Editorial
La energía eólica y los desarrollos tan prometedores que se han alcanzado en este campo, constituyen el tema del primer artículo de este número. La energía eólica ha dado lugar a una industria de rápido crecimiento en la UE, que ha superado a su homóloga de los EE.UU. en términos de capacidad instalada, y es una fuente de energía renovable que origina un mínimo impacto ambiental (e incluso es técnicamente posible reducirlo aún más). Además, en lo que a coste se refiere, está reduciendo rápidamente su desventaja frente a los combustibles fósiles. Las presiones medioambientales y la disminución de los costes pueden abrir grandes mercados de exportación potenciales no explotados hasta ahora en los países en vías de rápido desarrollo. Incluyendo las externalidades (es decir, los costes totales que recaen sobre la sociedad en su conjunto y que no figuran en el balance del productor) se podría reducir aún más la diferencia de coste entre los combustibles fósiles y la energía eólica.
El segundo artículo trata también de la energía, más específicamente del procedimiento de ciclo combinado de gasificación integrada (CCGI) para la utilización del carbón en la producción de energía eléctrica. Aunque el CCGI no puede convertir milagrosamente el carbón en una fuente de energía totalmente inofensiva para el medio ambiente, puede al menos reducir su impacto ambiental. Dada la inmensidad de las reservas de carbón de la tierra, las limitaciones inherentes a los recursos renovables y la probabilidad de que el carbón será la primera elección de las economías en rápido desarrollo para satisfacer sus necesidades de crecimiento, es probable que el carbón permanezca todavía mucho tiempo entre nosotros. Así pues, los procedimientos menos perjudiciales para utilizar el carbón no sólo pueden mejorar los impactos medioambientales, sino también proporcionar oportunidades de mercado para quienes los desarrollen y perfeccionen.
El punto de partida del tercer artículo también hace referencia a temas medioambientales; el agua y su uso, a menudo excesivo. El artículo enumera algunas de las soluciones sencillas que existen y que se pueden realizar con pocos medios para reducir el gasto de agua; también destaca los potenciales beneficios económicos derivados de tales medidas, tanto en términos de una menor necesidad de costosos proyectos hidrológicos de ingeniería (y la demanda proporcionalmente mayor de eliminación de aguas residuales que conlleva un mayor suministro) como de beneficios que se obtienen de la explotación comercial de las tecnologías para reducir el consumo de agua. No obstante, para explotar este mercado potencial de soluciones relativamente sencillas, los consumidores necesitan concienciación e información precisa, eliminar falsas creencias y corregir ciertos factores que entorpecen las iniciativas en el suministro y consumo de agua.
El cuarto artículo vuelve a incidir en la interacción entre determinadas tecnologías y el mercado, y examina, o más bien intenta refutar, ciertas visiones pesimistas de la interacción entre tecnología y empleo. Recurre a fuentes tanto teóricas como empíricas, subrayando la necesidad de ir más allá del mero énfasis intrasectorial al analizar el impacto de la tecnología sobre el empleo.
Finalmente, el último artículo examina el uso creciente del benchmarking, una de las técnicas adoptadas por las empresas que intentan competir con éxito en un entorno de rápido cambio tecnológico y económico. Las prácticas de benchmarking, y los consiguientes estudios comparativos con los mejores métodos empleados en las empresas líderes, han probado que son una herramienta inapreciable para empresas que tratan de aprender de ellos (posiblemente adaptándolos a sus necesidades), y han adquirido una aceptación creciente entre los políticos y sus asesores, que buscan crear marcos de referencia para la competitividad y crecimiento.
