Antologías poéticas en la Guerra Civil y la primera posguerra: campo literario y compromiso
| Autor | Encarna Alonso Valero |
| Páginas | 45-60 |
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Antologías poéticas en la Guerra Civil y la primera
posguerra: campo literario y compromiso*
ENCARNA ALONSO VALERO
UNIVERSIDAD DE GRANADA
Antologías poéticas y campo literario (o sobre el poder de consagración)
Las vías de la dominación y de la autonomía son complejas, cuando no impene-
trables. Durante todo el siglo XX, las antologías poéticas (como los grupos o las
escuelas) se distinguen más por lo que excluyen que por lo que reúnen, contribu-
yendo a estructurar el campo literario (y convirtiéndose también, por tanto, en
uno de los mecanismos fundamentales de consagración). Los momentos en los
que nos centramos, la Guerra Civil y la década de los cuarenta, a pesar de su
excepcionalidad histórica, no ven suspendida esa función de elemento estructu-
rador y reconfigurador del campo, aunque el fenómeno antológico reviste en esos
años una forma completamente específica.
El concepto de campo desarrollado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu
(2000) hace referencia a un espacio social con una autonomía relativa y poseedor
de su propia lógica. En un campo determinado se producen, entre los agentes o
grupos de agentes que actúan en él, enfrentamientos que responden a relaciones
de fuerza. Esta fuerza es el capital (cultural, simbólico, institucional...) acumulado
y lo que está en juego es la transformación de estas relaciones de poder y de fuer-
za, la reorganización (y, por tanto, la imposición) considerada legítima de princi-
pios de visión y de división de ese espacio social. En definitiva, lo que está puesto
en el tablero es la lucha por cambiar el peso de los distintos capitales dentro del
campo o la adquisición de esas diferentes formas de capital; es decir, la lucha por
cambiar o mantener el orden establecido.
De este modo, el campo literario presenta todo tipo de homologías (es decir,
de parecidos en la diferencia) estructurales y funcionales con el campo social en
su conjunto. Como cualquier campo, tiene sus dominantes y sus dominados, sus
conservadores y su vanguardia (es decir, sus mecanismos de reproducción del
orden y sus luchas por cambiarlo), sin perder de vista el hecho de que cada uno de
esos fenómenos reviste en su interior una forma completamente específica (se
* Este artículo forma parte de los resultados del proyecto de I+D «La configuración del patrón poético
español tras la Guerra Civil: relaciones literarias, culturales y sociales» (FFI2013-44041-P), financiado por
el Ministerio de Economía y Competitividad.
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A LA ÉTICA POR LA ESTÉTICA. CANON, COMPROMISO POÉTICO Y ANTOLOGÍAS EN ESPAÑA
trata, como hemos señalado, de rasgos estructuralmente equivalentes, lo que no
quiere decir idénticos, en conjuntos diferentes).
Las antologías, uno de los mecanismos privilegiados de ascensión al canon
durante todo el siglo XX, han contribuido de manera decisiva a la estructuración
del campo literario, en torno generalmente a grandes oposiciones. De este modo,
las antologías poéticas han agrupado tanto como han jerarquizado, convirtiéndo-
se en una de las herramientas fundamentales en las luchas por alterar el orden de
las fuerzas en el campo (y, como veremos, una de las formas más eficaces de pasar
de lugares marginales a lugares centrales).
Así, el campo literario es un campo de fuerzas al mismo tiempo que un campo
de luchas que tienden a transformar o a conservar la relación de fuerzas estable-
cida: cada uno de los agentes (o de los grupos de agentes, como suele ocurrir en el
caso de las antologías) empeña la fuerza (en términos de Bourdieu, el capital) que
ha adquirido. Se produce, de ese modo, un particular movimiento en quiasma: en
un primer momento, las antologías poéticas aparecen con frecuencia como ins-
trumento o estrategia de los grupos que ocupan en ese momento una posición no
central (dominada, si queremos decirlo en términos de Bourdieu) pero que han
acumulado el suficiente capital (simbólico, habitualmente) para invertir esa fuer-
za en un mecanismo tan eficaz como las antologías para la reorganización de las
relaciones de fuerza y la composición de la legitimidad del presente y el futuro. Es
decir, se trata de grupos con el suficiente poder simbólico acumulado para tener
acceso a un mecanismo fundamental de poder (la antología) que les garantiza el
salto al centro del campo y la ascensión al canon como nueva fuerza central reco-
nocida.
Además, una de las apuestas mayores de las luchas que se desarrollan en el
campo literario (como en el político) es la definición de los límites del propio
campo, es decir, la participación legítima en las luchas. Esta cuestión es un proble-
ma de primer nivel a la hora de plantear la presencia o ausencia de mujeres poetas
en las antologías y de analizar ese problema desde la perspectiva de género. Las
antologías, constituidas en un instrumento fundamental de consagración y de
dirección de las tendencias literarias y artísticas (entre otras cosas, como forma-
doras del gusto), adquieren al menos desde los años veinte del pasado siglo un
poder normativo incomparable. Por ello, como puede fácilmente imaginarse, fue-
ron uno de los vehículos fundamentales de sexuación.
Relacionada con la anterior, hay otra cuestión sobre prácticas culturales que
no podemos perder de vista: la presencia de un poeta en una antología supone un
caso particular del efecto de asignación de estatus, en este caso positivo, por lo
que el resultado será el ennoblecimiento (o negativo, en el caso de la ausencia)
que todo grupo o agente produce al situar a las personas o las prácticas en unas
clases o espacios jerarquizados. Así, las antologías establecen la legitimidad del
presente y del futuro, apoyándose de manera indefectiblemente útil en la historia
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