Editorial: Aspectos éticos en la evaluación de la investigación.

Ética y evolución son partes integrales de la gestión de la ciencia y la política científica. La actual presión política por la valoración de la investigación y las controversias de largo alcance generadas por ella y sus impactos (por ejemplo, nuevas tecnologías, genética), introdujeron cambios que facilitaron una participación creciente a las partes interesadas y un posible acercamiento de la comunidad científica al público en general.

Es de suma importancia, antes de tratar de analizar la interfaz entre la ética y la evaluación de la I + DT (Investigación y Desarrollo Técnológico) ponerse de acuerdo en una serie de definiciones. En el contexto de este número especial del IPTS Report, ética (del griego ethos, que significa costumbre, modos, carácter) se utiliza para definir un sistema de principios o valores morales; un principio de buen o mal comportamiento en relación con otros, y finalmente, las reglas y normas de conducta que unen a los miembros de una profesión. La evaluación es un proceso por el cual la calidad, la implementación, la relevancia de los objetivos y los impactos de las actividades de I+DT se estudian, interpretan y examinan.

Estas definiciones proporcionan la interfaz entre la evaluación y la ética. Esta interfaz combina la conducta de la investigación y el juicio ético sobre los resultados e impactos esperados, con tres importantes tipos de evaluación: valoración, input estratégico y análisis en profundidad de un área específica. El artículo de Rip establece las bases para la discusión de una ética de "tercera generación", basada en la co-evolución de la ciencia, la tecnología y la sociedad, apoyada por la educación y el aprendizaje común. Es importante que en este contexto la evaluación no se convierta sencillamente en una capa adicional del proceso burocrático, sino que estimule la plena utilización de las competencias existentes para producir un asesoramiento informado como input para la toma de decisiones. Es esencial para este proceso que los propios evaluadores reconozcan los modos por los cuales los valores éticos se incorporan al diseño, la realización y la comunicación de la investigación y la evaluación. Estos valores pueden ser más fundamentales que los valores, metas y preocupaciones sociales, que motivan la financiación de la investigación o influyen en cómo se utilizan sus resultados, puesto que los valores incorporados no son en general reconocidos ni agradecidos. La necesidad de apoyar una cobertura adecuada de los temas éticos en evaluación, requiere un conocimiento y experiencia de los que actualmente no se dispone. La formación de "proto-profesionales" en esta área (interfaz entre ética y evaluación) es necesaria con el fin de que no parezca que se están tratando los aspectos éticos como simples aditivos en el proceso de evaluación.

Como la autoeducación y el control son elementos importantes del proceso de evaluación, la autoregulación es fundamental en el proceso de conducta ética. G. Toulouse apoya la creación de una cultura de la evaluación como mecanismo de auto-regulación en las sociedades científicas. Un reciente estudio de la AAAS (American Association for the Advancement of Science) encontró que el 57% de las sociedades científicas norteamericanas participa actualmente o proyecta participar en actividades para promover la integridad de la investigación1. El mismo estudio muestra que hasta ahora ha habido muy poca evaluación formal sobre la efectividad de tales iniciativas y considera que una evaluación rigurosa es esencial para que los científicos y el público confíen en las funciones autorreguladoras de las sociedades científicas. Las metodologías de evaluación y los códigos de conducta autorregulatorios deberían verse como procesos vivos, que evolucionan y se adaptan a los cambios del medio, y que se discuten abiertamente con el fin de beneficiarse de las experiencias variables y de los enfoques interdisciplinares. Si la comunidad científica no toma un papel director en la salvaguarda de las buenas prácticas de investigación, es probable que las partes interesadas no científicas asuman esta tarea.

En una democracia participativa, la confianza pública en las actividades gubernamentales de investigación también es muy dependiente de su capacidad de comunicación. Los científicos y los gestores de la investigación que siguen el desarrollo día a día de la investigación y son testigos de los beneficios de la búsqueda científica, están convencidos de que estas actividades son valiosas. Esta conclusión intuitiva es difícil de cuantificar de un modo significativo y puede no ser fácilmente comunicada a todas las partes interesadas2. Las demandas políticas de cuantificación de los resultados e impactos de la investigación catalizan un cambio en los valores y en el contexto ético de la evaluación de la investigación. El artículo de S. Cozzens analiza este cambio tal y como tomó forma tras la implementación de la GPRA (Government Performance and Results Act). En el nuevo contexto, el evaluador es responsable no sólo frente a su comunidad profesional y sus clientes, sino también frente a otras partes interesadas: los planificadores estratégicos, los responsables de la política y especialmente el público en general. En esta nueva función, el evaluador busca una articulación y medida claras del beneficio público.

Se busca la participación de las partes interesadas con el fin de mejorar la efectividad de las políticas. En el artículo de P. Thompson, el proceso que aclara la aportación de la investigación a la política se destaca utilizando, como ejemplo, el área de la biotecnología alimentaria y agrícola. Los rápidos avances en este campo han llevado a nuevas interpretaciones de las políticas a largo plazo, en materia de seguridad alimentaria, impacto medioambiental y salud animal. El paradigma ético cambiante presentado en el articulo de S. Cozzens, es también aparente aquí: el sesgo ético puede estar oculto en la propia metodología de evaluación y, a través de la valoración del impacto socioeconómico y de la cuantificación del riesgo, puede afectar a las opciones políticas. Además,como señala Thompson, cualquier evaluación del impacto socioeconómico de la I+DT sería incompleta si no llega a reconocer el potencial de las nuevas tecnologías (por ejemplo, la biotecnología) para afectar a la naturaleza fundamental del mundo, de modo que se alteren los conceptos jurídicos básicos (tales como los derechos de propiedad). Como resultado, la evaluación debe también considerar la posibilidad de reestructuración a nivel constitucional.

Como en biotecnología agrícola, la reestructuración parece necesaria desde hace tiempo en el área de la tecnología genética y la ética. El artículo de D. Ibarreta y A-K.Bock presenta el tercer tipo de evaluación que trata de un análisis en profundidad de un campo. En este contexto, la interfaz entre evaluación y ética contiene temas que relacionan la salvaguarda de la buena práctica científica y el uso e impactos de los resultados de la investigación. La evaluación ética de la investigación debería pues realizarse en tres niveles3.Según la opinión del Grupo Europeo de Ética (EGE) estos niveles son:

El proyecto de investigación desde el punto de vista de las modalidades de ejecución;

Los objetivos declarados de la investigación y de las aplicaciones previsibles de los resultados; y

Los posibles usos y consecuencias, a medio y largo plazo, de los resultados y su impacto en los individuos, el medio ambiente y la sociedad en general.

La evaluación de los dos primeros niveles se realiza actualmente en el Programa de Calidad de Vida de la CE como se subraya en la breve nota de L. Cordier.

En cuanto al tercer nivel, la opinión del EGE señala la necesidad de la participación de las partes interesadas: "La valoración ética tropieza con la complejidad e imprevisibilidad de todos los posibles usos y consecuencias de los resultados de la investigación. Esto es sumamente difícil, pues va ligado a las concepciones sobre el futuro de la sociedad en general. Esta evaluación ética es por tanto más un tema para el debate público y para los organismos socio-políticos nacionales y de la Comunidad". En el tercer nivel, la iniciativa4 ERA (Area de Investigación Europea) propone temas específicos para la acción (ERA punto 7, Área de Valores Compartidos), incluyendo:

Organización de "Conferencias de Ciudadanos" a nivel europeo.

Refuerzo de los lazos entre comités éticos nacionales y europeos.

Apertura de los comités éticos nacionales a expertos de otros países europeos, y

Comparación de los criterios utilizados en los programas nacionales y europeos con la posibilidad de convergencia en torno a principios comunes, a la vez que se respeta la diversidad.

El éxito de la participación de las partes interesadas y la efectividad de los debates públicos dependerá en gran medida de varios cambios estructurales importantes. En primer lugar, la ética y la evaluación deberían formar parte del currículo universitario, sensibilizando a los futuros investigadores respecto a los retos a los que tendrán que enfrentarse más tarde en sus carreras. Como señala R. Hollander en su breve nota, esta formación debería extenderse al personal docente de modo que los códigos relevantes a la ética se conviertan en familiares.

Un segundo cambio importante exige un esfuerzo adicional para mejorar la comunicación con las partes interesadas. Esta comunicación depende de un lenguaje común y de una comprensión básica compartida que requiere esfuerzos por parte de los científicos, los educadores y los periodistas científicos, así como de las partes interesadas para salvar las lagunas conceptuales. La pobre comunicación de la ciencia actual, asociada a una carencia de escepticismo por parte del público, contribuye a una posible mala aplicación o abuso de la ciencia5. Además, con el fin de evaluar críticamente los hallazgos de la investigación que se utilizan para influir o ayudar a la política pública, es importante:

Saber qué valores impregnan la investigación científica.

Comprender cómo los valores se convierten en parte de la ciencia, y

Ser capaz de distinguir la naturaleza y la fuente de los valores en los estudios científicos.

La apertura de la comunidad científica para discutir aspectos de su experiencia con sus colegas y las partes interesadas, además de los cambios de valores en la función de los evaluadores hacia una audiencia más extensa, traerán los cambios estructurales necesarios y facilitarán la coevolución de la ciencia, la tecnología y la sociedad.

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Notas/Referencias

  1. E. Dumez, The Role and Activities of Scientific Societies in Promoting Research Integrity, Professional Ethics Report, Volumen XIII, Número 3, Verano 2000 (http://www.aaas.org/spp/dspp/sfrl/per/per.htm).

  2. A.N. Link y J.T. Scott, Evaluation of Technology-based Institutions, Kluwer Academic Publishers, 1998.

  3. Opinión núm. 10, Grupo Europeo de Ética (EGE), "The Ethical Aspects of the 5th Research Framework Programme", accesible en http://europa.eu.int/comm/secretariat_general/sgc/ethics/en/index.htm

  4. Hacia un Área Europea de Investigación, Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social y al Comité de las Regiones, enero 2000.

  5. J.M. Garrett y S.J. Bird: Ethical Issues in Communicating Science, Editorial Overview, Science and Engineering Ethics, volumen 6, número 4, 2000.

Contactos

Isidoros Karatzas, Unidad de Evaluación de la DG de Investigación, Comisión Europea

Tel.: +32 22 95 00 27, fax: +32 22 96 20 06, correo electrónico: isidoros.karatzas@cec.eu.int

Stephanie J. Bird, MIT

Tel.: +1 617 253 80 24, fax: +1 617 253 19 86, correo electrónico: sjbird@mit.edu

Sobre los autores

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Isidoros Karatzas es miembro de la Unidad de Evaluación de la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea responsable del seguimiento anual y de la valoración quinquenal del Programa Marco de I+DT. Es también coordinador científico de la Red Europea de Evaluación de la I+DT.

Stephanie J. Bird es Colaborador Especial del Preboste en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), donde trabaja en el desarrollo de programas educativos que tratan de las responsabilidades profesionales de los científicos, y en temas éticos en la práctica de la investigación y la ciencia en general. La Dra. Bird ha escrito numerosos artículos sobre aspectos de la conducta responsable de la investigación y la tutoría y otras responsabilidades de los profesionales científicos. Es coeditora de la revista Science and Engineering Ethics, incluidos los números especiales "Whistleblowing and the Scientific Community", "Scientific Misconduct" y "Communicating Science".

The IPTS Report, is the refereed techno-economic journal of the IPTS,

edited by D. Kyriakou, published monthly in English, French, German and

Spanish.

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