Dilemas metodológicos y percepción histórico-jurídica de la biografía del jurista moderno

AutorEsteban Conde Naranjo
Páginas11-58

Page 11

    Proyectos DER2008-03069 y DER2010-21728-C02-01. El presente texto se redactó en su mayor parte en diciembre de 2007 y, a excepción de algún añadido bibliográfico, fue concluido en el año posterior. Su fecha de elaboración explica que las críticas en él vertidas contra la actitud intelectual autosatisfecha con el presente aparezcan algo desfasadas, pues desde hace ya bastantes meses se está poniendo dramáticamente de relieve cómo aquel presente ideal todavía en pie hace apenas un trienio albergaba en sí las causas de su propia disolución.

Los grandes problemas se encuentran tirados en medio de la calle.

Friedrich Nietzsche

1. Introducción

Woody y las biografías. En un relato satírico sobre el inventor de los sándwiches, el director de cine y escritor Woody Allen parodia el género biográfico desvelando, con inusual perspicacia, los hábitos mentales reproducidos inconscientemente en la elaboración de biografías1. Narración ejemplarizante que dramatiza hasta lo banal, la reconstrucción literaria de una vida sería una labor intelectual reservada en exclusiva a la genialidad. El motivo de esta reserva es que la condición humana misma adquiere grandeza y toma impulso a través de las creaciones magníficas de sus

Page 12

miembros. Las peripecias del individuo genial, los detalles nimios de su existencia y el anecdotario de su privacidad se ordenan así en función del descubrimiento revolucionario, de la hazaña asombrosa o de la conquista decisiva que atribuye sentido a su paso por el mundo y le abre las puertas de la eternidad biográfica. Su trayectoria queda reducida a los tanteos, etapas, involuciones, sufrimientos y demás vicisitudes que desembocan en el momento cenital del hallazgo creativo, punto culminante de la subjetividad a partir del cual comienza el reconocimiento social y la recompensa material del esfuerzo desarrollado y los contratiempos superados.

Así presentados, acaso lo de menos sea el propósito moralizante oculto en los textos biográficos, muy dados a exaltar con discreción y perseverancia la ética del sacrificio y de la abnegación encarnada en el personaje biografiado. Para unas reflexiones en torno a los límites de la indagación biográfica, quizá resulte mucho más revelador apuntar que detrás de ese instante significativo de la creación excelente que otorga superioridad a ciertos individuos opera un recurso narrativo común entre biógrafos. La constante referencia a un logro excelso marca las fronteras de la percepción, imprime coherencia y continuidad al relato, suele pautar la exposición en orden cronológico y racionaliza y diseca una experiencia subjetiva, no sin ejercer cierta violencia ante lo que eminentemente fue mundano y verdaderamente estuvo atravesado por los afectos, las discontinuidades, el azar, la vitalidad y la pasión2.

Tiempo democrático, autonomía científica y biografías. La ocurrente, certera y desmitificadora fijación de los términos biográficos canónicos realizada por Woody Allen nos sirve de pretexto para comenzar esta aproximación metodológica a la tarea de biografiar a los juristas, quienes en raras ocasiones destacan como intelectuales y científicos sublimes. Dos fenómenos tan dispares como la ya notable acumulación del saber historiográfico y la democratización cultural vigente producen, en consonancia, la abolición de la fe en los hegelianos individuos históricos y un consiguiente desplazamiento del interés biográfico desde la geniali-

Page 13

dad excepcional hasta la representatividad social, política o histórica. Si se quiere escapar del anacronismo3, y evitar también una representación torcida del genio4, debiera convenirse que el curso histórico y filosófico ha desbordado, haciéndolas aparecer como productos desfasados, tanto las

Page 14

biografías cortesanas de celebridades semidivinas como las dedicadas a emprendedores admirables tocados por el éxito y la fortuna, cuya función social comprende desde la promoción de la obediencia hasta el fomento ilusorio de la imitación voluntariosa, fomento que más bien suele concretarse en una pasiva y domesticada actitud contemplativa5.

La democratización citada, por el contrario, exige culturalmente que el relato biográfico tenga como una de sus premisas la máxima según la cual lo relevante siempre brota desde abajo. Realizar una biografía enclavada en nuestro tiempo supone entonces una búsqueda de la diferencia sustantiva en el interior de la uniformidad6. La congruencia política del género biográfico parte, en fin, de la constatación de la equivalencia relativa entre los hombres para, posteriormente, atender a las particularidades que hacen a un sujeto merecedor de un estudio monográfico.

Los «principios de elección» de dicha diferencia cualitativa han de ser suministrados por la disciplina científica o creativa en que se inscribe la labor biográfica. El producto literario de ésta, si desea evitar los descuadres, no puede ser ya la representación moralizante de una existencia universalmente ejemplar. Ajustadas al pluralismo y la multiplicidad presentes, las pautas ordenadoras de un texto biográfico actualizado debieran reflejar más bien el conjunto de intereses cognitivos del biógrafo, los cuales a su vez responden a las concretas preferencias epistemológicas que instituyen el círculo profesional donde se elabora y circula finalmente la biografía.

El anclaje consciente de la producción biográfica en los supuestos científicos contemporáneos permite así reconocer la pertinencia de un criterio selectivo independiente fraguado en el interior de una disciplina científica autónoma. Las biografías, de este modo, no tienen por qué dedicarse ya en exclusiva a creadores brillantes, grandes políticos o prohombres de la ciencia, pudiendo abarcar también la vida y la obra de autores que podrían parecer secundarios si se contemplan desde la pretenciosa historia de la razón universal. Por el contrario, partiendo de la actual diferenciación de los saberes puede inferirse que, en el seno de cada uno de ellos, actúan

Page 15

inquietudes y curiosidades culturales que muy bien pueden satisfacerse a través de los estudios biográficos.

Estas son las coordenadas en las que a mi juicio hay que colocar el ya duradero interés por las biografías de intelectuales de media talla como en buena parte han sido, y continúan siendo, los juristas. Las indicaciones antedichas valen incluso para el propio campo de la ciencia jurídica. Por lo pronto, lo más obvio en este sentido, al menos en lo que concierne a la historia del pensamiento jurídico, es declarar cierto agotamiento del análisis reiterativo, y pocas veces original, de los autores canónicos de las respectivas ramas del derecho. Esta repetitiva y extenuada hagiografía —extrapolable también al plano de las biografías históricas y filosóficas generales, poblado con frecuencia por los mismos políticos e intelectuales ilustres—, además de responder al tiempo en que se atribuía productividad socio-política solo a los personajes (presuntamente) eminentes, ha acumulado ya tal volumen bibliográfico, que, por la lógica descubridora que le es inherente, el saber científico comienza a dejarla de lado para atender con cada vez más tesón a extremos antes postergados.

La constatación genérica de las discutibles preferencias biográficas mostradas por la ciencia jurídica agrava su diagnóstico si nos ceñimos al caso español, donde el rescate de la propia tradición doctrinal ha sido hasta hace poco claramente deficiente debido a motivos de variada índole7. Valga con mencionar tres de los más significativos: la falta objetiva

Page 16

de calidad científica de las obras sistemáticas pasadas y su consecuente pobreza inspiradora para propósitos jurídico-institucionales presentes; la apertura que, a mediados de los años veinte del pasado siglo, conectaba la reflexión jurídica hispana con el debate europeo produciendo un sorprendente olvido de los antecedentes vernáculos inmediatos; y la posterior clausura franquista, pues, pese a implicar un repliegue sobre «lo español», la hipócrita enmienda a la totalidad del período constitucional realizada por los juristas del régimen se tradujo en una lamentable displicencia hacia autores capitales, cuya memoria está aún hoy por recuperar.

Fundamentación teórica. La pertinencia científica de atender a figuras aparentemente menores, como son la mayoría de los juristas, se justifica por cuestiones de cierta envergadura teórica. En primer lugar, que la selección del interlocutor histórico obedezca a los específicos intereses disciplinares no quiere solo decir que deban colmarse lagunas. Significa ante todo que los criterios acerca de «lo relevante» y «lo actual» han de ser construidos en el propio ámbito profesional y por el mismo investigador, no importados acríticamente del heterónomo «orden de prioridades» implantado en la sociedad. Para preservar la autonomía del trabajador intelectual, la distinción entre «cosas accesorias y principales», entre «grandes y pequeños», debiera adecuarse así a premisas convenientemente procesadas y fundamentadas, mejor que reflejar pasiva y automáticamente la jerarquía de preferencias impuesta por «la tendencia objetiva» predominante en la realidad8.

Del mismo modo que la novela se emancipó del argumento, hasta el punto que hoy podría considerarse un indicio de baja calidad estética la centralidad excluyente de una trama intrigante, la autonomía de la intelección historiográfica conduce a aceptar la posibilidad de realizar buena ciencia de un mal científico9, así como a reconocer que la valía objetiva

Page 17

del biografiado no garantiza el mérito del biógrafo. Al constituir la historiografía una práctica intelectual facultada por procedimientos analíticos propios, por concretas exigencias documentales...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR