Otros bienes públicos globales: el problema medio ambiental y las regulaciones económicas globales

AutorJosé Miguel Andreu
Páginas169-202

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La mayor parte de las naciones del Mundo vive en la actualidad en contextos económicos definibles como “economías mixtas de mercado”. Aunque en esas economías mixtas el grueso de actividades económicas las lleve a cabo el sector privado525, otras, que deberían estar gestionadas directamente, o al menos intervenidas, por el sector público526, o están sobredimensionadas, o no están aún lo suficientemente desarrolladas.

Ciertamente, al día de hoy nos encontramos en los diferentes países, con distintas participaciones del gasto agregado de sus sectores públicos y privados, en sus PIB. Participaciones a veces muy inclinadas en un sentido o en otro, como sucede p.e. en Francia –con una intervención pública muy extendida– o como ocurre en EE.UU., con una actividad más bien reducida del sector público, excepto en algunos asuntos, particularmente en Defensa. Tales combinaciones público-privadas de gasto tienen que ver con las ideas predominantes en cada país en relación con las actividades que deberían organizarse dentro de la esfera del sector público o del sector privado; distribución sectorial de actividades que en general dependerá de la historia económica y política de cada país527, de la densidad de su población y de la distribución de su renta y riqueza.

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Aunque hay bienes públicos “puros”528, cuya provisión pública nadie discute (como p.e. el gobierno, la defensa, la justicia y la policía), hay otras actividades económicas cuya provisión puede ser llevada a cabo bien por el sector público o bien por el privado, como sucede p.e. con la educación, la sanidad, los transportes, las comunicaciones, etc. Y será precisamente la diferente apreciación de los ciudadanos sobre la eficacia en su producción y sobre los efectos distributivos de los bienes o servicios provistos (por el sector público o por el sector privado), lo que hará que una “economía mixta de mercado” se incline más o menos por la intervención pública.

Modernamente, cualquier intervención pública se fundamenta en la existencia de fallos de mercado o de fallos sociales, que no todas las sociedades reconocen en su totalidad. En efecto, aparte de la provisión de algunos bienes públicos indiscutibles como los anteriormente mencionados –gobierno, defensa, justicia y policía– o de otros de los que se dará cuenta posteriormente529, también habrá que considerar otras acciones públicas dirigidas básicamente a penalizar a los monopolios, o a corregir algunas externalidades. Así por ejemplo, el Estado y el Banco Emisor introducirán modificaciones en los impuestos, en el gasto público, en los tipos de interés, etc., a fin de luchar contra el paro y las fluctuaciones cíclicas; acciones que estarán basadas en la existencia de una clara externalidad negativa: los fallos contenidos en los sistemas de mercado que, en determinados momentos, generarán desempleo no deseado530. Otras acciones interventoras de los poderes públicos, estarán dirigidas

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a penalizar con impuestos las externalidades negativas generadas por ciertas actividades privadas (tales como la producción de bebidas alcohólicas, las actividades generadoras de emisiones de CO2, etc.); o, alternativamente, a compensar al sector privado con subsidios, por las externalidades positivas inducidas, como sucede p.e. con la producción privada de ciertos servicios como la educación o la salud básicas. Finalmente, también nos hemos referido ya (en el Cap. 5) a algunas acciones económicas (reasignativas o redistributivas) del sector público, que estarán dirigidas a alterar los resultados negativos de carácter social que las “economías puras de mercado” tienden a inducir sobre la distribución interna de la renta, haciéndola más desigual; desigualdad que no deberá rebasar determinados límites, considerados como inaceptables por el conjunto de la sociedad.

Ahora bien, además de esos fallos económicos (y también sociales) generados por los mercados privados, la actuación del sector público también podría contener fallos sistemáticos que habrá que considerar y, en su caso corregir. Estos fallos se refieren: 1) a la información o al entendimiento limitado de la situación económica por parte de los gobiernos, a veces contaminados por dogmatismos políticos; 2) al conocimiento incompleto de las reacciones privadas que seguirán a la intervención pública practicada; 3) al escaso control de los gobiernos en relación con el crecimiento de la burocracia, que suele tender a expandirse –con independencia de su eficacia– en la medida en que el sector público cuente con recursos financieros adicionales531; y

4) a las limitaciones impuestas por el proceso político532 (duración de las legislaturas, grado de descentralización política de cada país, pertenencia a organismos multilaterales –como el FMI, la Eurozona, etc.– generadores de compromisos adquiridos sobre ciertas acciones o políticas económicas a emprender, etc.).

Esas limitaciones del sector público –a veces relacionadas con resultados negativos o insuficientes de las acciones políticas emprendidas– dan a los defensores de la no-intervención (neoliberales, conservadores, etc.), la oportunidad de rechazar la mayor parte de las acciones públicas propuestas, elevando a “categoría” ciertas anécdotas negativas o ciertos fallos políticos parciales, detectados en algunas esferas de la acción pública.

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7.1. Reconocimiento reciente de algunos bienes públicos globales y de ciertas externalidades globales

A lo largo de los siglos la provisión del bien público más antiguo y relevante, la “Paz y la Seguridad”533, ha sido realizada por los poderes públicos locales, regionales y nacionales; y más tarde por los poderes globales aparecidos. Poderes globales que, a partir del siglo XX, además de proveer de paz y seguridad a sus propias ciudadanías, han tratado de dotar de paz y seguridad global a todo el Mundo534, esto es al conjunto de la Sociedad Global. Y lo han hecho, además de con la financiación y el mantenimiento de sus imponentes fuerzas armadas, mediante la creación y sostenimiento (parcial) de instituciones multilaterales (ONU) donde se debaten problemas globales de seguridad, etc., y se adoptan resoluciones sobre los mismos.

Sin embargo, hay otros “bienes públicos globales” –que también afectan a la Sociedad Global en su conjunto– cuyo reconocimiento no se ha producido hasta muy recientemente, siendo su provisión actual bastante deficiente, o cuya provisión no se ha realizado aún. Se trata respectivamente de la provisión de un “medio ambiente global sostenible” libre de cambio climático, hoy en el foco del debate económico y político mundial; y de “la regulación y control de ciertas actividades económicas globales” desarrolladas por el sector privado. Aparte de esos bienes públicos globales a considerar en este Capítulo, ha de afirmarse que, en relación con ciertas “externalidades globales”, conectadas con la provisión sostenible o eficiente de ciertos recursos naturales, renovables o no, su reconocimiento y eventual corrección (parcial) tampoco se han hecho realidad hasta hace pocas décadas.

7.1.1. Reconocimiento reciente del Cambio Climático

Ciertamente, hasta la segunda mitad del siglo XX, nadie se atrevió a imaginar que la sostenibilidad del medio ambiente global o el cambio climático generado por la emisión de gases de efecto invernadero” (GEI) pudieran llegar a ser problemas que afectaran indiscriminadamente a todas las naciones del mundo535. Sin embargo, las preo-

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cupaciones sobrevenidas sobre esas materias globales han hecho que científicos de algunos países o bloques económicos (como la UE) hayan comenzado a reflexionar sobre qué debería hacerse para evitar el cambio climático. Y efectivamente han sugerido algunas ideas que –previo Acuerdo de los Estados firmantes– han llevado a la implementación de ciertas acciones colectivas para la corrección del problema; aunque por ahora tales ensayos no hayan sido lo suficientemente eficaces ni solidarios.

Lógicamente y en general, en la medida en que los bienes públicos sean nacionales, el problema de su financiación será resuelto por los gobiernos nacionales recurriendo al establecimiento de ciertos impuestos de ámbito nacional, que los parlamentos democráticos nacionales legitimarán. Sin embargo, cuando, en ausencia de un Parlamento Democrático Global536, hablemos de bienes públicos globales –como p.e. el relativo al mantenimiento de un medio ambiente global sostenible, libre de cambio climático– los esfuerzos económicos a realizar por cada país deberán ser acordados entre todas las naciones. Y ahí es donde empezarán los problemas, dado que algunos países (los PAI) son ricos...

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