Carta abierta

AutorFrancisco Olieté
Páginas50-55

Page 50

A todos los Registradores de la Propiedad

Mis distinguidos compañeros y amigos: El día 17 del actual, tuvo lugar en Barcelona un acto de excepcional importancia para el Cuerpo de Registradores y Oficiales de la Dirección; mucha, por lo que el acto fue en sí, y mucha más por algunos de sus detalles.

Me refiero a la sesión de clausura del Congreso Internacional de la Propiedad Urbana.

Si habéis seguido con atención las sesiones de dicho Congreso, y leído detenidamente la de clausura, y las conclusiones aprobadas en el mismo, habréis notado dos cosas, a saber: la proclamación de la propiedad urbana como "la forma especialmente importante de la propiedad" y el olvido completo, absoluto, rotundo de los Registradores y Oficiales de la Dirección en dicho Congreso y en las conclusiones aprobadas.

Yo no sé si mis amores por el Cuerpo a que hace diecisiete años me honro pertenecer, si mis cariños a la Institución a que he dedicado los mejores años de mi vida, me harán ver las cosas bajo un prisma más pesimista de lo que lo es la realidad, y por eso dirijo esta carta abierta a todos, a los que la nieve de los años ha dado mayor serenidad y experiencia, y a los que el fuego de la juventud presta mayores entusiasmos, para que veáis si realmente esos síntomas tienen la gravedad que yo aprecio, para la propiedad rústica, para el Cuerpo y para la Institución.Page 51

Dice la conclusión 1.ª al tema 1.°: "Considerando que la propiedad urbana es una forma especialmente importante de la propiedad y que merece tanta mayor protección en cuanto el propietario urbano ha dado una prueba especial de su confianza en los destinos de la patria, incorporando su fortuna al suelo nacional, prolama el carácter esencialmente intangible de la propiedad y especialmente de la propiedad urbana... etc. etc."

Resulta de aquí, que el propietario rural, que con su fortuna y su trabajo es el más sagrado de los capitales, convierte los eriales en campos cultivados, que puebla de vides y arbolado los terrenos yermos, los cuales no han de darle producto alguno hasta pasados bastantes años, que incorpora al suelo nacional su fortuna y, lo que es más, su sangre y su vida por la desecación de terrenos pantanosos, haciendo con su cultivo a su patria no sólo más bella, sino más sana y rica, y permitiendo la vida en las grandes poblaciones (de cuyas comodidades no disfruta), a los propietarios urbanos, es menos digno de protección que estos, y su propiedad que es su vida y la fuente...

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