Educación y Derechos Humanos

AutorEsther Souto Galván
Cargo del AutorCatedrática de la Universidad Nacional de Educación a Distancia , Universidad Nacional de Educación a Distancia
Páginas173-190

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Mi derecho a aprender

No tengo que ganarme, el derecho a aprender. Es mío el derecho a ilustrarme. Y si por culpa, de leyes defectuosas, y errores de diseño, y porque en demasiados lugares todavía a demasiada gente no le importa, si por culpa de todo eso y de otras cosas, la puerta del aula con alguien capaz de enseñar, aún está fuera de mi alcance, todavía no está a la vista, esos fallos mi derecho no anulan. Así que aquí estoy. Soy uno de ustedes, y por la gracia de Dios y de ustedes hallaré mi lugar. No nos conocemos aún, todavía no me conocen, así que aún no saben, que puedo darles mucho a cambio. El futuro es como me llamo, y lo único que reclamo es mi derecho a aprender

Robert Prouty

Introducción

El derecho a la educación figura en lugar prominente en el ideario de la comunidad internacional. Ha sido consagrado en numerosos tratados de derechos humanos y los gobiernos han reconocido que es fundamental en la procura del desarrollo y la transformación social. Este reconocimiento se plasma en los objetivos, las estrategias y las metas que se han fijado en los últimos 20 años. En 1990, se establecieron los objetivos de la Educación para Todos en Jomtien (Tailandia) y se reafirmaron en el Foro Mundial sobre la Educación 2000 celebrado en Dakar (Senegal)1. En los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los gobiernos del mundo se comprometieron el año 2000 a alcanzar el acceso universal a una enseñanza primaria gratuita, de calidad y obligatoria el año 2015. En "Un mundo apropiado para los niños’, el documento resultante del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la infancia de 2002, los gobiernos reafirmaron esos compromisos y acordaron un conjunto de estrategias y medidas para alcanzarlos. En muchas regiones se han establecido objetivos más ambiciosos. Los países de América Latina y el Caribe, por ejemplo, están haciendo

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cada vez más que sea obligatoria la asistencia a la escuela de los niños de edad preprimaria5. Estas distintas estrategias han surtido efecto: en 1948, cuando se reconoció que la educación es un derecho humano, sólo una minoría de los niños del mundo tenía acceso a la enseñanza escolar; hoy día, la mayoría de ellos van a la escuela y ha aumentado la participación en la enseñanza escolar más allá de las etapas elementales.

Ahora bien, los avances realizados hasta la fecha están lejos de ser suficientes. Las estadísticas de la UNESCO sobre matriculación indican que en 2004 aún había 77 millones de niños no matriculados en un establecimiento escolar. Según fuentes de UNICEF, esa cifra podría ascender en realidad a 90 millones de niños en 2005-2006 según las respuestas sobre la asistencia escolar de las encuestas de hogares. En muchas regiones, las niñas van muy a la zaga; en otras, hay un problema cada vez más agudo de insuficiencia de resultados entre los niños. La pobreza es un factor esencial que impide o dificulta gravemente la matriculación, el cursar toda la enseñanza primaria y secundaria y el obtener buenos resultados escolares, y es habitual que los niños de minorías étnicas y comunidades indígenas no concluyan los estudios. Las pruebas recogidas indican que, de proseguir invariadas las trayectorias actuales, no se alcanzarán las metas internacionales en materia de acceso a estudios escolares. Más graves son aún los obstáculos para el logro de la calidad en la educación. La atención internacional se ha centrado mayoritariamente en ayudar a los niños a acudir a la escuela; se ha puesto mucho menos el acento en lo que suceda una vez que estén en ella y la índole de la educación que reciban y, como consecuencia de ello, aunque vayan a la escuela, enormes cantidades de niños reciben una educación de calidad extremadamente deficiente, que no les inculca las competencias y los conocimientos que necesitan para salir por sí mismos de la pobreza. El hecho de que semejante escolarización no cumple los derechos humanos lo muestran los datos de los exámenes nacionales de varios países -entre ellos Bangladesh, el Brasil, Filipinas, Ghana, Pakistán y Zambia-, donde la mayoría de quienes concluyen la enseñanza primaria obtienen calificaciones muy inferiores a las normas mínimas de sus respectivos países y en algunos casos los resultados son "sólo un poco mejores que los de los niños que no han completado los estudios". Aunque hay algunas excepciones notables y creativas a la regla, cada vez se tiene más conciencia de que los enfoques adoptados para alcanzar los objetivos del acceso universal y la educación de calidad no son apropiados. No se ha reconocido la complejidad de los obstáculos que impiden el acceso de los niños a la escuela, ni se ha prestado oídos a las inquietudes expresadas por los propios niños acerca de su educación; tampoco se ha construido una cultura de la educación en la que se respete y valore por igual a todos los niños, ni se ha conseguido que los padres y las comunidades locales apoyen la educación, que se adopte un enfoque global de la educación, que se aborden los derechos de los niños en la educación, ni, por último, arraigar escuelas que sean centros acuciosos de acción comunitaria y desarrollo social. Se ha concentrado en exceso

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la energía en la matriculación, sin prestar suficiente atención a la asistencia a clase, la conclusión de los estudios y los resultados escolares, ni a los procesos gracias a los cuales se pueden alcanzar esos resultados2.

Esta situación ha llevado a muchas entidades internacionales a adoptar cada vez más un enfoque basado en los derechos humanos. Ya en 1997, dentro del Programa de Reforma de las Naciones Unidas, el Secretario General de las Naciones Unidas instó a todas las entidades del sistema de las Naciones Unidas a incorporar los derechos humanos a todas sus actividades y todos sus programas. El resultado fue la Declaración de Comprensión Colectiva de las Naciones Unidas, que integra los derechos humanos internacionales en planes, estrategias y políticas asociados a programas de desarrollo. El enfoque basado en los derechos humanos tiene por eje los derechos humanos inalienables de todos los individuos, conforme han sido expresados en instrumentos de las Naciones Unidas, y la obligación de los gobiernos de cumplir, observar y proteger los derechos humanos definidos internacionalmente. Al hacerlo, busca apoyar y habilitar a personas y comunidades para que reclamen sus derechos. Además, un rasgo característico de este enfoque es que exige actuar con igual tesón respecto del proceso y de los resultados.

Adoptar un enfoque de la educación basado en los derechos humanos no es una panacea. Plantea algunos problemas -por ejemplo, la necesidad de compaginar las reclamaciones de diferentes titulares de derechos y de atajar las tensiones que pudieren surgir entre la realización de diferentes derechos o entre derechos y responsabilidades-3.

Ello no obstante, la adhesión sin falla a sus principios básicos puede ayudar a alcanzar los objetivos de los gobiernos, los padres y los niños en el terreno de la educación. Exige la concepción de estrategias para llegar a todos los niños, comprendidos los más marginados. Habilita a las comunidades, los padres y demás partes interesadas a reclamar sus derechos, insistir en que se apliquen plenamente y, cuando sea menester, acudir a los tribunales para obtener satisfacción4.

1. Concepto de educación

Desde la creación de Naciones Unidas han sido numerosos los textos en los que se ha definido el concepto de educación, tanto desde una perspectiva individual al establecer que "la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales"; como desde una perspectiva social, al disponer que "favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad

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entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos"5. Por ello, esté será el esquema que seguiremos para analizar el concepto de educación en los diferentes instrumentos internacionales de Naciones Unidas.

2. Objeto de la educación

El objeto de la educación, como hemos dicho anteriormente, es el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales6. La educación es un derecho humano intrínseco y un medio indispensable de realizar otros derechos humanos. Cómo derecho del ámbito de la autonomía de la persona, la educación es el principal medio que permite a adultos y menores marginados económica y socialmente salir de la pobreza y participar plenamente en sus comunidades. La educación desempeña un papel decisivo en la emancipación de la mujer, la protección de los niños contra la explotación laboral, el trabajo peligroso y la explotación sexual, la promoción de los derechos y la demo-cracia, la protección del medio ambiente y el control del crecimiento demo-gráfico. Está cada vez más aceptada la idea de que la educación es una de las mejores inversiones financieras que los Estados pueden hacer; pero su importancia no es únicamente práctica pues dispone de una mente instruida, inteligente y activa, con libertad y amplitud de pensamiento, es uno de los placeres y recompensas de la existencia humana7.

La Declaración de Derechos del Niño8dispone que "el niño recibirá una educación que favorezca la cultura general y le permita, en condiciones de igualdad de oportunidades, desarrollar sus aptitudes y su juicio individual9". Sin embargo es en la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada treinta años más tarde, donde se define en qué va a consistir la educación cuando establece:

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"...que el niño debe estar plenamente preparado para una vida independiente en...

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