del Grupo de Investigación UCM sobre participación, tecnología y democracia.
RAFA RUBIO NÚÑEZ
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china. Venezuela presume de la capacidad de su ejército de «formadores de opinión»
para hacer frente a las críticas al gobierno en las redes sociales, especialmente a las inter-
nas. Se denuncia la injerencia de millones de cuentas falsas en las elecciones norteame-
ricanas, donde las principales «fake news» tuvieron mucho más alcance en Facebook
que las historias reales difundidas en la misma plataforma2. Hoy mismo, el presidente
elegido, Donald Trump, no deja pasar un día sin criticar, desde twitter, las Fake news
con las que califica las informaciones que distintos medios de comunicación, especial-
mente The New York Times, ofrecen sobre su persona y su gestión.
En todos ellos internet, en general, y las redes sociales, en particular, han jugado un
papel relevante para la generalización de estas prácticas y su progresivo perfeccionamien-
to con bots que producen propaganda y la creación de medios de comunicación creados
para explotar las redes sociales y los algoritmos de búsqueda logrando una amplia visibi-
lidad y, lo que es más peligroso, una integración natural con otros contenidos. Esto ha
despertado todo tipo de reacciones sobre los peligros que estas suponen para la democracia3
pero, a pesar de lo mucho que se ha publicado es difícil encontrar un análisis de las rela-
ciones entre desinformación, propaganda, redes sociales y su influencia en la democracia.
Quizás por eso en los últimos tiempos las «fake news» se han colado en análisis perio-
dísticos, discursos políticos, estudios académicos sobre la actualidad e incluso en algunas
propuestas normativas. Pero ¿estamos ante una realidad distinta? ¿O no es más que la
versión 2.0 de la desinformación tradicional, bautizada con una expresión feliz que ha hecho
fortuna? Algunos señalan como el término «fake news» debería ser evitado por resultar
demasiado genérico
4
, políticamente peligroso
5
; indistinguible de otras formas de desinfor-
mación
6
; vinculado a una idea demasiado simple que entiende la verdad como una imagen
exacta de la realidad
7
, porque el término no refleja el aspecto más relevante y peligroso del
fenómeno: su capacidad de difusión
8
o simplemente por resultar un oximorón
9
.
2 «Hasta 126 millones de usuarios de Facebook podrían haber visualizado contenido producido y
difundido por agentes rusos. Por su parte, Twitter declaró que había descubierto 2.752 cuentas controladas por
rusos, y que más de 36.000 «bots» rusos produjeron 1,4 millones de tuits durante las elecciones. Finalmente,
Google reveló que había encontrado en Youtube 1.108 videos con 43 horas de contenido relacionado con la
injerencia rusa» Puig, S. «Desinforma, que algo queda»: el fenómeno de las «fake news» en el siglo. Agenda
Pública. http://agendapublica.elperiodico.com/desinforma-algo-queda-fenomeno-las-fake-news-siglo-xxi/
3 The Economist, Social media´s threat to democracy. Nov, 4th-10th, 2017. Págs. 21-25
4 Tandoc, E. Wei Lim, Z. & Ling, R. (2017) «Defining “Fake News”», Digital Journalism, 811,
2017. Págs. 1–17.. (https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/21670811.2017.1360143)
5 Wardle, C. & Hossein, D. (2017) Information Disorder: Toward an interdisciplinary framework
for research and policy-making (Report to the Council of Europe).
6 Jack, C. What’s Propaganda Got To Do With It? ( https:// points.datasociety.net/whats-
propaganda-got-to-do-with-it-5b88d78c3282)
7 Lynch, M. (2017) Post-truth, alt-facts, and asymmetric controversies, First 100 Days, (http://
first100days.stsprogram.org/2017/02/06/post-truth-alt-facts-and-asymmetric-controversies-part-i/ )
8 Jenkins, H., Ford, S. & Benjamin Green, J. (2017), Spreadable media. New York: New York
University Press, (http://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004)
9 Suarez, E. El globo. Cómo puedes combatir la desinformación y por qué no debes usar la expresión
«noticias falsas» (http://theobjective.com/tribuna/zibaldone/el-globo-desinformacion-noticias-falsas-fake-news/)
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Las explicaciones del fenómeno son variadas: una herramienta de la movilización
social; la creación artificial de un peligro que ofrezca una excusa para aumentar el
control informativo del gobierno; el fin de la desintermediación; el precio de adoptar
este tipo de plataformas sociales en las que el elemento económico es primordial o un
aviso del fin del consenso sobre las instituciones básicas... De cualquier modo, las
«fake news» no parecen más que el fenómeno más visible, la punta del iceberg, de
este fenómeno informativo que algunos han denominado posverdad.
1.1. Verdad y política: una relación extraña
La relevancia del fenómeno de la posverdad es fruto del papel que juega la comu-
nicación en la sociedad actual. La comunicación no es sólo un aspecto de la vida en
común o de las acciones realizadas en grupo, sino que es una de sus más fundamen-
tales condiciones. Es sobre la información sobre la que se construyen las relaciones
laborales, económicas, industriales, culturales, religiosas, de ocio… basadas en el
intercambio de información que configuran la sociedad. La sociedad es esencialmen-
te comunicación, hasta el punto de que sin comunicación no hay sociedad.
La comunicación tiene una triple proyección social, la interpersonal, uno a uno
(P2P) que nos permite hacer cosas en común y configura la base sobre la que se con-
figuran las otras dos, a saber, la social, que es la distribución de información de uno
a muchos (P2M) llevada a cabo normalmente por organizaciones, empresas funda-
mentalmente a través de los medios de comunicación, y, por último, una especialidad
de esta comunicación P2M que sería la comunicación institucional, en la que un tipo
específico de organizaciones, las institucionales, normalmente de base comunitaria,
se relacionan con los miembros de su comunidad, a través de mecanismos propios,
que no excluyen la comunicación personal ni la que se realiza a través de los medios
de comunicación. Hoy las fronteras existentes entre cada una de ellas, que venían
siendo condicionadas por los medios utilizados para realizarlas, se van difuminando
y esta división, hasta ahora más o menos clara, va desapareciendo y con ella desapa-
recen los códigos y reglas propias de cada una de ellas.
En su proyección institucional la comunicación se vuelve política. Adopta como
fines principales la adhesión a ideas, proyectos, propuestas y personas, en busca de la
cohesión social y, como tal, estaría sometida a las reglas de la política.Para muchos
autores la política es una realidad autónoma con reglas propias, al margen de consi-
deraciones morales, entre las que no estaría la verdad. Así, por ejemplo, Maquiavelo
recoge en su «razón de Estado» la necesidad de separarse de determinadas reglas
morales para garantizar la estabilidad social, y señala como: «Está bien mostrarse
piadoso, fiel, humano, recto y religioso, y asimismo serlo efectivamente; pero se debe
estar dispuesto a irse al otro extremo si ello fuera necesario. Y ha de tenerse presente
que un príncipe, y sobre todo un príncipe nuevo, no puede observar todas las cosas
gracias a las cuales los hombres son considerados buenos, porque, a menudo, para
conservarse en el poder, se ve arrastrado a obrar contra la fe, la caridad, la humanidad

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