Editorial: Medicina y Salud pública en Europa en el siglo XXI .

AutorGiorgios Mezelas y Dimitrios Trichopoulos
CargoIPTS

En este número de The IPTS Report, diversos autores especializados estudian cómo serán la medicina y la salud pública en Europa en las próximas décadas. Señalan estos autores que las fuerzas del mercado son necesarias, pero no suficientes, para armonizar por completo los intereses de la industria farmacéutica con los de los pacientes; examinan cómo la producción y la distribución de alimentos, cada vez a mayor escala, ha requerido la introducción de nuevas normas muy estrictas y por qué es preciso desarrollar sistemas y tecnologías de alarma precoz para evitar que las enfermedades provocadas por los alimentos se conviertan en epidemias importantes; estudian la importancia de una política sanitaria europea y los criterios para definirla. Se consideran sus objetivos y sus limitaciones y se demuestra cómo la tecnología de la información, en general, y la telemedicina, en particular, pueden hacer que ciertos conocimientos que sólo existen en contados lugares, puedan ponerse a disposición de un gran número de profesionales sanitarios y de pacientes; y por último, indican que la cirugía mínimamente invasiva, mediante laparoscopia o endoscopia, podría contrarrestar eficazmente el desequilibrio existente entre la oferta y la demanda de atención quirúrgica. En esta breve introducción, ofrecemos nuestra visión del panorama sanitario en Europa, tal como está evolucionando bajo la influencia de los descubrimientos científicos, de los desarrollos tecnológicos y de las transformaciones sociales multidimensionales. Consideraremos sucesivamente: la etiología, la patogénesis, la diagnosis y el tratamiento de las enfermedades; la salud pública y las políticas sanitarias y las cuestiones éticas que están surgiendo.

Con la expansión exponencial de las investigaciones sobre biología molecular y el rápido avance del proyecto del genoma humano, la naturaleza guardará ya muy pocos secretos sobre las estructuras y los procesos que afectan a la salud y a las enfermedades humanas. Las tecnologías de creación de imágenes y los ensayos moleculares facilitarán y acelerarán extraordinariamente los avances en el diagnóstico. Sin embargo, la mejora de la eficacia de los tratamientos será mucho más limitada por, al menos, dos razones. La corrección de los daños moleculares representa una tarea bastante más complicada que el reconocimiento de los mismos y es muy difícil predecir si las intervenciones correctoras estarán exentas de riesgos. Además, todavía estamos en la fase de disminuir los retrocesos marginales en nuestros esfuerzos para el tratamiento quirúrgico de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer. Esto no debe interpretarse como indicativo de que el progreso vaya a ser imposible o mínimo. Sin embargo, el reconocimiento de los límites impuestos por nuestra propia complejidad estructural y funcional debería moderar el optimismo.

También debe reconocerse que en una población en fase de envejecimiento, como la de Europa, los éxitos médicos llamativos, por ejemplo el tratamiento eficaz de la mitad de las formas de cáncer actualmente incurables, conseguirán aumentar únicamente en un año aproximadamente nuestra esperanza de vida. Las causas de muerte compiten entre sí, y vencer a una o más de ellas en el campo de alto riesgo de la edad avanzada tiene poco efecto sobre la supervivencia general. En este contexto, la prevención de accidentes debería constituir una prioridad, pero casi nunca los consideramos de este modo, particularmente en el cinturón mediterráneo de Europa.

En el siglo próximo, las cuestiones éticas serán probablemente predominantes en las políticas sanitarias. La limitación de los servicios sanitarios podría llegar a ser explícita en lugar de implícita, especialmente si la batalla se libra en el campo de los mayores de 80 años. La calidad de vida durante los años finales y la calidad de la muerte serán cuestiones primordiales. La biología y la tecnología pueden conducir a éxitos sin precedentes en la medicina y las políticas sanitarias deben considerar objetivos de equidad con mayor eficacia que en el pasado. Una proporción más alta que nunca de la población será capaz de llegar en buenas condiciones a una edad avanzada. Será un reto impresionante infundir la mayor felicidad posible al confort material de estas personas que, a menudo, recorren en solitario el último tramo del camino de su vida.

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