Bibliografía

AutorJosé Luis González-Berenguer Urrutia

Calidad. Altísima calidad la que alcanza este libro, que aporta a la vez unas profundas -y abundantes- reflexiones jurídicas y unos constantes estímulos para el buen hacer administrativo.

La calidad del libro viene anunciada por la de la literatura del prólogo. Ya vimos quién era en este aspecto el profesor Sosa cuando leíamos su inolvidable libro sobre los jurisconsultores alemanes. Ahora repite la jugada. Tenemos dos administrativistas que saben exponer en bellísimo castellano. Uno de ellos es Sosa Wagner, que comienza diciendo: «Es conmovedor que, a la vista de cómo anda el panorama, una joven presente...»; «proliferan los comentarios a leyes inútiles, así como esos libros que recogen aseadamente la jurisprudencia de los Tribunales... donde se amontonan las ocurrencias de los jueces»; y acaba hablando de «la planificación, fetiche de mi época de doctorando, o las liberalizaciones fetiche de una época en la que (y esto lo añade el recensionista) un señor ha inventado desregulación del urbanismo (por ejemplo)».

Pero volvamos a la Ley 13/03, que ha abierto la posibilidad de la concesión de obras públicas (señaladamente las relacionadas con el transporte) en la que los particulares no sólo construyen y explotan el negocio, sino que también intervienen en su propia iniciativa en la concepción y diseño. ¿Cómo puede ser esto? Casares nos lo dice, y muy bien dicho.

Creo que no debo hacer un análisis del libro, sino simplemente dar noticia del mismo e invitar a los urbanistas -fueron mis compañeros de trabajo durante sesenta años- a que lo lean. Porque sucede que el libro aborda, ya al final, un punto que a los dedicados al derecho urbanístico nos interesa. Y mucho. Veámoslo.

Quizá alguien recuerde que el recensionista ha defendido desde hace muchisimos años (cuando defender la nacionalización no era precisamente fácil) la nacionalización del suelo de expansión urbana. Más o menos en toda Europa se estaba haciendo. Yo hice pública en la revista Ciudad y Territorio (¿existe?) la ley Wilson de 1975, que acabó radicalmente con la especulación del suelo en Inglaterra. Ya teníamos el suelo de propiedad pública. Y ahora venía el problema: ¿cómo venderlo? (y no hacerlo en subasta, como estúpidamente hacía entonces el INS, con lo cual se volvía a los precios de mercado).

Yo propuse hacerlo mediante un tipo nuevo de subasta (no tuve ningún éxito, pero esto es otro cantar, como diría Sosa Wagner). Bueno, pues lo nuevo estaba en que la Administración...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR