Alfonso Reyes y el gongorismo

AutorSalvador Jofre
Páginas167-170

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Con frecuencia se asocia la poética de la Generación del 27 -una poética muy influida por las preferencias de las tendencias teóricas universitarias del momento, por los llamados «poetas profesores», sobre todo por Dámaso Alonso, Pedro Salinas o Jorge Guillén- con la corriente del «gongorismo», la recuperación de Góngora que proponen e impulsan en el panorama poético español de la época algunos de esos poetas profesores que hemos citado. La crítica, al estudiar el hecho, suele relacionar el surgimiento del gongorismo con la fenomenología orteguiana, con su deshumanización, con la herencia también fenomenólogica de la estilización popular juanrramoniana, con la conexión moderna que puede suponer la supuesta proximidad de Góngora y Mallarmé, etc., pero muy pocos lo relacionan con la reciente revalorización de los principios generales del «barroco» y, por supuesto, con la nueva ideologización de los valores nacionales que se produce en esos años y que tiene que ver con los principios de la contrarreforma y de su reproducción artística; tampoco con la querella que se generaliza en todo el mundo hispánico al iniciarse el siglo XX y que se centra alrededor de las tendencias poéticas dominantes en el espacio literario definido como «posmodernismo» o novecentismo.

Sin embargo, en el ámbito cultural hispanoamericano el fenómeno literario del «gongorismo», manifestación más temprana que la peninsular -cosa que muy a menu-do se olvida- siempre está relacionado con esas dos grandes cuestiones que presiden la inauguración literaria del nuevo siglo: la recuperación del barroco como «lo barroco» y el debate en torno a las tendencias posmodernistas. El barroco como «lo barroco» es una construcción teórica que debe mucho al texto de Eugenio D’Ors del mismo nombre, manejado y citado por los intelectuales hispanoamericanos que se ocuparon del tema, cuya primera edición es de 1933, aunque algunos de los ensayos que contiene son muy anteriores a esa época. En ese texto D’Ors distingue entre el barroco entendido como un «estilo histórico» y lo barroco como una constante histórica, es decir, como una cualidad innata del espíritu humano. En definitiva, lo barroco como espíritu siempre habría estado presente en las realizaciones artísticas del ser humano, desde el arte indostánico, por ejemplo, al Siglo de Oro, y puede volver a estarlo en cualquier momento porque es un espíritu y no simplemente un estilo histórico. Uno de los primeros artículos del citado volumen es el titulado «Churriguera», fechado en 1908, y en el que podemos leer afirmaciones como la siguiente:

[...] Preveo para Churriguera, en hora próxima, una justiciera venganza. ¿No exaltamos hoy las profundidades misteriosas del Greco? ¿No se ocupan algunos poetas amigos en nuevamente encender altares a Góngora? Contra la maldición secular, un salvador exorcismo [D’Ors, 1964].

Es México uno de los lugares más significativos culturalmente en ese periodo, por razones histórico-literarias de todos conocidas y por el enorme peso que en su...

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