Gattaca

AutorJosé Luis Pérez Triviño
CargoProfesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Pompeu Fabra.
Páginas15-18

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Uno de los puntos centrales de Gattaca, la estupenda película de Andrew Niccol (en mi opinión la mejor película de ciencia-ficción junto a Blade Runner), está relacionado con el poder que han adquirido los seres humanos en el ámbito de la procreación. Aunque la película está situada en un futuro cercano pero incierto, en la actualidad tal poder de manipulación ya es real y por ello, la reflexión moral se enfrenta a una serie de problemas que podríamos calificar de acuciantes y novedosos. Acuciantes porque nos exigen respuestas cada vez más urgentes y novedosos al plantearnos cuestiones que hasta el momento no habíamos podido ni siquiera imaginar. Una gran parte de estas cuestiones tienen una misma causa: el espectacular y veloz desarrollo que han experimentado las técnicas de reproducción humana asistida, las cuales han provocado que la procreación, que parecía constituir una esfera en la que regía el azar, parece hoy cada vez más un ámbito donde reina la elección, la voluntad de los seres humanos. Y esto genera preguntas morales de hondo calado, como son las que tienen que ver con la posibilidad de elegir el sexo de los hijos, las posibilidades de la manipulación genética o incluso la no muy lejana capacidad de clonar individuos.

Este es precisamente uno de los asuntos centrales de Gattaca (acrónimo de las cuatro iniciales de las proteínas que forman el ADN: A, G, T y C, adenina, guanina, citosina y timina) que se ocupa de un futuro relativamente cercano donde los padres, gracias a los avances en la medicina genética, tienen la posibilidad de configurar el material genético de sus hijos. Antes de la gestación, los embriones son filtrados para evitar enfermedades y cualquier otro rasgo que pueda calificarse de indeseable. De esa forma, el nuevo ser creado en el laboratorio es un "ser válido", un individuo con todas sus capacidades desarrolladas al cien por cien. Un ser casi perfecto.

Vincent Freeman (Ethan Hawke) es uno de los últimos 'inválidos', un ser concebido en amor antes de que los nacimientos en tubos de laboratorio se generalizaran. Pero las pruebas de ADN realizadas tras su nacimiento muestran que tiene un 99% de posibilidades de desarrollar un defecto del corazón y de morir antes de que cumpla 30 años. En la sociedad descrita en la película, esta circunstancia física lo condena a una vida de segundo nivel debido a la poca cualificación profesional que le permiten su menguadas dotes físicas. En el mundo de Gattaca, la vida de los individuos viene determinada por su composición genética. Son significativos los análisis de saliva o de un simple pelo para conocer todos los detalles biológicos de un eventual novio o trabajador. Por eso, los "defectos" genéticos de Vincent le impiden realizar su sueño de ser astronauta. Su padre en un momento de la película le dice "hijo, la única vez que pisarás el interior de una nave espacial será si te ocupas de su limpieza."

Precisamente, para compensar el "fallido" nacimiento de Vincent, los padres deciden tener otro hijo, pero en lugar de tenerlo por "amor", lo tienen en el laboratorio genético con el resultado de traer al mundo un individuo válido. Entre los dos hermanos surge una fuerte rivalidad que les lleva a estar continuamente compitiendo por ver quién es más fuerte,

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más veloz, más inteligente. Pero el hermano válido siempre vence a Vincent en todas las competiciones en las que participan. Sin embargo, Vincent no ceja en su empeño de ser astronauta. Finalmente, abandona a su familia e inicia un periplo...

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