Desarrollo conceptual del campo

AutorJosé C. Sánchez-García - Brizeida R. Hernández-Sánchez
Páginas10-43
José Carlos Sánchez García & Brizeida R. Hernández-Sánchez Página!∋(!
1.- DESARROLLO CONCEPTUAL DEL CAMPO
Para que un nuevo campo de investigación sea útil y alcance legitimidad debe tener un
marco conceptual que explique y prevea una serie de fenómenos empíricos, no
explicados ni previstos por otros marcos conceptuales ya existentes en otros campos.
Una de las primeras tareas para crear este marco conceptual es definir el domino del
campo u objeto de estudio. No entraremos en detallar todas y cada una de las
definiciones propuestas al efecto (p.ej., Gartner, 1988; Murphy, Liao, & Welsch, 2006;
Sharma & Chrisman, 1999). Indicar, eso sí, que entrepreneurship ha significado
diferentes cosas para distintas personas (Gartner, 1990; McMullan & Long, 1990) y que
su desarrollo histórico obedece a los temas o necesidades imperantes del momento.
La proliferación de términos como emprendimiento, emprendedurismo, empresario,
exige explicitar qué se entiende por emprendimiento y que representa la comprensión
que el autor ha construido a partir de una amplia revisión bibliográfica (Busenitz, et al,
2003; Sharma & Chrisman, 1999; Verin, 1982, entre otros). El estudio del
entrepreneurship” abarca todos aquellos aspectos relacionados con la teoría y la
práctica del concepto emprendedor, traduciéndose de diversas maneras como: iniciativa
emprendedora, función empresarial, espíritu emprendedor, emprendeduría,
emprendedurismo, emprendizaje, entre otros. En castellano tenemos las palabras
empresario y emprendedor, claramente diferenciadas, aunque provienen del mismo
vocablo latino “prendere”, que significa “acometer, intentar, meterse en” (Moliner,
1992) que, aunque tienen significados próximos, son distintos. La palabra emprendedor
fue definida por primera vez en el Diccionario de las Autoridades de la Real Academia
Española del año 1732. Algunas de esas connotaciones se mantienen vigentes, como
“La persona que emprende y se determina a hacer y ejecutar con resolución y empeño
alguna operación considerable y ardua”1. Por el contrario, el término “empresario”, en
una de las acepciones de la RAE (1992), es el “titular propietario o directivo de una
industria, negocio o empresa”, frente al término “emprendedor” que se aplica a aquellas
personas o entidad “que emprende -como acometer- con resolución acciones
1 Real Academia Española . Diccionario de Autoridades. Tomo ter cero, 1ª Edición. Madrid, España, 19 72
El proceso emprendedor
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dificultosas o azarosas”, estando entre estas acciones la de crear un negocio (Puchol,
2003; Verin, 1982).
El problema aflora cuando, al tomar fuentes provenientes de la literatura anglosajona,
no se hace distinción entre ambas figuras y se utiliza la misma palabra -entrepreneur-,
refiriéndose igualmente al emprendedor que al empresario. Quizá sea porque existe una
identidad de figuras al atribuirle al empresario la función o actividad emprendedora
(Nueno, 1996). El emprendedor, según Vesper (1982), ofrece varias visiones distintas
según el observador.
Para un economista, un emprendedor es aquel que transforma recursos, trabajo,
materiales y otros bienes, en combinaciones que aumentan su valor e introducen
cambios, innovaciones y un nuevo orden. Para un psicólogo, el emprendedor es la
persona que se mueve por la fuerza de la necesidad, para obtener o alcanzar algo, para
experimentar, para ejecutar o quizá para escapar de la autoridad de los demás. Para un
hombre de negocios, un emprendedor aparece como una amenaza, un competidor
agresivo, mientras que para otro hombre de negocios, el mismo emprendedor puede ser
un aliado, una fuente de provisiones, un cliente o alguien bueno con quien invertir. Para
un filósofo capitalista, el emprendedor es una persona que crea riqueza para los demás,
así como quien encuentra mejores vías para utilizar los recursos, reducir los gastos y
quien genera trabajos que otros necesitan.
Si bien el rmino “emprendedurismo” se toma del término inglés “entrepreneurship”,
cuyo origen está en el término francés entrepreneur, en la búsqueda de los primeros
rastros semánticos del concepto es importante retomar el trabajo de Verin (1982), quien
ubica el origen histórico del término a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII.
Este se asociaba con dos usos iniciales: a) la persona que asumía una construcción civil,
cuyo diseño es acordado previamente lo mismo que el pago. Esta acepción resalta la
idea de una actividad importante retribuida económicamente; además hace énfasis en el
conocimiento y no en el capital para realizar la iniciativa; b) el guerrero que emprende
una conquista, propio del espíritu de las cruzadas de la Edad Media, y de los
aventureros que viajaban al nuevo mundo en búsqueda de oportunidades de mejor vida,
sin saber con certeza qué les esperaba. Entre ellos se puede citar a Cristóbal Colón,
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Francisco Pizarro, Blasco Núñez de Balboa y Hernán Cortés, entre otros. Esta idea
resalta la característica de arrojo, valentía y riesgos que implica la iniciativa.
Como indicamos anteriormente, en el Diccionario de la Real Academia Española
encontramos una concepción similar. Emprendedor: “persona que emprende y se
determina a hacer y ejecutar con resolución y empeño alguna operación considerable y
ardua” (p. 359). El término entrepreneur apareció por primera vez en el texto Essai Sur
la Nature du Commerce en Général, escrito por Richard Cantillon (1755), reconocido
por muchos historiadores como el primer gran teórico de la economía. La palabra
designaba a una persona que se caracterizaba por comprar productos a precios
conocidos para venderlos en el mercado a precios desconocidos. Esta concepción asoció
al término emprendedor los elementos conceptuales de recursos y riesgo. A mi modo de
ver en la teoría de Cantillón, el emprendedor no es factor de producción como tal, sino
un agente que asume riesgo y por tanto se equilibra la oferta y la demanda desde el
punto de vista económico. Aparentemente la actividad emprendedora tiene relaciones
importantes con diversos factores de crecimiento económico y el producto interno bruto.
1.1.- De las idas y venidas en el concepto. Los clásicos y neoclásicos
Según Deleuze y Guattari (1994, p.23) “Todo concepto tiene su historia, aunque esa
historia zigzagueé o incluso llegue a tender a discurrir por otros problemas o por planos
diversos”. Parafraseando a los autores, en un concepto hay, las más de las veces, trozos
o componentes procedentes de otros conceptos, que respondían a otros problemas y
suponían otros planos. Es así como observamos que esta conceptualización inicial del
término fue enriqueciéndose con los aportes de economistas importantes como Say
(1852), Knight (1921), Baumol (1968, 1993), Braudel (1985), Casson (1982), etc.,
quienes diferenciaron al emprendedor del inversionista, al reconocer la diferencia en el
rendimiento que cada uno espera de sus acciones. El inversionista espera el rendimiento
sobre el capital, mientras el/la emprendedor/a2 busca el resultado de quitar a las
utilidades que su acción emprendedora genera los costos incurridos por el uso del
capital del inversionista.
2 En todo el texto que sigue con el término emprendedor estamos haciendo referencia tanto a
emprendedor como a emprendedora

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