Todos los días de la semana: servicio doméstico, género y clase

AutorDra. Olga Paz Torres
Cargo del AutorProfesora de Historia del Derecho y de las Instituciones Universidad Autónoma de Barcelona
Páginas85-101

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“Thus, at sixteen, I entered into a career of drudgery where loung hours, low wages and very often inadequate food were accepted standards of a life that was a thrust on one out of sheer necessity”

“Autobiografía de Lavinia Swainbank”, citado en T. McBRIDE, The domestic revolution: the modernisation of household service in England and France, 1820-1920, Londres, Croom Helm Ltd., 1976, p. 82.

“Why should looms remain idle when tens of thousands of country girls fancied ribbons but could not afford to by? By what social alchemy did inventions for saving labour become engines of immiseration?”
E. P. THOMPSON, The making of the english working class

Londres, Victor Gollancz Ltd., 1963 (primera ed.), p. 205.

1. Presentación: discriminación económica y social de las mujeres trabajadoras

Las preguntas pesimistas lanzadas por E. P. Thompson revelan formas de explotación intolerables y respuestas abocadas a negar la máxima que define a la sociedad capitalista como libre. El impacto de la Revolución Industrial en los cambios sociales y económicos sufridos por las mujeres de clase trabajadora y la transformación de su estatus en la familia son dos aspectos a tener en cuenta. Este capítulo parte de la base de que las características históricas que fijan la posición de las mujeres trabajadoras por cuenta ajena son la discriminación económica y social en niveles que afectan a su dependencia, y que se traducen en la exclusión de la condición de ciudadanas1. Esta reducción teórica, en cambio, no se corresponde con la realidad, puesto que las mujeres de clase trabajadora en nuestra sociedad contemporánea eran reproductoras y eran productoras2.

La visibilización de este aspecto es lo que da lugar a una conciencia de género y de clase, de diversos grados y alcances3.

El presente capítulo tiene como finalidad ofrecer un estado de la cuestión sobre las problemáticas en relación al servicio doméstico, y la insuficiente res-

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puesta del ordenamiento jurídico positivo desde un enfoque histórico. Esta investigación aportará las propuestas existentes y discutidas sobre este tema desde una perspectiva comparada a partir de políticas sociales y sus repercusiones jurídicas, discriminatorias para las mujeres. El objetivo principal es desvelar la situación histórica y legal de un ámbito de trabajo que afecta especialmente al colectivo femenino. El proceso de investigación pretende conocer en qué medida los diferentes factores sociales, jurídicos e institucionales se relacionan con el servicio doméstico, y por extensión con el trabajo femenino, y como estos elementos se relacionan entre sí.

El cuestionamiento de la tradicional separación entre esfera pública y privada, la división entre espacios políticos y domésticos, el peso de las historias fragmentadas frente a visiones más totalizadoras y deterministas, permitirá desvelar las invisibilidades, las condiciones de trabajo, desde una perspectiva de género. Seguimos a la británica Joan Scott para quien el uso de la categoría “género” es decisiva en el análisis histórico, evitando sesgos, como ya lo puso de manifiesto en Women, Work and Family, publicado en 1978 y, más tarde, en Gender: an Useful Category of Historical Analisis, publicado en 1986.

Las teorías hegemónicas acerca de la ciudadanía, cegadas al género y mayoritariamente eurocéntricas, no tienen en cuenta que la propia categoría4es un concepto global que incluye la relación entre el individuo, la sociedad y el Estado. La lectura en clave de género de la ciudadanía tiene que considerar el problema de las mujeres no solamente en contraste con los hombres, sino también en relación con la subordinación o dominación respecto a los grupos sociales. La definición liberal tradicional de ciudadanía se construye sobre la base de que todos los ciudadanos son iguales y que las diferencias en función de la clase, el género o la raza son irrelevantes en el sentido que no afectan a su status de ciudadanos.

Feministas como Carol Pateman y Úrsula Vogel han mostrado como la ciudadanía excluyente que afecta a las mujeres, y el retraso en la obtención de los derechos derivados, es una parcela en la construcción de los derechos adquiridos por los varones5. En cierto sentido, debe desmantelarse la identificación de lo privado con el dominio familiar y de lo político con el dominio público, y subrayar que la construcción de la ciudadanía depende de distintas aristas y complejas capas, más transversales que la relación entre individuo y Estado.

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2. Los lugares comunes del servicio doméstico: abandono y exclusión del mercado laboral

La presente investigación, situándose en los márgenes señalados, pretende dotar de visibilidad a la situación histórica de las empleadas de hogar, y las numerosas problemáticas asociadas. La dependencia tradicional de las mujeres respecto de los varones es simultáneamente psicológica y de relaciones político-económicas, con devastadores consecuencias para ellas. Por regla general, el dominio masculino tradicional de las asociaciones profesionales y de los sindicatos ha excluido a las mujeres en el acceso a las mismas oportunidades laborales y reducido drásticamente la oportunidad de solidarizarse entre ellas. Aspectos como este, en uno u otro sentido, muchos de ellos institucionalizados y legislados, han posibilitado que los varones mantengan el control sobre el trabajo femenino, perpetuando su dominación hasta nuestros días: “Patriarchy’s material base is men’s control of women’s labor; both in the household and in the labor market, the division of labor by gender tends to benefit men”6. Con el desarrollo del modo capitalista, las personas mayores, los niños y las mujeres, visiblemente participan menos en la producción económica y devienen dependientes de los varones adultos, que contribuyen con dinero a su sustento.

Los estereotipos, tópicos, lugares comunes sobre el servicio doméstico ofrecen un discurso transversal intrínseco socialmente que tiene como resultado una legislación de abandono y discriminación. La presencia de este discurso, patente en la legislación de nuestros días, que hunde sus raíces en etapas anteriores –decimonónicas pero también en la época franquista–, muestra un lenguaje, una ideología y unas consecuencias que no se corresponden con los principios de un Estado social y democrático de Derecho.

El servicio doméstico es un ámbito por lo general poco estudiado: a él pertenecen grupos de trabajadoras de difícil recuento. Estamos ante un tipo de trabajo distinto del fijo a tiempo completo, ignorado como regla general por considerarse que se trata de una producción fuera del mercado7.

Los nuevos trabajos surgidos como consecuencia del capitalismo industrial quebrantan la estricta división sexual del trabajo debido a que las mujeres de clase trabajadora progresivamente participan del trabajo extradoméstico. Para el caso británico, hasta bien entrado el siglo XIX las mujeres principalmente trabajan en fábricas textiles y de cerámica.

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Paralelamente, el culto victoriano a la domesticidad8reforzaba la división sexual del trabajo por la estrecha definición que abarcaba la esfera de la feminidad. La sociedad liberal y burguesa practica una exclusión dominante de las mujeres de la esfera pública, incluido el mercado laboral, y por otra parte se centra en la admiración del ama de casa y del trabajo llevado a cabo por ésta, no considerado como tal en tanto que no se traduce en dinero. La realidad histórica es muy diferente: mujeres que trabajan como amas de casa dentro del hogar, y fuera en trabajos sumergidos, a domicilio, artesanales, etc. Estas circunstancias difuminan en esencia la división entre lo público y lo privado9.

Avanzando hacia finales del siglo XIX, algunas de las cuestiones que surgen son 1) si las mujeres alcanzan mayores cuotas de independencia debido al trabajo realizado fuera del hogar, especialmente antes de contraer matrimonio10, o si por el contrario 2) la industrialización incrementa la opresión de las mujeres de clase trabajadora, viéndose forzadas a trabajar bajo el imperativo de la necesidad.

Bajo el capitalismo industrial, la división sexual del trabajo predominante en el ámbito doméstico se refuerza y se traslada, siendo los hombres los que producen la fuerza de trabajo frente a las mujeres que dependen de ellos económicamente. La ideología prevalente es la que entiende que la mujer tiene su “lugar propio”, que los trabajadores varones hacen suya para preservar su autoridad patriarcal. La identidad masculina, base de este discurso, radica en la respetabilidad del ganador de pan, el cual es el proveedor de su esposa y de su familia, gracias a lo que se atribuye una mayor consideración social.

Este aspecto se traduce en el hecho de que las mujeres de clase trabajadora –ausentes en el escenario jurídico-político pero no inmunes– son objeto de un mayor control moral que los hombres de clase trabajadora, impulsado por el legislador, burgués y reformista. Pero, ¿y las mujeres? ¿Responden ante las malas condiciones de trabajo adaptándose o reivindicándose? ¿Qué tipo de poder informal ejercen a través de la familia de clase trabajadora? Fuentes como materiales autobiográficos, diarios y correspondencia de mujeres trabajadoras no se encuentran fácilmente. Otras fuentes como la prensa dirigida a mujeres, informes médicos o manuales de economía doméstica son más propias de las mujeres de clase media.

Disciplinas convergentes como la historia social y la historia de las mujeres son esenciales para cualquier investigación histórico-jurídica centrada en las mujeres de clase trabajadora11. La historia de las mujeres tiene, entre otros, el

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