El Crimen de las 4 Saetas

AutorDr. Bernat-N. Tiffon
Páginas147-174
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ACTO II. «Las enajenaciones peligrosas»
El Crimen de las 4 Saetas
fIcHA DEl cAsO
Nombre y apellidos (modif‌icados) del Victimario
Arturo Rambután
Edad
20 años
Nacionalidad
Española
Estado civil
Soltero
Nivel académico
Estudios secundarios (sin finalizar)
Profesión
Estudiante
Fecha de perpetración
1994
Número de víctimas
1 varón
Parentesco o relación
Progenitor
Modus operandi
4 saetas en la cabeza
Arma
Ballesta
Lugar del Crimen
Conejera
Antecedentes psicopatológicos
Pródromos de Esquizofrenia
Trastorno mental en el momento de la perpetración
Esquizofrenia Paranoide
UnA TARDE llUVIOsA DE REVIsIón DE cAsOs
Era una grisácea ta rde de f‌inales de otoño. A través de la ven-
tana se apreciaba cómo suavemente llovía desde unas nubes negras
que recubrían el cielo. Estábamos mi am igo Sergio y yo en mi despa-
Archivos delictivo-criminológicos
Dr. Bernat-N. Tiffon
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cho revisando y debatiendo los archivos que tenía almacenados de
una serie de casos de la Crónica Negra y que tuvieron entonces su
repercusión e impac to mediático:
—Mire Sergio, aquí tengo las anotaciones de la entrevi sta que
realicé al Sr. Nush que había matado a su madre de 72 años. El Cri-
men de Henry Nush49 f ue muy célebre en su momento en las cróni-
cas periodística s. Fue un interesante caso que Alfred Hitchcock le
hubiera interesado llevar a las grandes pa ntallas. Sr. Nush tenía en-
tonces unos cuarenta y tantos años de edad, de nacional idad inglesa,
que trabajaba con su madre en el negocio de la prostitución y del
proxenetismo. Su madre había sido, de joven, profesional del sexo y
había creado su propia casa de citas. Su hijo participaba en el nego-
cio activamente, con los clientes… Vd. ya me entiende. El Sr. Nush se
vio forzado a participar en el burdel después de que su propia madre
lo obligara a prostituirse, desde p equeño, con los clientes del prostí-
bulo que ella regentaba. El fuerte trauma mental que tuvo que so-
portar durante años desembo có en tragedia50. Harto de ese nego-
cio, y cansado del maltrato psicológico que su madre le infringía,
decidió una mañana de domi ngo matarla: mientras desayunaban,
el Sr. Nush cogió un cuchillo de cocina. Y, por la espalda, le ases-
tó una cuchillada mortal en la nuca. La muerte fue instantánea.
La envolvió en un trozo de plástico y la dejó tirada en el piso. A l
cabo de unas horas, el hedor que desprendía el cadáver le obligó
a enterrarla en cal viva en el suelo de su habitación y a mantener-
la durante más de un año en su domicilio. Para evitar los ma los
olores de la descomposición del cadáver, mojaba de tanto en tanto
unas toallas que colocaba debajo de la puerta y de las ventanas
de la habitación. Se tuvo que inventar una rocambolesca historia
para justif‌icar y borrar las huellas de su desaparición ante sus ve-
cinos. Cuando lo entrevisté, aprecié la tensión que experimentó
49 http://elpaisdeconejera.com/dia rio/10_763239_850475.html
50 http://elpaisdeconejera.com/dia rio//1_07_6093279_85_049.htm l

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